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El daño de una puerta intrusa

Los vecinos cambian con los años, pero las violaciones de linderos se heredan impunemente por una puerta que nunca se debió abrir, dice Clara Herrera Hernández (calle 6ta. No. 19102, entre Calzada de San Miguel del Padrón y Pasaje Santa Bárbara, San Miguel del Padrón, La Habana).

Cuenta que en 2009 se mudó para esa vivienda, la cual da a la calle, pero tiene al lado un edificio con una bodega por delante, y detrás los apartamentos interiores, cuyo fondo da para el lateral de su casa. Los separa un pasillo reglamentario.

Cuando Clara se mudó, la vecina del primer apartamento detrás de la bodega ya había abierto una puerta por la pared del final de su domicilio. Era intrusivo, porque la puerta da a una ventana suya, solo a 1,50 metros. Pero no acudió a un litigio. Habló con la vecina, infructuosamente.

Después la vecina cercó en el límite o linde a la altura de 1,25 metros. Un patiecito a la fuerza. Y colocó un tanque de agua, frente a la ventana de la sala de Clara, en el pasillo que divide. Se le alertó de que el tanque no se desbordara. Y la respuesta fue poner un zinc de medio metro de altura por casi dos metros de largo, sobre la cerca, obstaculizando la entrada de aire por la ventana de Clara.

La vecina permutó el apartamento en 2015 con un familiar, quien sustituyó el tanque por uno mayor y lo instaló sobre una base metálica a una altura de un metro, casi frente a la ventana del cuarto del hermano de Clara. Se le llamó la atención, y no hizo caso. Y con el paso de los días, el tanque comenzó a derramarse, con las lógicas molestias.

Los desbordamientos del tanque eran constantes. Clara le habló al vecino. Y este dijo que no lo iba a quitar, que eso era un patio, y podría poner hasta pollos.

Clara se cansó. Fue a Edificios Múltiples en el municipio y denunció el problema. Prometieron visitarle y comprobar. Fue una inspectora y corroboró que había violación. Le sugirió a Clara que hiciera una carta y, además, comunicó lo visto a sus superiores.

Ella llevó la carta a Edificios Múltiples el 18 de mayo de 2015. Habló con el director, quien le dijo que tenía un mes para responderle. Pasó el mes y nada. Ella fue a verlo, y entonces le dijo que le habían quitado los inspectores, y no tenía personal. Y agregó que como ella estaba en trámites de cambio de propiedad, por haber fallecido su mamá, era necesario, para enfrentar la situación, tener ya la casa a nombre suyo. Eso paralizó todas las gestiones.

El vecino vendió el apartamento, no sin antes alquilarlo. A los alquilados se les llamó la atención sobre el desborde del agua, y fueron ellos quienes lo solucionaron, porque el propietario hizo mutis por el foro.

La nueva vecina mantuvo el tanque, la puerta y la cerquita. Un día llevó un perro que ladraba constantemente y molestaba. Clara habló con ella, quien lo desapareció.

El tanque volvió a derramarse. Se le dijo varias veces a la vecina, quien alegó no tener dinero para poner una llave de paso. Clara fue a la Dirección Municipal de Salud y denunció el derrame de agua que se acumulaba, un foco potencial de vectores. Vino la inspectora de Salud y le dio un mes para erradicarlo, so pena de ponerle una multa. La aludida nada hizo. El hijo de Clara pagó la llave de paso.

Mientras Clara estaba en misión médica en Venezuela, la vecina cambió el tanque. Cuando empezó a poner el nuevo, el esposo de Clara fue a ver al jefe de sector de la Policía Nacional Revolucionaria, quien fue a casa de la vecina y la requirió: debía quitar desechos de arreglos interiores que había hecho: latas, el tanque viejo, una taza sanitaria, todo ahí en el pasillo…

La vecina limpió algo el área, pero mantuvo el tanque y la taza sanitaria. El esposo de Clara habló con el delegado del Poder Popular, quien fue dos veces a la Dirección Municipal de Planificación Física. Pero de esa institución nunca fue un inspector.

Al final, la historia es que se han heredado, de un vecino a otro, las violaciones desde que la primera vecina abrió la puerta de las ilegalidades.

«Y nada ha cambiado, afirma. He vivido una larga odisea frente a violaciones de lo establecido por sucesivos vecinos. Seguimos sufriendo en mi casa las secuelas que un día trajo la irresponsable apertura de una puerta donde no iba. ¿Tengo que aceptar pasivamente? ¿No hay alguien que haga justicia? ¿La legalidad muere por caducidad?».

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