Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ruido, ruido…

Deisy Ruiz Chaveco reside en el casco histórico de la ciudad de Santiago de Cuba, específicamente en San Agustín 476 ½, entre Bayamo y San Gerónimo. Y denuncia las continuas agresiones sonoras de los camiones recolectores de basura, en especial el número 11 que presta servicios en esa área.

Agradece la remitente que el recolector 11 pase todos los días recogiendo la basura, contribuyendo a la higiene y limpieza de ese barrio. Pero critica la agresión sonora con que se acompaña, sonando campana y claxon a la vez, en el horario comprendido entre las 5:00 a.m. y las 7:00 a.m., cuando muchas personas aún descansan para luego incorporarse a sus ocupaciones.

Ante las quejas de los vecinos, la Directora municipal de Servicios Comunales defiende la medida de sonar campana y tocar claxon, pues hay personas que se quejan, porque si no es de esa manera no se enteran de que pueden sacar la basura.

«No compartimos dicha opinión, afirma Deisy, pues por unas personas que violan las orientaciones de sacar la basura en horas de la noche o la madrugada, es inconcebible que  la Dirección de Comunales apoye la terrible agresión sonora por complacer a unos cuantos incumplidores, y así se provoquen daños sicológicos a miles de personas, incluidos turistas nacionales y extranjeros que se hospedan en hoteles y casas de arrendamiento».

Refiere Deisy que durante el pasado mes de noviembre recibieron visitas de funcionarios de Comunales y Salud Pública a distintos niveles, a quienes les trasladaron sus quejas.

Pero la agresión sonora, explica, se incrementa también por decenas de alarmas instaladas en bancos, tiendas y otros centros de trabajo, así como autos y motos estatales y particulares. Se disparan, y los responsables de las mismas no aparecen para comprobar lo que está sucediendo.

Y para colmo de tanta bulla, muchas personas merodean por esa zona  con equipos de música ambulantes, a altos volúmenes. Y crean serias molestias a quienes están en sus casas descansando.

«Ninguna autoridad hace absolutamente nada para frenar esas agresiones sonoras, que producen daños acústicos de imprevisibles consecuencias, expresa. No queremos un Santiago de Cuba  triste y fantasmagórico, sin bulla; queremos una ciudad alegre, limpia, organizada y disciplinada», concluye Deisy.

Polvo en los pulmones

Esperanza García Hernández (calle 36 No. 3608, Central Boris Luis Santa Coloma, Madruga, Mayabeque) escribe en nombre de muchos vecinos que viven alrededor de esa arteria por donde transitan los camiones cargados de caña hacia el centro de acopio de ese ingenio azucarero.

Cuenta Esperanza que una parte de esa arteria estaba en malas condiciones, con baches. Y días antes de comenzar la zafra azucarera le retiraron todo el asfalto y agregaron polvo blanco. Ello ha afectado la salud de los pobladores, pues permanecen con puertas y ventanas cerradas, y aun así los agreden las nubes de polvo que levantan los camiones.

«Muchos somos asmáticos y alérgicos. Aquí conviven niños y ancianos. En varias ocasiones hemos conversado con el Presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular y no hemos tenido respuesta.

Según Esperanza también se ha acudido a las autoridades provinciales y no hay respuesta. «Sabemos la situación que vive el país, pero no podemos continuar así», señala, y agrega: «¿No tenemos derecho a respirar un aire saludable?».

Y desde Quivicán, en la avenida 19, No. 2809, escribe Eligio A. Álvarez González para denunciar irregularidades en la entrega de los tres periódicos nacionales por parte de Correos de Cuba a los suscriptores de los mismos.

Eligio está suscrito a Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores. Y comprende que, en estos momentos, dada la seria crisis del combustible, los periódicos lleguen tardíamente, e incluso que se acumulen las ediciones, dada la delicada situación con el combustible en el país.

Lo que sí no comprende es que no le lleguen todos los periódicos. Dejan un periódico y no el inmediatamente anterior a esa fecha, por ejemplo. Tardíos, pero que los reciba, pues para eso los paga, señala el lector.

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