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Torrente de caballos

La fiebre de béisbolque domina a Granma se hizo montaña indescriptible el domingo por la noche cuando los peloteros llegaron hasta el estrado de la Plaza de la Patria a bañarse con el cariño y el afecto de miles de personas que habían pasado horas esperándolos después del «infartante» séptimo juego frente a un rival gigante y admirable

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Si las palabras alcanzaran, si las imágenes pudieran describir el galope que vivió y vive aún esta provincia después del segundo ascenso seguido de los Alazanes a la cumbre de la pelota nacional… Como cumpliendo una orden dictada por la imaginación popular, varios caballos fueron pintados con un letrero gracioso y auténtico a todo lo largo de su anotomía: Campeón.

Y han aparecido corceles de cartón, plásticos, de madera, de metal, estampados en sábanas o toallas, tatuados en la piel y el corazón mismo. En las calles, conocidos o desconocidos se saludan con un «Felicidades, Granma campeón». Y muchos, cuando alzan el teléfono contestan: «Buenos días, Granma campeón».

Esa fiebre que domina la provincia se hizo montaña indescriptible el domingo por la noche cuando los peloteros llegaron hasta el estrado de la Plaza de la Patria a bañarse con el cariño y el afecto de miles de personas que habían pasado horas esperándolos después del «infartante» séptimo juego frente a un rival gigante y admirable.

«Este es un momento más difícil que el del noveno inning cuando el equipo de Las Tunas tenía dos corredores en base», dijo con emoción ante la multitud Carlos Martí Santos, el experimentado director de los granmenses.

«Gracias a toda la afición por el respaldo incondicional, a todos los que han ayudado a esta victoria», expresó el estratega, quien el próximo 16 de febrero cumplirá 69 años. Y esa frase detonó aún más el júbilo de la noche, en la que hubo, aunque tal vez a destiempo, en otra parte de la ciudad, fuegos artificiales.

Sin previo acuerdo, los presentes, en coro gigantesco, empezaron a corear el nombre de cada uno de los jugadores. «¡Roel, Roel, Roel!». Y cuando el muchacho de Niquero pasó al frente a saludar estallaron los gritos de alegría. Así pasó con Maduley, Avilés, Benítez, Raulito, Alaín... Despaigne, quien, orondo, fue el que más acarició el trofeo en una noche en la que hubo fuegos artificiales y celebración hasta el amanecer. «Esto es increíble, deja a uno sin palabras», comentaba en una esquina de la tarima el entrenador de pitcheo Ciro Silvino Licea.

Alguien trataba de preguntarle sobre la Serie del Caribe, pero él no podía contestar ya una pregunta porque los abrazos y los estrechones de manos le ocupaban el tiempo. Mientras llega el viernes, día del primer juego de esa lid, en los 13 municipios de Granma habrá fiesta, apoteosis, buenas discusiones de pelota... torrente de caballos. 

Lente que rueda

 

 

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