La de Eusebio Leal Spengler es una de esas vidas sobre las que nos preguntamos ¿cómo ha habido tiempo para tanto? Reconocido por su desempeño en numerosas áreas intelectuales como la ensayística, la investigación, la política,
es sin duda su trabajo como historiador de la Ciudad de La Habana, y al frente del proyecto de restauración de esta, el que le ha granjeado el reconocimiento y prestigio del que goza dentro y fuera de Cuba.
A su voluntad y constancia se deben la mayor parte de los avances en la recuperación del centro el histórico de la Habana Vieja, una obra de dimensiones admirables, y que ha logrado colocar la protección de las ciudades
patrimoniales en un escaño prioritario de la agenda nacional.
Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, Embajador de Buena Voluntad del sistema de las Naciones Unidas y asesor del tema para La Erradicación de la Pobreza,
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; Doctor Honoris Causa de varias universidades de América Latina y Europa, son algunos de los méritos que ostenta.
Leal nació en La Habana el 11 de septiembre de 1942. De formación completamente autodidacta comenzó a trabajar a los 16 años en el gobierno municipal de La Habana Vieja. Allí alcanzó el nivel de sexto grado.
De formación católica, en sus años de juventud perteneció a la organización religiosa Juventud Acción Católica, allí conoció a los primeros conspiradores contra el régimen de Fulgencio Batista, con los cuales colaboró.
Conocer a Emilio Roig de Leuchsenring influiría en muchas facetas de su vida, pero sobre todo en la orientación de su vocación por la historia. Sería su discípulo más avanzado. Tanto así, que con solo 25 años, en 1967,
lo sucedería en sus cargos de director de Museo de la Ciudad de La Habana e Historiador de la Ciudad.
Sin haber obtenido oficialmente más nivel escolar, y luego de una ingente preparación, presentó exámenes de suficiencia académica en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, que le permitieron
ingresar a este centro de altos estudios por Decreto Rectoral para cursar la Licenciatura en Historia en 1974, que concluirá en 1979.
Su responsabilidad dirigiendo la recuperación de obras del patrimonio nacional comenzó desde la misma década del 60, al frente de obras de restauración de la Casa de Gobierno, antiguo Palacio de los Capitanes Generales
y Casa Capitular, que concluyen en 1979. En 1981 se le confiere la responsabilidad de conducir las inversiones de las obras de restauración aprobadas por el Gobierno de la Ciudad el 5 de mayo de aquel año.
Se acordó que la Oficina del Historiador de la Ciudad pasara a desempeñar el papel de inversionista en un proyecto que conducía la Dirección Provincial de Cultura, de cinco años, de 1981 a 1985, y que luego se prolongó
hasta 1990.
«Esa etapa fue muy importante, de gran experiencia para nosotros, y se sentaron las bases de lo que sería después la moderna concepción de la Oficina del Historiador a partir del Decreto-Ley 143 de 1994» recuerda.
«Ese mismo año (1981) se declaró Monumento Nacional a las siete villas fundadas en los primeros años del siglo XVI. Fue una labor muy personal del capitán Antonio Núñez Jiménez.
Sobre esos primeros años de esfuerzos comenta:
«…creo que lo más arduo fue la lucha por hacer prender una conciencia. Recuerdo cuando todo comenzó, los años en que éramos tenidos por dementes. «Está loco, pero es trabajador», decían, como consuelo piadoso, mientras
yo comprendía que ese apelativo, ¡loco!, encarnaba un atributo para bautizar lo que poco a poco pudimos ir acumulando.»
En 1982 un hito acercaría a la añeja ciudad a sus destinos de re nacimiento: Conforme a la declaración de la UNESCO el perímetro de las antiguas murallas y el Sistema de Fortificaciones para la defensa de la ciudad fue
inscripto en el Índice del Patrimonio Mundial con el número 27.
La entrada en los 80 marcó la gestación una conciencia popular respecto a los valores culturales de la ciudad y su centro histórico. En este contexto aparece el programa televisivo Andar La Habana, dirigido por Leal y todavía
en el aire, cuyo objetivo fundamental era acercar la historia de la ciudad a los televidentes cubanos.
El 16 de abril de 1986 le es asignada la responsabilidad de las obras en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña y, más tarde, en el Castillo de los Tres Reyes de El Morro. Se avanzaba desde entonces con paso más firme
para consolidar la obra de rescate que en la década del 90 sentaría las bases legales e institucionales que hasta hoy la rigen, siempre con la Oficina del Historiador como organismo rector.
Historiador de la Ciudad de La Habana. Presidente de la Comisión Nacional de Monumentos, Presidente del Comité Cubano del ICOM y Presidente de Honor del Comité Cubano del ICOMOS y de la Sociedad Civil Patrimonio, Comunidad
y Medio Ambiente; Decano de la Facultad del “Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana”, Título de Profesor de Mérito de la Universidad de La Habana, son otros de sus múltiples reconocimientos.
La impronta de Eusebio Leal trasciende la mera recuperación del espacio material de una ciudad. Va más allá, para adentrarse en el complejo imaginario cultural de sus habitantes y hacerlos partícipes de la transformación
emprendida. En la dimensión cultural de cada una de las acciones que emprende radica el éxito de su proyecto social. El concepto de ciudad habitada, donde sus ciudadanos sean parte inseparable de la recuperación del
patrimonio, ha colocado a La Habana Vieja como referente de buenas prácticas en el manejo de ciudades patrimoniales.
«Hay que ver el asunto de la restauración no solo desde los valores que ella implica, que son intrínsecos. Hablamos de ciudad habitada. Atendamos a lo que ha generado, a los reconocimientos que a nivel mundial han encomiado
nuestro modelo de sustentabilidad. Ejercitemos la memoria. Más que constructivo, el nuestro ha sido un empeño cultural. La agonía mayor es lo que resta por hacer».