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En Manzanillo vive un fénix

Este atleta cubano ha estado en cinco ediciones de los Juegos Paralímpicos, con botín de dos títulos y par de metales de bronce, el más reciente obtenido en agosto pasado, en la capital japonesa, en el lanzamiento del disco

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Leonardo Díaz, como la gran mayoría de los atletas cubanos, transitó por la pirámide deportiva en la modalidad de lucha grecorromana y logró a nivel nacional algunas medallas. Luego de su paso por la ESPA provincial, ingresó al Servicio Militar en una unidad en Camagüey, alejado de Granma, su provincia natal. Allí su vida daría un giro drástico e irreversible.

Un día, un compañero estaba limpiando el fusil y no se percató de que había dejado dentro una bala. Leonardo se encontraba en su posta, de guardia, cuando el joven apretó el gatillo y el proyectil impactó en su espalda. Inmediatamente cayó al suelo, inmovilizado.

Tras el accidente, fue trasladado a un hospital, donde estuvo en coma, con mucha pérdida de sangre y la hemoglobina le bajó a siete, por lo que le hicieron una transfusión. Un neurocirujano lo llevó al quirófano para evitar un escape del líquido cefalorraquídeo de la médula espinal, que podría provocar lesiones mentales.

La operación fue un éxito, pero «al ver que no podía caminar ni hacer nada más de la cintura hacia abajo, aquello me puso mal, hasta pensé que mi vida había acabado», recuerda.

Afortunadamente, el gran apoyo familiar recibido y el trabajo de la sicóloga lo inspiraron de nuevo. Empezó a pensar positivamente en el futuro y se fue adaptando a la nueva vida en un sillón de ruedas. Trataba de no recordar tanto el pasado. El deporte le dio energía, voluntad y deseos de hacer ejercicios para rehabilitarse e intentar pasar página.

A sus 46 años todavía piensa en ese accidente, en las condiciones que estaba anteriormente y en las que está ahora. Pero también piensa en el cambio de rumbo que le ha dado a su vida, porque en el pasado estaba bloqueado a nivel sicológico.

Asegura que es muy difícil no tener eso en mente, «porque en ocasiones te sientes solo y vuelves a menudo a la tragedia, pero, a la vez, también hay que superarlo y aprender a encontrar cosas nuevas que ayuden a borrar los malos recuerdos».

Su historia comenzó a cambiar para bien en el año 1996. Un primo suyo, de Manzanillo, lo animó a ir a un área donde atletas discapacitados practicaban deportes y competían en eventos de lanzamientos del disco, la jabalina y la bala. El entrenador le preguntó si deseaba realizar unas pruebas con los diferentes implementos, él aceptó, y luego se inscribió.

A partir de ese instante comenzó a escribirse la parte lustrosa de la carrera deportiva de uno de los paratletas cubanos más exitosos de todas las épocas. Leonardo Díaz ha estado en cinco ediciones de los Juegos Paralímpicos (Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020), con botín de dos títulos y par de metales de bronce, el más reciente obtenido en agosto pasado, en la capital japonesa, en el lanzamiento del disco, prueba que igualmente le ha permitido subir cuatro veces al centro del podio en lides mundiales.

«Normalmente, nosotros, los atletas del deporte adaptado, competimos en varias modalidades para sumar más medallas. Me fue bien a nivel nacional y panamericano, donde el disco era lo que tenía más fuerte. Ya a nivel mundial y olímpico, en bala y jabalina quedaba rezagado y por eso decidí enfocarme mucho más en el evento del disco, al punto de que llegué a implantar récords tanto para el área como del orbe.
Actualmente es mi competencia favorita.  

«Durante estos años he obtenido todo tipo de logros, pero soy de los deportistas que viven con la esperanza de conseguir un poco más. Quiero regresar a lo más alto del podio y, por tanto, retirarme con otra victoria dorada», declara quien también practicó baloncesto en silla de ruedas y levantamiento de pesas. 

Tokio 2020: cuarto metal olímpico consecutivo

«En los pasados Juegos Paralímpicos, donde fui tercero, me sentí contento, pero no estuve satisfecho con el resultado. Aquí, en Cuba, yo di el máximo en los entrenamientos, me sentía física y sicológicamente a tope. Allá sucedió algo que me impidió demostrar totalmente mi capacidad, pues, cuando me amarraron en la silla para lanzar, me di cuenta de que la habían virado demasiado y ese fue un obstáculo que me incomodó e impidió que los lanzamientos salieran tan bien como debían. Entonces me desesperé y tuve que
hacer movimientos que normalmente no hago con tal de llegar al podio, pero yo tenía para más».

Lesión e infortunio cinco años atrás

«Un mes y medio antes de la edición paralímpica de Río de Janeiro 2016, haciendo pesas en el gimnasio, se me rompió un ligamento en uno de los pectorales. Eso me apartó por más tiempo del esperado e incluso, cuando competí, aún sentía el dolor de la herida interna. Allí me inyectaron diclofenaco y me echaron un spray fuerte, lo que me ayudó a estar a punto. Como estaba en esas condiciones, decidimos que haría solo un intento.

«Al momento de lanzar, me preguntan si estoy listo, me dan el disco y lo mando hasta 45 metros, tiro casi de récord, pero los árbitros me dieron foul porque me había adelantado 15 segundos al tiempo establecido. Aquello me lastimó de nuevo y me perturbó, pero con todo y eso logré otro disparo con sabor a bronce».

¿46 años es sinónimo de retiro?

 «Nunca me ha pasado por la cabeza dejar el deporte, pues ha sido un motor impulsor en mi vida y un beneficio para mi salud, tanto física como mental. Gracias al deporte me he recuperado en muchos sentidos y también he aprendido a vivir de una forma distinta. Quisiera entrenar siempre, aunque no viajara a otro país a defender los colores de Cuba. Por eso, cuando decida retirarme, estoy convencido de que sentiré un dolor muy grande. De momento, a mi edad, mi objetivo es mantenerme en la élite y continuar sumando éxitos a mi trayectoria».

La familia, la vida, la filantropía...

 «Mi familia para mí lo es todo. Es sagrada, estamos muy unidos y gracias a ello, tal como dije anteriormente, hoy puedo decir que soy un hombre nuevo y feliz. Nunca ha faltado el apoyo incondicional de mi esposa, padres, hijos, hermanos, primos y los que conviven conmigo en Manzanillo. Ese respaldo me ha obligado a esforzarme más con tal de compensarlos con mis resultados. 

«La vida cotidiana fuera del deporte es bastante normal: tranquila, alegre, llena de salud y apostando siempre por el disfrute junto a mi familia. Además de ir a un sitio bonito, me gusta mucho ver películas o series, e incluso veo novelas con mi esposa, pues me siento contento solo de estar en compañía de las personas que quiero.

«Igualmente hago los mandados en el barrio, donde me hace feliz que las personas me conozcan y me saluden con cariño. En la calle, cuando tengo la oportunidad, ayudo a la gente necesitada e intento ser la misma persona humilde de toda la vida, o sea, un tipo normal, sencillo y natural para todos. Así es Leonardo Díaz».

Aunque Leonardo (al centro) no es de los más conversadores, en las grandes citas siempre aprovecha para compartir experiencias con alguno de sus compañeros.

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