Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Ascendiendo

Evocación al capitán descalzo

—«Este es Polo Torres, el “Capitán Descalzo”. Fue el guía del Che, y será nuestro guía al Pico Turquino» —dijo Guillermo Cabrera Álvarez, mientras tímidamente nos apretaba la mano aquel pequeño hombre. Lo habíamos encontrado en Pasajes de la Guerra Revolucionaria, con un protagonismo enorme. —«Esta será mi subida 145» —nos confesó. —«Ay, préstame las plantas de tus pies para poder subir» —jaraneó una muchacha, extrayéndole una sonrisa.

Hipólito Torres Guerra era una leyenda en la Sierra. Campesino pobre, aprendió a caminar sin zapatos por las empinadas lomas, en busca de sustento. En su finca, La Mesa, lo topó el Che Guevara y su tropa rebelde. Polo se convirtió de inmediato en colaborador y práctico en la serranía. Por su rechazo a ponerse botas, el Che lo bautizó como Capitán Descalzo. En esos parajes se creó la Comandancia de la Columna 4, llamada Pata de la Mesa. —«Porque La Mesa necesita patas» —bromeó el Che con el campesino y aquella anécdota la saboreábamos en la voz del cronopio, que convidó a jóvenes del país a escalar la Sierra Maestra en una expedición guerrillera por los 80 años de Fidel, quien se restablecía de una enfermedad.

En el trayecto hasta Aguada de Joaquín, Polo se convirtió en escolta del pequeño grupo que custodiaba al Guille desde la retaguardia. A la mañana siguiente, en la subida al techo de Cuba, el Capitán Descalzo hizo gala de su destreza. Sin zapatos, casi un atleta olímpico, escaló el macizo del Turquino para tocar las estrellas.

Ya en el retorno acompañé al andarín guerrillero: —Hábleme de las montañas, mi viejo… . —Las lomas son malas, mijo —respondió certero. La noche atrapó a algunos en la oscuridad de la sierra. Sin tregua al reposo, Polo tomó una linterna y volvió a la montaña en misión de rescate, sacando uno por uno a la agotada tropa. Fue la última imagen que guardé del legendario combatiente.

Este 2 de octubre, el Capitán Descalzo inició su última escalada a la inmortalidad, a los 92 años. A un periodista le confesó: —«Tengo que morir frente a estas lomas gloriosas».

La Sierra Maestra aguarda su regreso.

Semilla

La cima es la mitad del camino. Ed Viesturs.

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