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El gran culpable: el silencio de los bates

En la gran final de la Serie del Caribe 2017, los Criollos de Caguas de Puerto Rico superaron cerradamente 1-0 a los anfitriones Águilas de Mexicali, en extrainning, y se convirtieron en los inesperados campeones de la cita

Autor:

Nelson García Santos

CULIACÁN, México.— Sobre la actuación de los Alazanes de Granma no voy a justificar, en realidad no hace falta, ni tampoco a explayarme en elogios. La única verdad verdadera es que se vino aquí con la genuina aspiración de ganar la corona, pero se nos fue por un pelo.

Esa realidad de volver a irnos en blanco inclina la balanza de muchos a hacer un análisis parcial de lo acontecido, sin interesarles para nada el accionar completo de los Alazanes en la serie.

No hacen falta muchas estadísticas para ilustrar qué pasó; en nuestro país de lo que más sabe la tribuna de la calle es de pelota y medicina, solo quiero apuntar que resulta una de las mejores actuaciones de Cuba, con tres juegos ganados, desde que nos reincorporamos a la Serie del Caribe.

Ya sé qué dirán: pero no supimos ganar el bueno, y tienen razón, porque se volvió polvo una buena oportunidad de abrir el marcador en el primer inning.

El origen de la derrota no tuvo su causa fundamental en esa entrada ni en la quinta, lo que ha hecho hablar hasta por los codos.

En la primera, Víctor Víctor fue sorprendido, pero después, con dos hombres en base, Alfredo Despaigne fue out en roletazo por la antesala y William Saavedra falló en igual conexión por segunda base, y en el quinto, por error en tiro a la inicial del tercera base Yunior, entró la carrera ganadora.

Los abridores de uno y otro equipo, el derecho Lázaro Blanco y el zurdo Miguel Peña, así como los relevistas de ambos conjuntos lograron un dominio absoluto de los bateadores.

Más allá de la falta de un batazo oportuno en el capítulo inicial y de la pifia en el quinto, no se puede aspirar a ganar un juego con dos hits. No hay que exprimirse mucho el cerebro, la esencia del béisbol es hacer carreras. Y este lunes en Culiacán los bates cubanos fueron silenciados. Entonces, era imposible otro desenlace.

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