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Epitafio azzurro

Campeones en 1934 y 1938, luego en 1982, y más recientemente en 2006, Italia quedó fuera del máximo evento futbolero luego de dos decepcionantes participaciones en 2010 y 2014, durante las cuales, ímpetu aparte, fue incapaz de alcanzar siquiera la fase de octavos de final

Autor:

Enio Echezábal Acosta

La historia de lo que ahora muchos en Italia —y en otros lugares del mundo— llaman Apocalipsis, se resume en una sola escena. Un hombre de negro corre de un extremo a otro del campo. Su carrera es el último recurso, un mecanismo inercial que refleja por una parte la desesperación de los 11 hombres sobre el campo, y a la vez es símbolo del desasosiego que atormenta a todo un país que esta noche lleva el nombre de San Siro.

El eslalon de Gianluigi Buffon en el minuto 95 no tiene nada de elegancia, como no puede tenerla un jugador que ha grabado su nombre en el Olimpo del fútbol, no como goleador ni «fantasista», sino como uno de los mejores protectores que jamás se colocó debajo de una portería. Eso sí, la falta de garbo esta vez no es un argumento válido contra Gigi, luego de verlo ejecutar semejante maniobra, compuesta por dosis iguales de heroísmo y locura.

Pero si este lunes el empate a cero ante Suecia, y la consecuente eliminación del Mundial, resultan hasta cierto punto un motivo de lamentación, lo cierto es que el ascenso italiano hasta el cadalso había sido un proceso lento, que comenzó cuando el sorteo los predestinó a chocar en la fase eliminatoria contra una monumental España.

Diez partidos más tarde, y luego de que el conjunto fallara en exhibir por completo su potencial, les tocó enfrentarse a un 11 escandinavo que jamás tuvo miedo de medirse al tetracampeón, y que aguantó anoche el empate en Milán solo porque sus jugadores mostraron el mismo nivel de estoicismo que exhibieron sus rivales al intentar derribarlos.

Atrás quedan nada menos que 14 participaciones consecutivas, hiladas a partir de su ausencia a la Copa del Mundo que —casualmente— organizara Suecia en 1958. Campeones en 1934 y 1938, luego en 1982, y más recientemente en 2006, Italia quedó fuera del máximo evento futbolero luego de dos decepcionantes participaciones en 2010 y 2014, durante las cuales, ímpetu aparte, fue incapaz de alcanzar siquiera la fase de octavos de final.

Sin embargo, y pensándolo con más detenimiento, lo más triste del suceso no resultará la falta de esa «garra» azul sobre las canchas rusas, sino el vacío que quedará en los corazones de los hinchas, quienes independientemente de sus colores, echarán en falta las exclamaciones de cierto personaje, que vestido todo de negro grita desde la esquina del campo, como si en ello le fuera la vida: ¡Forza Italia!

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