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Moraleja de 2019: los grandes siempre regresan

JR hace un resumen de los sucesos más importantes del balompié del año pasado

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Inglesa, como el Big Ben o el mítico cruce peatonal de Abbey Road, o como el fútbol, que nació también sobre el césped de algún rincón de la Gran Bretaña, fue la final más esperada del fútbol en este 2019. Con el perdón de Brasil y su ansiado trofeo levantado en el podio del Maracaná, no existe suceso más relevante durante los últimos 12 meses en el más universal de los deportes que la victoria del Liverpool sobre el Tottenham Hotspur en el encuentro decisivo de la Liga de Campeones de Europa.

Así, con el desembarco de la Orejona en Anfield tras 14 años de espera, el loable trabajo del alemán Jürgen Klopp vio al fin su recompensa, y el conjunto insignia de la ciudad de los Beatles volvió a brillar en la élite europea. Por si fuera poco ese éxito, luego los Reds se impusieron en la Supercopa de Europa al Chelsea (2-2, 5-4 en penales), y en diciembre se coronaron como campeones del Mundial de Clubes (1-0 en tiempo extra) frente al Flamengo.

La nueva hecatombe del Barcelona, el año sombrío del Real Madrid, el andar mediocre del Manchester United y el sueño roto de la Juve fueron otros de los matices relevantes del año que culminó. En estas líneas sucintas, a modo de resumen, intentaremos contar lo más interesante de lo sucedido sobre los terrenos hasta el día de hoy.

Las Grandes Ligas: cero sorpresas

Carestía de sucesos inesperados en los principales torneos del Viejo Continente. En Italia, por ejemplo, la Juve extendió a ocho sus años consecutivos de reinado. No sorprendió a nadie. El dominio de la Vecchia Signora constituye un lastre para la competitividad de un certamen que intenta resurgir. De la mano de Maximiliano Allegri, los bianconeros dejaron atrás al Napoli de Carletto Ancelotti, su más cercano persecutor, y centraron fuerzas para intentar ganar (de una vez), la Champions League. Sin embargo, el Ajax frustró sus aspiraciones.

En Alemania el panorama fue casi idéntico. El Bayern Múnich, que no vivió su mejor temporada, remontó en la recta final del torneo al Borussia Dortmund y volvió a mandar en la Bundesliga. El PSG, mandamás de la Liga Francesa, merced de su poderío económico, repitió su supremacía, perdida únicamente en la primera temporada de Unai Emery en su banquillo, cuando el Mónaco le privó del título.

En Inglaterra, el City y el Liverpool,  armonizaron una liga para el recuerdo decidida a favor de los citizens por un punto (98 por 97). De esta manera, los dirigidos por Pep Guardiola ganaron la Premier por segunda ocasión consecutiva.

Por último, en España el Barça fue muy superior a sus dos contrincantes más acérrimos, el Atlético de Madrid y el Real Madrid, segundo y tercero en ese orden, en una Liga cuyo atractivo estuvo más en la lucha por las plazas con acceso a Champions y Europa League que en la pugna por la cima, decantada a favor culé desde bien temprano.

De este lado del charco

Si la sexta corona europea del Liverpool fue altisonante, todavía más sonada resultó la final de la Copa Libertadores, primera a partido único en la historia de la competición, y que terminó con un espectacular triunfo in extremis del Flamengo brasileño.

El Mengão venció 2-1 al vigente campeón, River Plate, en el Estadio Monumental de Lima, en un choque que tuvo a los argentinos como claros dominadores. Todo comenzó con  Rafael Santos-Borré al 14’, y hasta el último tramo ya la mayoría pensaba que los Millonarios repetirían el éxito. Pero en el 89’ Gabriel Barbosa empató el marcador y al 90+2’ hizo el segundo de la noche para definir las cosas a favor de los dirigidos por Jorge Jesús. 

El otro suceso marcado en rojo en el calendario de este lado del Atlántico fue la Copa América, ganada por Brasil en su propia casa. Con sabor a venganza, tras la histórica debacle de Mineiro en 2017 y la siempre recordada derrota sufrida a manos de Alemania (1-7), la nueva Canarinha dispuso de un juego pragmático, aderezado por destellos de talento de algunos de sus jugadores más talentosos, incluido un Everton monumental. El hasta entonces desconocido extremo, cuyas destacadas actuaciones en el Brasileirao le llevaron a la selección, hizo valer la teoría de que en el gigante sudamericano de debajo de cualquier piedra sale… un jugador tremendo de fútbol.

Y así, con el Maracaná volcado como nunca, Perú no pudo ser más que la víctima de un campeón con hambre de títulos tras un período demasiado extenso de inanición. Eso sí, los muchachos del «tigre» Ricardo Gareca vendieron bien caro su revés y patentizaron con su acceso a la final las buenas sensaciones de un proyecto que encamina la mirada a su segunda participación mundialista de manera consecutiva.

Banquillos eléctricos

Más allá de los ganadores en los principales eventos —siempre habrá un vencedor para ensalzar—, el año que culminó, ha tenido un detalle bien llamativo desde el punto de vista deportivo y noticioso, una especie de cerilla que ha avivado las brasas en las portadas de los diarios y despertado las miradas de la afición: muchos de los equipos históricos (y otros no tanto) prescindieron de sus entrenadores y entregaron a nuevos técnicos las llaves de sus proyectos.

El más caliente de todos los asientos es seguramente el del Santiago Bernabéu, donde la pasada temporada desfilaron hasta tres hombres en aras de enderezar a uno de los peores Real Madrid que se recuerde. Tras la llegada de Julen Lopetegui y su posterior caída, fue Santiago Solari el encargado de reponer el orden en la Castellana.

Sin embargo, el estilo revolucionario del argentino y sus nuevas ideas no encontraron fortuna en los resultados, y tres derrotas consecutivas ante el Barcelona desmoronaron la confianza depositada en él por Florentino Pérez. Entonces, cual jugada maestra, el conocido presidente de los merengues convenció a Zinedine Zidane para volver a Chamartín. El resto es historia conocida.

Otro que no soportó los vientos fuertes que soplaron alrededor suyo fue Niko Kovac, cuya irregularidad generó un buen cúmulo de dudas antes de su despido en la temporada actual. También cayó Gennaro Gattuso, otrora mediocampista de equipos italianos y cuyo carácter fue insuficiente para arreglar un barco a la deriva como el AC Milán. Sin embargo, Rino encontró rápidamente un nuevo empleo en San Paolo, donde el Napoli recurrió a sus servicios tras poner en la calle nada menos que a Carletto Ancelotti.

Pero por si el efecto dominó parecía acabar, Ancelotti acaba de ser fichado por el Everton para las siguientes cuatro temporadas, en su regreso a la Premier League. Justamente en la nación británica, Unai Emery se convirtió en el primer entrenador cesado tras la era de Arsene Wenger, mientras muy cerca, también en el norte de Londres, Mauricio Pochettino resultó víctima de la ingratitud imperante en el fútbol, y debió marcharse del Tottenham que él construyó para cedérselo a otro bien conocido: José Mourinho.

Parece un trabalenguas, pero es el fútbol moderno. Nadie está seguro en su puesto y los clubes trabajan en base a resultados inmediatos. Si así fue en 2019, el futuro asusta.

Prólogo de 2020

El año que empieza traerá como principal obsequio para los amantes del deporte más universal dos de sus certámenes cumbres por antonomasia: la Eurocopa y la Copa América. A priori, junto a la Champions, la Libertadores y los tradicionales —aunque frívolos— títulos individuales, parecen estas las dos fechas a destacar en el almanaque.

En el Viejo Continente la grey de candidatos es considerable, aunque los proyectos de Bélgica, España, Inglaterra e Italia hacen temblar el favoritismo francés, con Holanda y Alemania observando también con celo. En América todo es distinto, ya lo sabemos, con los tres de siempre con el cartel de favoritos pendiendo de su cuello: Brasil, Argentina y Uruguay. Sin embargo, estas son solo conjeturas y elucubraciones vacuas a la espera de que se acerquen las fechas. Y la espera, valga recalcarlo, suele desesperar. Pero si algo bueno tiene el fútbol  es que dura tanto como el año: 365 días.

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