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El artífice

«Y es que Fidel inspiraba y comprometía. Él demostraba que siempre se podía más» afirmó la gloria del deporte cubano Luis Ulacia Álvarez

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— «Fidel es el guía de mi carrera deportiva», afirmó la gloria del deporte cubano Luis Ulacia Álvarez, a este diario. «Es el impulsor principal del deporte en Cuba», acotó mientras cerraba los ojos, y buscaba el mejor adjetivo para describir a su mayor «ídolo de la pelota».

«Tuve varios encuentros con el Comandante en Jefe y aún me estremecen sus palabras; su presencia se entrelazaba con la admiración y con el cariño desmedido de todos por un hombre gigante», certificó Ulacia, quien participó en 21 series nacionales, y se convirtió en el atleta que más series jugó para el equipo.

«Nunca olvidó a las glorias deportivas, era un apasionado del béisbol», aseguró el doble campeón olímpico, en Barcelona 1992 y Atlanta 1996.

Rememora Ulacia que «cada vez que salía al terreno bateaba pensando en él y te aseguro que ese sentimiento de entrega era absoluto en todos nosotros», dijo, quien participó además en cuatro Campeonatos Mundiales, cuatro Copas Intercontinentales, tres Juegos Olímpicos, cuatro Juegos Deportivos Panamericanos y dos Juegos Centroamericanos y del Caribe.

«El artífice, así me gusta nombrarlo, no dudó en aconsejarnos e incluso hasta compartió su oficina con el equipo Cuba, al que tanto admiraba y con el que le gustaba intercambiar. Él era la excelencia del ser humano, un prototipo de hombre; muy pocos alcanzarán su estatura.

«Recuerdo momentos como cuando me mandó a buscar personalmente. Él había preguntado por qué yo no estaba en la nómina del equipo Cuba; después se me incluyó en la preselección nacional para el histórico juego con los Orioles de Baltimore. No le hice quedar mal, pues ese gesto de confianza me hizo batear no con el bate, sino con el corazón».

No fue ese el último encuentro de Ulacia con Fidel. Luego vendría el más cercano y presente en su memoria. «Fue la vez que más contento lo vi, cuando más jaraneó y más ocurrente fue. ¡Cómo reía mientras nos dejaba intrigados!

«Nadie sabía qué pasaba, nosotros, los del equipo, estábamos ajenos al suceso. Todo fue muy rápido. De pronto nos llevaron directo para su oficina.

«“¿Los han atendido bien aquí?”, nos preguntó. Minutos después supimos que eran maquillistas del ICRT las mujeres que entraron y analizaban cómo nos iban a vestir y a disfrazar de Barbudos.

«Cuando llegamos al estadio nos enteramos de que quien estaba dirigiendo nuestro equipo disfrazado era el Comandante en Jefe.

«Cuando me toca entrar a mí al campo Fidel me dice: “Trata de no batear por el box”. Yo le respondí: “Voy a tocar la bola, Comandante”. Él me respondió: “Está bien, no hay problemas”. Y así lo hice. Salí corriendo, llegué a primera base, y fue cuando sentí que el estadio se vino abajo de la alegría, y yo estaba tranquilo.

Todo el mundo recuerda cómo se divirtió Fidel en aquel memorable juego junto al Comandante Hugo Chávez, quien fue el lanzador contrario y disfrutó la broma.

«Esa vivencia nos marcó porque durante todo un juego fuimos los Barbudos peloteros de Fidel. Él nos escogió y nosotros le respondimos hasta el final. Y es que Fidel inspiraba y comprometía. Él demostraba que siempre se podía más».

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