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Heroínas

El éxito de un buen atleta no se alza únicamente sobre un podio de esfuerzo y sacrificios propios, pues en ello también se involucran los entrenadores, la indispensable tríada médica de cada deporte, compañeros de equipo, amigos, familiares y hasta los aficionados.

Detrás de la superación profesional y de las conquistas de cada deportista también se esconden los desvelos, la abnegación y la alegría de un ser especial, esa no es otra que mamá.

Y es que, cuántas historias de muchachas y muchachos de diferentes disciplinas no comienzan con el pequeño empujoncito de la autora de sus días; cuántas manos maternales han cosido uniformes e incluso, reparado implementos; o cuántas veces su presencia en las gradas ha sido aliento, fuerza y consuelo.

Una madre nunca es igual a la otra.

Están las que jamás fueron fieles a ningún deporte, ni que decir de conocer sus reglas, pero basta con que su hijo escoja uno para volverse expertas en el tema.

A algunas, por su parte, el don de la paciencia las define, al punto de que pueden ser testigos, sin perder la cordura, de la metamorfosis de aquellos que en tiempo record, logran cambiar de deportes cual si se tratara de camisas, hasta que aparece el indicado, o desisten.

Las conozco que han derramado lágrimas por considerar que sus pequeños practican disciplinas peligrosas y luego son quienes más gritan, aplauden y vitorean en las competencias. Así de únicas son.

En Cuba, donde un atleta de élite casi siempre está lejos de casa, ya sea en los centros de alto rendimiento o en el extranjero, las madres sufren y soportan como nadie el dolor de la separación. Una ausencia que solo la recompensa el abrazo del hijo que retorna, aún cuando su pecho no llega cargado de medallas.

Hoy, cuando el mundo convulsiona bajo los terribles efectos de una pandemia, son ellas las que nuevamente se visten de imprescindibles y no dudan en ofrecer su ayuda,  por pequeña que sea, a aquellos que ahora se ven obligados a entrenarse en el hogar.

De ahí que detrás de cada buen resultado que los atletas antillanos han regalado al país durante este tiempo atípico, lo mismo en escenarios virtuales que reales, esté también la presencia, tantas veces anónima, de mamá.

Sí porque aunque no son pocos los que aprovechan cualquier tribuna para dedicarles sus triunfos, agradecerles y venerarlas como se merecen, para quienes nos concentramos solamente en los que colman el podio, pasa desapercibida la labor de estas heroínas.

Que sirva entonces este segundo domingo de mayo para una vez más retribuirlas por el aporte que secretamente realizan.

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