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Los papeles de Juana

Papeles, documentos, evidencias… La vida toda está en ellos, desde el certificado de nacimiento hasta el de defunción. Cuando alguno cae en un «agujero negro» cómo cuesta recuperarlo.

Al menos en nuestros predios, la urdimbre «papelística» se complica a más no poder. Bien lo sabrá la espirituana Juana de Dios Santander Hernández (Valdespino No. 75, Casilda, Trinidad), de quien dijimos el pasado día 13 que llevaba un buen tiempo corriendo tras 17 años «perdidos» de su expediente laboral.

El asunto arrancó porque —necesitada de jubilarse y confiando en que tenía el acumulado de años trabajados para ello— Juana entregó su documentación en la entidad de Farmacias y Ópticas de Trinidad, donde se desempeña.

Cuando desde esta institución se comenzó a tramitar el caso, advirtieron que las casi dos décadas que Juana había laborado en empresas de la Agricultura como Frutas Selectas y Pecuaria, no constaban como debían en el expediente. De ahí, a lanzarse a gestiones que, al momento de escribirnos, no hallaban la solución adecuada.

Con fecha de dos días después de publicado el caso, respondió a Acuse Ubaldo Echenagusia Peña, director de Capital Humano en la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas de Sancti Spíritus.

Informa Ubaldo que la relación laboral de Juana con esa entidad, iniciada el 9 de octubre de 2002, obra correctamente en el expediente laboral abierto allí. Pero cuando la especialista correspondiente de Farmacias y Ópticas hizo la presentación del caso ante la Dirección de Seguridad Social del municipio de Sancti Spiritus, se le señaló que los pliegos anteriores al vínculo con Farmacias aportados por la doliente, eran no válidos. Y ahí se complicó el asunto.

«En múltiples ocasiones —especifica el Director de Capital Humano— hemos contactado este caso con esos compañeros, y al no poder presentar la documentación correcta, hemos estado corriendo y seguiremos, de ser necesario, para que Juana de Dios pueda disfrutar de su jubilación».

Rememora el ejecutivo que antes de la Resolución 8 del 2005 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, los trabajadores recibían su expediente laboral directamente al causar baja y debían hacerlo llegar al centro donde se abría una nueva relación; y, como los legajos que habrían de contenerse en una carpeta de este tipo no son del dominio de todos, podía ocurrir —por ejemplo— que se extraviaran documentos o faltaran otros, y no se advertía.

«Por eso el Ministerio de Salud Pública en su sistema de gestión del capital humano tiene incluido (…) revisión y asesoramiento a todos y cada uno de los trabajadores de la situación de sus documentos... que está siendo puesta en marcha, y hoy el ciento por ciento de nuestros trabajadores deben haber revisado su expediente con un especialista de Recursos Humanos en su municipio y anotadas las incidencias que allí puedan encontrarse», apunta.

Agradecemos la rápida y esclarecedora respuesta de Ubaldo. Ahora faltaría que las instancias de Trabajo y Seguridad Social a nivel municipal o provincial se pronuncien al respecto y aclaren el porqué los papeles presentados por Juana son «no válidos» y, lo más importante, cómo recuperar, con la menor complicación posible, sus 17 años laborados. También su respuesta serviría para ilustrar a quienes atraviesan por vericuetos similares en el país.

Igualmente sería oportuno que las empresas de la Agricultura en las que laboró la espirituana, contesten cómo pudieron emitirse documentos cuyo curso legal es no viable. ¿Qué sucede con quien, desde una entidad cualquiera, comete errores de este tipo, que repercutirán en la vida de otros?

A veces las madejas burocráticas se enredan más porque pervive la costumbre del «no pasa nada». Y no se trata de pedir sangre por cada error humano, sino de humanizar los trámites y exigir responsabilidad. La piel ajena puede ser nuestra.

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