Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando somos un solo equipo

En la Mayor de las Antillas, béisbol y música viven un eterno romance desde que el juego llegó a nuestras tierras en el siglo XIX del milenio pasado

Autor:

Norland Rosendo

El béisbol se juega dentro de dos rayas y se goza fuera de ellas. Por estos días, Cuba entera se acomoda en las gradas del gran estadio que es la postemporada, donde el seco chirrido de los bates al golpear las bolas es una nota más de las congas que juegan su partido de emociones por cada banda del terreno.

En la Mayor de las Antillas, béisbol y música viven un eterno romance desde que el juego llegó a nuestras tierras en el siglo XIX del milenio pasado. Él, sin ella, no es su versión insular.

Primero fue la orquesta de Miguel Faílde la que iba a estirarles el sonido a los bambinazos de los equipos matanceros. Ayer, una conga venida de esos lares empujó con su ritmo el par de jonrones de Javier Camero para darle la victoria a  Matanzas.

Es la historia, la tradición. Cuba, donde se baila y se juega en un terreno de béisbol. Que a veces baila en el césped y juega en las gradas, y otras lo hace al revés. Porque tanto se aman béisbol y cultura, que suelen alternarse el protagonismo en un mismo partido.

Dígase play off y Cuba es un solo equipo. Espectáculo soberbio, criollo, auténtico.

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