Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Método cubano de alfabetización llega a Sevilla, España

El método Yo, sí puedo deja de ser un instrumento exclusivo para países pobres. En España se dan los primeros pasos para su implementación

Autor:

Julieta García Ríos

Cartel empleado en la divulgación de la campaña.

De las orillas del río Guadalquivir, en Sevilla, España, saldría el Almirante con sus naves rumbo al nuevo mundo. Transcurridos cinco siglos de su encuentro con América, algunos pobladores de la región europea «temen» que por las márgenes del Guadalquivir les llegue otro conquistador, solo que no comprenden que en este caso se trata de uno muy noble.

La «sospecha» nació luego de que el Ayuntamiento de Sevilla anunciara en conferencia de prensa que se trabajaba para aplicar el método de alfabetización «Yo, sí puedo», desarrollado en Cuba.

Francisco Manuel Silva y Miguel López Adán, quienes se desempeñan como funcionarios del Ayuntamiento de Sevilla, comentaron en diálogo con este diario que de los 708 000 habitantes censados en la capital de esa región española, unas 15 000 personas no saben leer ni escribir y casi 331 000 ciudadanos carecen de título académico alguno, ni siquiera del nivel primario.

Existen, además, unos 40 000 pobladores de los que solo se sabe que están vivos y habitan aquellos parajes. Los jóvenes especificaron que las cifras de analfabetos pueden ser mayores, pues las estadísticas solo reconocen en esa categoría a quienes no saben firmar. En el año 2003 el Partido y la Juventud comunistas de Sevilla supieron de la existencia del método cubano de alfabetización, pero no fue hasta el 2005 que algunos de sus miembros pudieron presenciar en Venezuela la aplicación del Programa, en los días del XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Sorprendidos por la rapidez y el entusiasmo de los venezolanos que se adentraban en el fascinante mundo de las letras y los números, la delegación participante en el Festival contactó con representantes cubanos del Método. Lo hicieron con urgencia, y en medio de los agitados días del cónclave se plantearon una iniciativa atrevida: llevar la experiencia al Viejo Continente.

Francisco Manuel Silva. Sobre el suceso Francisco, quien es delegado de Juventud y Deportes del ayuntamiento de Sevilla, comenta: «Continuamente Europa se empeña en dar a América Latina recetas y recomendaciones de cómo hacer las cosas. Por primera vez podíamos llevar a una ciudad europea un modelo latinoamericano».

Inicialmente el Partido y la Juventud Comunista de esa demarcación, mediante una resolución, puso a consideración del Ayuntamiento la petición de Cuba de reconocer el método Yo, sí puedo como programa de alfabetización de la UNESCO a nivel mundial.

En noviembre del año 2005 se aprobó la propuesta por unanimidad. Entonces comenzó el proceso para aplicar el Programa, y un mes más tarde viajó a Cuba una delegación del Partido y la Juventud Comunista de Sevilla, la cual intercambió con especialistas del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, institución que desarrolla el método y asesora su aplicación en distintos países. En aquel encuentro se dieron las indicaciones para impulsarlo.

Conformar un equipo de técnicos y pedagogos, y captar voluntarios que trabajen como facilitadores, estuvieron entre los mayores retos. Para lograrlo los españoles se dieron a la tarea de crear una estructura social, una red integrada por la Asociación de Vecinos, la Universidad, centros de Trabajo Social, de educación de adultos, colegios e institutos...

REALIDAD ESPAÑOLA

Miguel López Adán. Cuenta Miguel López, director del área de Juventud del Ayuntamiento de Sevilla, que actualmente en España un tercio de los jóvenes no concluyen los estudios de secundaria básica, y que las mayores tasas del fracaso escolar se concentran en el Sur.

Lo que sucede, dice, es que el sistema educativo en España tiene muchas carencias. Una de ellas es la poca motivación que sienten los estudiantes por aprender, lo que se refleja en el fracaso escolar y en la elevada tasa de ausentismo.

«Esa situación contrasta con la de Cuba donde niños y adolescentes han hecho del asistir a la escuela un deber», apunta Miguel.

Francisco agrega que el sistema social de su país desmotiva la formación del alumno, al crearle la sensación de que estudiar no sirve de nada, que es una pérdida de tiempo, argumenta el delegado de Juventud y Deporte en el Ayuntamiento de Sevilla.

«Los capitalistas lo tienen todo pensado para cubrir sus necesidades básicas: obreros con baja calificación, a quienes se les pueda pagar poco y explotar el tiempo suficiente».

—¿Cómo se comporta el índice de analfabetismo en España?

—El sistema tiende a ocultar la cifra de iletrados —dice Francisco—. Según el informe de la ONU el nivel de analfabetismo que hay en España está por debajo del dos por ciento. Cifra similar a la que se registra en Sevilla, los 15 000 analfabetos con respecto a los 708 000 habitantes. Sin embargo, nosotros reconocemos que existen 331 000 personas que se supone saben leer y escribir porque estuvieron alguna vez en el colegio, aun cuando no se graduaron ni de la enseñanza primaria.

«Las cifras que manejamos son indirectas, porque como analfabeto se reconoce a la persona que no sabe firmar su nombre, pero hay quien lo hace con un garabato y no significa que sepa leer ni escribir, ni expresar lo que piensa, ni interpretar y comprender su entorno. El analfabetismo es un fenómeno mayor».

LOS PRIMEROS PASOS

No han sido pocos los obstáculos que han aplazado la aplicación del «Yo, sí puedo» en Sevilla. Desde hace más de seis meses los especialistas cubanos que asesorarán el Programa aguardan por que las autoridades migratorias les concedan la visa para entrar al país.

—¿En qué fase del Programa están?

Francisco: En la primera. Ya tenemos conformado y seleccionado el equipo de técnicos y pedagogos sevillanos que van a participar. El método está estructurado en tres fases: una de diagnóstico, que estamos desarrollando ahora; otra de pilotaje, que se hará en dos zonas con realidades sociales distintas y con un número relativamente pequeño, así evitamos que haya problemas logísticos. A partir de ahí se pasa a la generalización.

—¿Cuáles son los sitios escogidos para el diagnóstico?

—Los barrios de El Cerezo y el Polígono Sur. El primero se caracteriza por una elevada tasa de inmigrantes procedentes en su mayoría de Marruecos, Ecuador, Bolivia, Colombia, Senegal, Gambia y Sierra Leona. Ellos tienen una situación socioeconómica complicada.

«Muchos no tienen permiso de residencia ni de trabajo y son desatendidos de cualquier cobertura social. Se les priva del acceso a la sanidad y a la educación mediante el cauce normal. Están en una situación irregular y viven con el temor de ser deportados», comenta Miguel.

«El Polígono Sur, el otro barrio escogido para introducir el programa, tiene la tasa de marginalidad más elevada de Europa. Es el más deprimido de todo el continente. Hemos visto los cerros de Caracas y las fabelas de Brasil y nada tienen que envidiarle. Es un barrio tan deprimido que los poderes públicos plantearon abiertamente que no iban a intervenir en ese sector de la ciudad. Dejaron de entrar el correo, los servicios públicos y aquello se convirtió en un territorio sin ley, ni la limpieza se hacía. Lo definieron como un gueto urbano, y les dijeron al resto de la ciudad “mejor no entre usted ahí, si lo hace no podemos protegerlo”».

TENEMOS QUE APRENDER DE CUBA

Cuentan que cuando por vez primera conversaron con los pobladores sobre el método, estos expresaron escepticismo, por ser personas que han visto cómo su situación ha ido empeorando mientras desde hace tiempo los poderes públicos les han prometido que van a mejorar sus vidas.

«Lo que les planteamos fue romper con los modelos anteriores. Buscábamos un modelo más activo y comprometido. Son facilitadores los que van a casa del iletrado a conocer su realidad y a explicarle en qué consiste la herramienta con la que van a conseguir aprender a leer y escribir», apunta Francisco.

«Quienes reciben la visita sienten que por vez primera alguien asume el compromiso de entrar donde nadie lo había hecho. Eso ha permitido que en las asambleas los vecinos de la comunidad analfabeta hayan aceptado el programa como algo posible porque es distinto.

«Uno de los principales méritos es cambiar la dinámica, superar el método pasivo, que no ha dado resultado desde hace más de 25 años; porque una persona en la marginalidad, no va a sacar dos horas para ir a la escuela. Pero si van a su casa, se sientan con ellos, difícilmente digan no.

—¿Cómo ha sido la captación de los facilitadores?

Miguel: Sabíamos que ese no sería un problema porque lo que necesitábamos eran voluntarios con vocación y entusiasmo para enseñar. Los materiales audiovisuales explican cómo hacerlo. Eso nos abría mucho la opción. A través de los propios vecinos llegan las solicitudes. Nos llaman por teléfono y se presentan personalmente para mostrar su disposición. Se han dado casos de jóvenes que llegan y nos dicen: «Quiero que ilustren a mi madre y a mi padre y yo me brindo para enseñar».

—¿Por qué aplicar el método en Sevilla?

Francisco: Lo que queremos es situar a los sevillanos ante su realidad, asimilar una experiencia que funciona en América Latina, y demostrar que Europa tiene mucho que aprender de este continente y en especial de la Revolución Cubana.

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