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Solucionado, pero quedan interrogantes

Rubén Rolando Serrano Orozco puso en entredicho aquí el 24 de noviembre de 2019 la confiabilidad y seguridad de las tarjetas magnéticas como medio de pago, por la fatídica experiencia que tuvo el 18 de agosto de ese año, cuando intentó solventar el importe de dos cervezas en el complejo gastronómico El Wamby, de la ciudad de Santiago de Cuba.

Decía que al pasar su tarjeta magnética por el POS, este no funcionó, y al final tuvo que pagar en efectivo. El 22 de ese mes verificó en un cajero automático sus últimas operaciones con la tarjeta. Y le apareció… ¡un gasto de 188.50 ese 18 de agosto! ¿Cómo era posible, si él no había intentado hacer otra operación en ningún otro POS tras aquel fracaso?

En el Banco de dicho cajero le sugirieron que fuera a Fincimex, donde le informaron que su tarjeta es del Banco Popular de Ahorro (BPA) y no del Banco de Crédito y Comercio (Bandec), que son las que ellos atienden. Y le dieron un teléfono de Fincimex en La Habana, con el cual nunca pudo comunicarse.

Rubén volvió a El Wamby, donde el gerente extrajo el listado de operaciones del 18 de agosto. Y le notificó que ese día nadie pagó con tarjeta. Fue al BPA, allí la jefa de Caja le informó que en esos casos se hace una reclamación al Banco Virtual en La Habana, con un plazo de diez días.

Así lo hizo, y a los diez días fue al BPA: la jefa de Caja le expresó que, según el Banco Virtual, la factura es precisamente de El Wamby. Y también el Banco en La Habana sostenía que ellos no tenían nada que ver con eso.

Rubén Rolando retornó a El Wamby, para informarles del resultado de la reclamación, y allí le comunicaron que ellos no tenían solución. Entonces se dirigió a Cimex, entidad a la que pertenece El Wamby. Le contó al gerente, este tomó el número de su tarjeta y el de su carné de identidad, y le prometió investigar. A la semana, le respondió que no había solución, pues no se había podido determinar el POS que emitió la factura de 188.50 pesos que se debitó en la tarjeta.

«Para finalizar, planteaba Rubén, si el Banco Virtual conoce el origen de dicha factura, ¿por qué no aportan los datos para resolver esta situación? No es solamente la devolución de mi dinero, sino detectar el hecho, que es bastante serio y pone en entredicho la seguridad de las tarjetas magnéticas».

Al respecto, responde Tania Fitó Hernández, presidenta del BPA, que «la funcionaria de la sucursal bancaria en que presentó (Rubén) la reclamación cumplió con los trámites establecidos para atender reclamaciones, y el importe reclamado le fue acreditado al cliente».

Y agrega que «en el momento en que el reclamante envió su inconformidad ya tenía acreditada en su tarjeta magnética el importe que reclamaba, lo cual se hizo el 1ro. de octubre».

Agradezco la respuesta y la solución final del caso, pero lo escueto de la respuesta, y el hecho de que otras entidades aludidas no hayan respondido como lo hizo el BPA, deja en blanco algunos elementos importantes:

¿Por qué el cliente tuvo que desgastarse en gestiones infructuosas una y otra vez ante Fincimex, El Wamby, el BPA, el Banco Virtual y Cimex, sin una solución o respuesta definitiva? ¿Por qué el cliente debe enfrentar esa agonía y no puede tramitarse todo entre las propias entidades? ¿Cuándo fue que la sucursal bancaria solucionó todo, si Rubén  se cansó de gestiones hasta escribir a esta sección?

¿Por qué el Banco Virtual aseguraba que la factura provenía de El Wamby, y en El Wamby le dijeron que no tenían solución? ¿Cómo se explica que Cimex entonces afirme que no hay solución, y que no se había podido determinar el POS que emitió la factura? ¿Por qué no se detectó el hecho, tal como solicitaba Rubén? ¿Adónde fueron a parar esos 188.50 pesos?

Una sociedad que se está informatizando requiere respuestas más ágiles, coordinadas y transparentes, cuando fallan los artilugios de la tecnología y aparece la duda en los clientes.

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