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Omara y Mijaín, campeones del barrio

Este último martes, ambos monarcas olímicos fueron condecorados con la Distinción 28 de Septiembre, en ocasión de celebrarse el aniversario 61 de la creación de los Comités de Defensa de la Revolución

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Son dos gigantes cubanos. Ella, la más veloz, acaricia las pistas con sus pasos y tumba rival tras rival con comodidad legendaria. Él, el más fuerte, el invencible, ha convertido las dudas en torno a sus triunfos casi en ofensas personales: pensar en la posibilidad de verle por debajo del escalón más alto representa una afrenta a su grandeza. Y no porque los oponentes sean menos, no, sino porque él es más, muchísimo más. Un obelisco de carne y hueso. Omara, Mijaín, ¿cuántos países quisieran contar con dos seres semejantes?

Cuba los tiene y de ello puede ufanarse, sacar pecho si es preciso, porque dentro de un siglo probablemente todavía estén rondando sus nombres en charlas y discursos. A Mijaín, ahora que nadie lo puede abatir en el colchón, solo ha quedado situarlo frente al gran Karelin en el combate imaginario más espectacular de todos los tiempos. Dicen que el ruso era una bestia indomable, pero, ¿acaso puede domarse al ídolo de Herradura? Con todo respeto, Alexandr, este pleito hubiese sido la mayor prueba de tu currículo.

La historia de Omara tiene otra tonalidad. No es solo su rapidez, inigualable, por cierto, durante una década ya, sino la sonrisa que le arranca siempre a la gente con modestia y gentileza. Ella y su fiel escudero Yuniol Kindelán suman las medallas como si fueran monedas. Una encima de otra. Tic tac. Tic tac. Tic tac. Cada minuto que consume el reloj es uno menos para el siguiente triunfo. Porque nadie lo duda a estas alturas: volverá a vencer.

La tleta cubana Omara Durán. Foto: Tomada del perfil de Twitter de los Juegos Paralímpicos

Ni siquiera ella, reina absoluta, ha sido inmune al pedante ejercicio de la detracción. ¿Qué sucedería si compitiera entre convencionales? Y no, esa interrogante no responde la duda. Habría que ver, en todo caso, cómo les iría a las convencionales si tuvieran que consumir cien metros con los ojos vendados, o atadas con una cuerda al guía que les lleve de una línea a otra. Los cuestionamientos similares, lejos de afectar, engrandecen el impoluto recorrido de Omara.

Este último martes, ambos fueron condecorados con la Distinción 28 de Septiembre, en ocasión de celebrarse el aniversario 61 de la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Un galardón más para engordar sus vitrinas y, de paso, lanzar un mensaje fuerte con vistas a la selección de los mejores atletas del año. Mijaín no tiene discusión alguna, ojalá Omara también sea tomada en cuenta. Méritos le sobran. Y ambos, además, consolidan su condición de héroes indiscutibles del barrio.

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