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Divergencias en el equipo de la Casa Blanca

Otra vez la Casa Blanca de Washington corrige declaraciones de su secretario de Estado, Rex Tillerson. Por tanto, los rumores de su posible cesantía o renuncia aumentan.

El martes, el hombre de la Exxon-Mobile dijo que Estados Unidos estaba listo para conversar con Pyongyang sin pre-condiciones. Ni qué decir tiene que esta conciliatoria aseveración trajo un suspiro de alivio no solo en el Extremo Oriente, también en el  resto del mundo, en la creencia de que podría disiparse el sombrío pronóstico de una posible guerra y con ingrediente nuclear.

La declaración de Tillerson respondía a señales desde la República Popular Democrática de Corea en cuanto a su disposición a emprender conversaciones bilaterales directas.

Sin embargo, este jueves llegó el jarro de agua fría que congela cualquier pensamiento positivo. La Casa Blanca de Donald Trump cree que las conversaciones son «inútiles» y —displicentemente—, su vocera Sarah Huakabee-Sanders puntualizó que el presidente no ha cambiado de opinión.

Recordemos que hace un tiempito el mismo Trump dijo que el jefe de la diplomacia estadounidense estaba «perdiendo el tiempo» en sus intentos de conversar con Pyongyang  que, al decir del mandatario, «solo entiende una cosa» , cuatro palabras que en el vocabulario trumpiano quiere decir «el lenguaje de la  guerra».

Ahora, Trump ratifica otro punto de divergencia con Tillerson, al tiempo que estruja la iniciativa racional de su Secretario de Estado y pisotea la esperanza del mundo.

Cuando ni siquiera ha transcurrido un año a cargo de la administración del imperio, el magnate presidente, al que no le gustan ni las criticas ni los criterios diferentes, ha discrepado con Tillerson en varios temas, y siempre se va por la vía de romper lo pactado anteriormente o por endurecer posiciones: el acuerdo nuclear con Irán y  las medidas de aislamiento contra Qatar, por citar alguna.

Mientras esté en el cargo parece que Rex Tillerson está condenado a ser el protagonista —nunca primera figura— de una permanente fe de erratas…Trump ha sido claro «Yo soy el que mando».

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