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La bola mágica y la de verdad

Era difícil pensar que la semifinal entre Leñadores y Tigres iba a inclinarse hacia un solo lado tan rápido, o que los Leopardos iban a demostrar su superioridad con tanta contundencia

Autor:

Norland Rosendo

Escribir sin saber un resultado competitivo que le puede cambiar el tiempo al verbo es una prueba periodística que me obliga a manejar hipótesis, pero como en el mismo béisbol, todo puede suceder, incluso, que un equipo logre cuatro triunfos seguidos después de perder tres juegos en un play off al mejor de siete en un campeonato cubano.

En la final de la temporada 55, los Vegueros de Pinar del Río cayeron ante los Tigres avileños en los tres primeros desafíos, luego nivelaron sensacionalmente el duelo, pero no pudieron rematar en el parque José Ramón Cepero y cedieron en el séptimo partido.

Ahora son los Tigres uno de  los conjuntos que busca la proeza, ante unos Leñadores que se han erguido por encima de su candidatura al título más codiciado del deporte cubano, que ya de por sí es una carpeta muy abultada, llena de méritos, avales y credenciales desde la campaña pasada y «engordada» durante esta. Porque Las Tunas sigue siendo el favorito de la mayoría, y si había dudas, con su actuación en la postemporada parecen despejadas…

No creo que nadie pensara que la semifinal entre Leñadores y Tigres iba a inclinarse hacia un solo lado tan rápido. Como tampoco que los Leopardos —al fin, Villa Clara tiene la mascota que se merecía por historia y por garra— iban a demostrar su superioridad con tanta contundencia.

Si en definitiva se concretaron anoche ambas barridas, no sería la primera vez que ocurra en una semifinal, pues, sin hurgar mucho en sus archivos ni en su prodigiosa memoria, el colega Osvaldo Rojas Garay nos recuerda que en el año 1995, Villa Clara derrotó por 4-0 a Holguín y Pinar del Río hizo lo mismo ante el desaparecido equipo Habana.

Las Tunas apuesta por su bateo; aunque algunos reportes sabermétricos hablan de sus dificultades con los pitcheos en rompimiento, saben hacer carreras sin tanta dependencia de los batazos largos.

A su mentor Pablo Civil le gusta aprovechar la velocidad en las piernas de sus hombres tanto como la del swing, y no se puede negar que es uno de los elencos que ha interiorizado que un buen turno al bate no es solo cuando se liga un hit o se le pega fuerte a la bola; sino cuando se hace lo que la situación de juego requiera: también vale un boleto, un rodado por la banda contraria, un elevado de sacrificio…

Los muchachos de Paret han redondeado una alineación muy compacta, que tiene de todo lo que se necesita para fabricar carreras, también suelen soltar sus hombres a estafar bases y su pitcheo es muy fuerte, tanto la rotación como el bullpen, robustecida con un Wilson Paredes que exhibe herramientas para llegar, incluso, a la selección nacional.

Solo hay una información confirmada: 48 horas después de terminado el último duelo semifinalista, comenzará la final. Si anoche remataban Leñadores y Leopardos, habrá juego el viernes y el sábado, y traslado el domingo. Es una de las razones por la que sería saludable que al menos uno de los que va perdiendo no se deje dar «pollona», porque un domingo sin pelota es como una fiesta sin música. Y nos vemos ¿en Las Tunas?

 

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