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Los colores cubanos de la plata en béisbol

El equipo sub-23 regresa con la plata del torneo panamericano, un boleto mundialista y en el saco traen, a partes iguales, esperanzas y una lista de temas pendientes

Autor:

Norland Rosendo

En tiempos en que una medalla en cualquier torneo internacional de béisbol, no importa el color, es aplaudida por la afición cubana como antes solo era con el oro, el equipo sub-23 regresa con la plata del torneo panamericano, un boleto mundialista y en el saco traen, a partes iguales, esperanzas y una lista de temas pendientes.

Dos veces Nicaragua jugó con la debilidad de la armada insular. Ante tantos zurdos en el lineup, les puso pitchers de esa misma mano, y en ambas ocasiones fructificó su estrategia. Nada de bateo, 14 ceros seguidos.

Solo César Prieto pudo vulnerar en el juego por el título a los lanzadores pinoleros: tres veces visitó el home plate y en todas sacudió imparables, la mitad de todos los que produjo su equipo. Qué César, por encima de la media, inquieto, hábil, que coordina ojos y manos cuando está al bate, y eso es un lujo que lo hace grande.

Por esas paradojas que tiene el béisbol, Cuba terminó primero en bateo y segundo en pitcheo. ¿De veras? Eso dicen los números, compilados oficialmente hasta el sábado para que todos los jugadores tuvieran oportunidad de competir por los liderazgos.

La línea ofensiva de los muchachos de Eriel Sánchez fue de .351/.445/.486, con 64 carreras anotadas en ocho juegos, una tasa de ocho por partidos. Visto así, globalmente, hay una lectura optimista; hurgando por dentro, en cada juego, el texto es otro. Ante Guatemala, Honduras y Argentina en la fase preliminar los    cubanos pisaron 50 veces el home plate.

Matemática de bodega: en los cinco partidos restantes solo anotaron 14. A razón de 2.4, y si sumamos el duelo por el oro, el número baja a 2.3, parece imperceptible el descenso, pero en la matemática del béisbol no lo es.

Conclusión: en un torneo de tantas asimetrías entre un grupo de equipos y otro, no se pueden leer igual los datos, y esta selección cubana, a la hora de la verdad, padeció el mismo mal de los elencos élites en los más recientes campeonatos internacionales.

El pitcheo colectivo secundó a los campeones en el ranking. Ambos fueron los únicos que trabajaron para menos de dos carreras limpias por juego. Ellos sacaron nota de marcianos (0.76); nosotros, excepcional (1.35).

Ahí sí hubo un comportamiento estable ante todos los adversarios. Excepto Frank Álvarez, inexplicablemente, sin control en sus aperturas ante los dos rivales más débiles enfrentados, el resto del staff tuvo actuaciones loables, con el as de la rotación, Yosimar Cousín, único repitente del panamericano de 2017, mostrando sus progresos y una caja de herramientas cada vez más pesada para dominar bateadores.
Cousín mereció el premio al mejor pitcher derecho, pero los decisores optaron por beneficiar al colombiano Juan Escorcia, solo por ganar un juego más y deslumbrar con sus 23 ponches. Ambos tuvieron la misma efectividad (0.00), pero el camagüeyano trabajó más (13.2 inning, por 11.0), los dos tuvieron par de aperturas de calidad, al nuestro le batearon un hit menos, concedió un solo boleto, por cinco el cafetero y en el WHIP también Cousín dejó mejor número (0.66 por 1.27).

Para colmo, Escorcia fue el derrotado por Venezuela en el partido dominical que decidía el bronce y el último pasaje para México, sede de la Copa del Mundo en octubre próximo, y ese resultado se supo antes de que hicieran público el Todos Estrellas.

En sentido general, el staff cubano fue el que menos hombres transfirió (solo 12); el segundo que más ponches recetó (57) y su promedio de embasados por inning fue también el más sobresaliente de la justa (0.77).

Muy bien Yankiel Mauri en su doble función: bullpen y apertura el último día. Dominó a los bateadores nicaragüenses, a pesar de que caminó a cuatro y uno de ellos anotó la carrera que decidió el choque, fabricada con ayuda de la defensa cubana que no ejecutó bien los fundamentos del juego cuando hay hombre en primera base y un zurdo al bate.

Enhorabuena por la plata, que inspire al equipo grande en sus pretensiones de llegar a los Juegos Olímpicos. Pero no hay razón para deslumbrarse con ese metal. La Copa del Mundo exige crecer, pulir, aprender a batear en las diferentes situaciones de juego, moverse bien en el campo… y armar un equipo que permita articular alineaciones igual de efectivas ante pitcher derecho o zurdo.

Nota: La Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC, por sus siglas en inglés), anunció que el último torneo clasificatorio para Tokio 2020 se postergó para el mes de julio, del 17 al 21, en la misma sede de Taipéi de China, debido a la situación del coronavirus en la región asiática.

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