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Científicos cubanos revelan consecuencias de desaparición de zonas heladas

Protagonistas de la primera expedición cubana al Polo Sur, en 1983, afirman que los cambios en el medio polar no son meras especulaciones

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Si Pedro Valentín y Julio Pérez visitaran el Polo Sur este año, entre las imágenes de aquella inmensidad blanca que tanto les impresionaron, encontrarían pequeñas «manchas negras».

Para quienes aquel hielo ha quedado como esplendorosa pintura del paisaje desde febrero de 1983, hoy podrían asombrarse ante montañas apenas barnizadas con espesores de nieve, o cavernas nunca imaginadas, ahora descubiertas y a punto de desaparecer.

Aquellos que protagonizaron la primera expedición cubana al Polo Sur, no pueden adaptarse a la idea de que quizá para el año 2060 las regiones polares se hayan deshelado, y la fotografía de un continente todo blanco pertenezca al pasado.

Por increíble que parezca así se plantea en no pocas investigaciones científicas. Estudios recientes revelan que la Antártida podría desaparecer como la zona más fría del planeta, y con el derretimiento de los hielos, los mares elevarían peligrosamente su nivel actual.

Tras permanecer 273 días en la Antártida, hace más de 20 años, el doctor en Ciencias Meteorológicas y Geográficas Pedro Valentín Fernández, y su colega Julio Pérez Pérez, doctor en Ciencias Geográficas, ambos del Instituto de Meteorología, afirman que los cambios que ya se registran en el medio polar no son meras especulaciones.

El derretimiento de grandes icebergs constituye uno de los efectos a largo plazo del calentamiento global en los polos.

«En el Ártico, el grosor del hielo marino se ha reducido aproximadamente un seis por ciento en diez años, y la capa de hielo durante el verano ha disminuido un 40 por ciento en los últimos cien años.

«Mientras la gran mayoría de los glaciares de la edad de hielo se han retirado, Groenlandia y la Antártida permanecen cubiertas de 2 000 a 4 000 metros de espesor, y el destino de estos bloques helados puede tener un efecto considerable en los futuros niveles del mar».

AYUDA EN LAS LEJANÍAS

Acostumbrados a los calurosos días tropicales, los especialistas cubanos tuvieron que soportar en el polo temperaturas de hasta 45 grados bajo cero.

A pesar de las dificultades que representa vivir en un clima tan frío, ambos confiesan cómo después de investigar y apreciar la vida en zonas extremas, comprendieron la necesidad de estudiar, y sobre todo, de conservar regiones como esa, donde el hielo mantiene guardadas hasta burbujas de aire que contienen información de la atmósfera de hace más de 750 000 años.

Para ellos, solo aprendiendo las grandes diferencias entre la forma de vida de una zona y otra en el planeta, el hombre puede entender lo dramático que resultaría cualquier cambio en las condiciones naturales de esa región. Significaría asimilar otras concepciones de vida en un proceso de adaptación que muchas veces resulta letal para quienes lo sufren.

«Analizar los cambios producidos hoy en esas regiones es una tarea de urgencia, pues además de los efectos que pueden ocasionar al clima mundial, se pierden las fuentes principales de información sobre el origen de la Tierra: la Antártida, por ejemplo, es un laboratorio natural», considera Pedro Valentín.

—¿Qué influencia tendría esta afectación para el equilibrio del planeta?

—Los polos, muchas veces olvidados, son reguladores del clima mundial. Los vientos cálidos del Ecuador, en su movimiento hacia estas zonas, equilibran el clima terrestre. Y en sus cercanías se originan fenómenos climatológicos como las corrientes del Niño y la Niña.

—¿Qué fenómenos los afectan actualmente?

—Los gases de efecto invernadero representan un peligro inminente. Estas sustancias, al producir un calentamiento global cada vez más intenso, provocan un derretimiento de los hielos, que de superar el 70 por ciento de sus estructuras, ocasionaría un aumento relativamente rápido en el nivel del mar de varios metros.

«De producirse este cambio se contaminaría alrededor del 75 por ciento del agua potable del planeta. Si eso ocurriera, habría que transportar por barco algunos icebergs para salvarlos y llevarlos a regiones más secas».

EL CAMBIO LLEGÓ A LOS POLOS

Lo que sucede en las regiones polares tiene repercusiones en todo el planeta. En estas zonas el denominado cambio climático se manifiesta con mayor rapidez.

«Al producirse una variación brusca en el clima, factores como el aumento de la temperatura se ven reflejados más abruptamente en los polos que en el mismo Ecuador. Como una reacción en cadena sus efectos en los ecosistemas se incrementan cada vez más», advierte Pedro Valentín.

Parte de la radiación solar que incide sobre los polos es reflejada al espacio y otra es utilizada para calentar la superficie helada y las aguas polares. Esta última, a su vez, es capaz de irradiar nuevamente hacia la atmósfera, explican los investigadores.

Sin embargo, cuando hay una presencia abundante de gases de efecto invernadero, las radiaciones no pueden ser liberadas y comienzan a incidir nuevamente en la Tierra, produciendo calentamientos extremos.

El aumento de la temperatura del aire sobre la Antártida, a unos cinco kilómetros de altura, ha sido tres veces mayor que en el resto del planeta en los últimos 30 años. Equipos científicos han analizado el clima del continente blanco y han constatado que su temperatura aumentó casi tres cuartos de grado centígrado por década.

Destaca el especialista que, si bien muchas partes del mundo pueden esperar un clima más cálido, el calentamiento global puede ejercer el efecto contrario en algunos lugares. Los vientos que pasan por el agua cálida y se dirigen hacia la tierra ejercen un efecto moderador del clima.

A medida que el agua de la Corriente del Golfo, por ejemplo, fluye hacia la tierra, el agua se evapora. Esto genera un aumento en la salinidad y, contrariamente a lo que se cree, podría producirse un enfriamiento de las aguas.

SOS EN LAS NIEVES

Aunque en la zona de la Antártida donde invernaron los cubanos, no existen nativos ni una fauna abundante como en el Polo Norte, distintas especies de animales se han adaptado a los hielos y hoy tienen allí su hábitat.

Pero con los cambios actuales, estos ecosistemas se han visto afectados. «Al variar las temperaturas de las aguas se rompe el equilibrio de las diferentes especies y con ello su modo de vida», explica Valentín.

«Ejemplos concretos son ya las emigraciones del plancton, cuya reducción deviene amenaza para la supervivencia de especies como pingüinos, ballenas y focas, así como del krill, un crustáceo que también constituye el centro de la cadena de alimentación de algunos animales, y que ha visto descender su población alrededor de un 60 por ciento en los últimos 50 años».

Debajo de las barreras de hielo existe una competencia entre especies naturales de la región, pero con el aumento de las temperaturas muchos temen un desarrollo de nuevos parásitos y bacterias.

Mientras si de suelos se trata, el permafrost —capa de hielo permanentemente congelada en los niveles superficiales de las regiones muy frías— también sería muy sensible al calentamiento atmosférico prolongado.

«Como consecuencia, se puede producir un deshielo progresivo de los suelos congelados alrededor del Ártico, acompañado de una expansión de los humedales y de la posibilidad de que tengan lugar daños considerables en las infraestructuras y edificios que se encuentran en esos terrenos», concluye Valentín.

Consecuencias del calentamiento global producido por la concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero sobre el hielo en una cueva en la Antártida, seguida durante tres años.

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