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La serenidad del cubano fue un factor determinante en su título. Autor: José Raúl Concepción Publicado: 31/07/2018 | 09:41 pm
BARRANQUILLA.— Normalmente, encima de la pista caminan dos esgrimistas. Cada uno asume su pose, casi idénticas por demás, y luego comienza una estrategia de desplazamientos y ataques, hasta que uno de los dos espadachines ensarta la estocada ganadora. Un sinfín de ocasiones ha vivido esa rutina el floretista camagüeyano Michael Carty Carty. Dos días atrás ganó el título en esta lid regional, la pista se pobló de cubanos que subieron a felicitarlo. A pesar de ser bien alto, Carty fue lanzado al aire cinco veces por sus compañeros, mientras cerraba un puño y lo erguía.
Con la adrenalina circulando a full, —hacía tres minutos que había oficializado su corona ante el local Daniel Sconzoo por 15-9—, se sacudió el sudor de la frente con un dedo y dijo que meses atrás había sufrido varias lesiones que lo limitaban mucho, pero que gracias a Dios, y a esa familia que han creado los deportistas, se pudo recuperar.
Entre la gente que lo apoyaba desde el graderío, todos cubanos, de más está decirlo, Carty vio por momentos el rostro de su madre Tatiana, quien lo abrazaba y lo besaba mucho antes de salir de Cuba, allá en el poblado de La Mosca. Su más reciente triunfo prefiere dedicárselo a «sus heroínas» o lo que es igual, a todas las mujeres de su familia.
En el peldaño anterior a la porfía del metal dorado, Michael tuvo que sudar gotas gordas para derrotar 15-14 al holguinero Humberto Aguilera. De ese combate salió con no poco agotamiento muscular. Pero, ¿la final? La final fue como un bálsamo para el cansancio, dicho esto porque el agramontino fue superior en casi toda la línea.
Se basó mayormente en acciones defensivas, mientras el colombiano no supo dirigir ni visualizar el combate, erró en su estrategia, que era provocar y provocar, y esperar la reacción de su rival. Carty, en cambio, asumió muy acertadamente su compromiso decisivo, con serenidad e inteligencia, superconfiado en sus acciones. Sorprendente para alguien con poco roce internacional.
«En la discusión del primer lugar subí con la estrategia inicial de aprovechar mi alcance y mi tamaño para vencer al colombiano. El cuerpo de entrenadores me aconsejó que fuera atrás a defender, porque es mi fuerte, pero la ansiedad de querer terminar el asalto a veces me provocaba. Di muchos toques efectivos, pero algunos no llegaron a marcarse, lo que me demuestra que tengo que seguir trabajando en la parte técnica. Por mi mente pasó que sería un asalto más cerrado, pero me percaté que a partir del punto siete él se desconcentró y aproveché», expresó.
«Este ha sido un año duro para la esgrima cubana, tenemos escasez como otros deportes, pero el ímpetu de ganar y ver ondear nuestra bandera supera todas esas dificultades. Me emocioné mucho cuando supe que había ganado, es el sentimiento de lograr lo que me propuse, pero deseo decir algo, y es que este buen rendimiento de nuestro deporte es solo una antesala de lo que está por llegar en los torneos por equipos», afirmó el practicante de un deporte que le ha dado a Cuba aquí cuatro medallas de oro y par de bronce.
