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El desafío masculino de la edad madura

Existe un síndrome en el hombre, de cierto modo paralelo al de la menopausia femenina, aunque menos conocido por la población Pregunte sin pena

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CAMAGÜEY.— Sergio tiene 56 años, y desde hace un tiempo no realiza algunos trabajos que antes le resultaban fáciles. Su rendimiento físico ya no es el mismo. Hace mucho que lo tratan como una persona mayor, y ayer, al observarse al espejo, advirtió que su rostro no era tan joven y lucía más bien cansado. Al mirarse de perfil se halló barrigón y medio deforme.

Últimamente ha hecho cosas aparentemente ridículas, impropias de su edad. Intenta desesperadamente demostrarse a sí mismo que puede seguir joven. Él, sin saberlo, es parte del grupo de hombres maduros que experimentan inexplicables sensaciones provocadas por la andropausia, un síndrome masculino de cierto modo paralelo al de la menopausia femenina, pero menos conocido por la población.

Testosterona agotada

La andropausia es el proceso en el que las funciones orgánicas del hombre van declinando con la edad como resultado de una caída de sus niveles hormonales, específicamente de la testosterona. Es un fenómeno que comienza generalmente después de los 40 años, aunque haya pacientes que nunca la experimenten o lleguen a sufrirla tardíamente.

En su inicio pueden influir la actitud ante la vida, el estrés psicológico, el alcohol, la obesidad y otros factores de orden sociocultural.

Jorge, un avileño de 63 años, expresa que al advertir los primeros cambios en su cuerpo se alarmó porque pensaba que estaba enfermo. Luego, al saber que atravesaba por esta especie de climaterio masculino, trató de adaptarse a esta nueva fase de su existencia, y la sobrelleva muy bien.

Según especialistas, durante la andropausia se observan transformaciones físicas y psíquicas en las que algunos individuos presentan períodos de turbulencia que los llevan a redireccionar el camino de su vida, y otros no. Entre los que demuestran que los cambios no lo afectan está Jorge, quien acoge su vida de una manera optimista.

Los andropáusicos experimentan numerosos síntomas como transpiración, abulia o desgano para realizar actividades que antes le interesaban, pérdida de vitalidad y del entusiasmo por la vida, insomnio, fatiga, sentimientos de pérdida de la masculinidad, entre otros.

Durante este período los testículos reducen sus funciones, declina la capacidad reproductiva y hay deterioro de la esfera cognitiva, pérdida de masa muscular y aumento de la grasa abdominal.

La disminución del tamaño del pene, las erecciones menos frecuentes y la incapacidad para alcanzar eyaculaciones repetidas son facetas de las que se quejan la mayoría de los hombres andropáusicos. La disfunción eréctil está entre las consecuencias más temidas, pero casi siempre es provocada por otros problemas médicos y psicológicos que la andropausia saca a flote.

Si bien todo hombre sufrirá disminución en sus niveles de testosterona a lo largo de la vida, es imposible conocer quién tendrá síntomas andropáusicos tan severos como para buscar ayuda profesional. Tampoco es predecible la edad en que comenzarán los mismos, ya que el proceso difiere en cada individuo.

Pudor en consulta...

«Por desconocimiento o miedo al ridículo, muy pocos son los que asisten a consultas de psicología para recibir tratamiento», apuntó la psicóloga Ruth Lozada Padrón, del policlínico principal de urgencias Julio Castillo en el municipio de Chambas, Ciego de Ávila, quien aclaró que la andropausia no constituye un fenómeno de envejecimiento total porque es una forma del desarrollo de la persona, una neoformación psicológica debido a los cambios afrontados por el individuo. «No conforma una enfermedad, ni un estigma. Es un proceso fisiológico natural», precisó.

«Durante esta etapa la mayoría de las alarmas son provocadas por la disminución de la capacidad sexual, ya que los individuos sienten que esta va en declive, y algunos suelen imponerse metas, utilizando generalmente parejas jóvenes».

En el libro La adultez media, una nueva etapa de desarrollo, la doctora María Milagros Febles Elejalde expone que algunos hombres adoptan conductas regresivas, evasión de nuevas responsabilidades, uso excesivo de alcohol y sobrealimentación. También pueden observarse comportamientos constructivos como abandono del alcohol y de las llamadas «malas compañías», porque se preocupan más de sí y de su familia. En algunos casos se liberan deseos homosexuales largamente reprimidos.

Esta época, que ha dado más importancia al aspecto físico que al crecimiento espiritual del ser humano, ha hecho sufrir a muchas personas maduras, quienes al percatarse de su menguada lozanía experimentan ideas de pérdida de la juventud y se resienten en su autoestima, fenómeno cuyo enfrentamiento precisa en algunos casos de ayuda especializada.

No es el fin del mundo...

Afortunadamente, la andropausia es un proceso natural prevenible y tratable si se diagnostica a tiempo. Varias investigaciones de la Universidad de Maimones, en Argentina, han generado productos que si no son el «elixir de la juventud», ayudan a mejorar la calidad de vida de los implicados. También Cuba ha desarrollado tratamientos con positivos resultados.

La terapia de reemplazo de testosterona es una de las estrategias con más esperanzas en el mundo. Esta logra el aumento de la masa muscular y la disminución del tejido adiposo y del riesgo de enfermedades como las cardiovasculares y la osteoporosis.

Sin embargo, se desconocen aún muchos de los riesgos que esta técnica pudiera implicar, por lo que pasarán algunos años antes de que se aplique masivamente.

Otra alternativa al alcance de cualquier hombre es una dieta rica en elementos antioxidantes combinada con ejercicio físico, lo cual mejora la función cardiovascular e incrementa el metabolismo de las hormonas en el cuerpo.

Pero en cualquier caso, los procedimientos para combatir la andropausia son aplicables según las características de cada paciente: debe consultarse al médico periódicamente, someterse a exámenes regulares y no convertirse en arbitrarios consumidores de «pastillitas mágicas» para el placer sexual, ocasionadoras de tantas complicaciones si no se utilizan bajo prescripción facultativa.

Adaptarse a esta nueva etapa, que para nada equivale a senectud, es para los maduros hijos de Adán todo un reto, del que solo saldrán victoriosos física y espiritualmente si asumen la andropausia y los cambios en su cuerpo como un proceso natural: una prueba más de que han vivido, y de que están aptos para seguir haciéndolo.

Pregunte sin pena

A.R.: Soy divorciada hace ya año y medio. Tengo un novio que es casado. Llevamos un año de relación. Siento que lo amo mucho, pero mis padres no lo aceptan. También tengo un amigo que es muy bueno conmigo. En mi casa todo el mundo lo quiere mucho. Uno de los días que salimos juntos tuve relaciones con él. Me sentí tan bien que no sé cómo explicarlo. Nunca me dice que no a nada y siempre está a mi lado. Esa tranquilidad es la que no me gusta, pues siento que en ocasiones me aburro. En cambio mi novio es más loco, siempre está inventando algo nuevo y eso me excita mucho. Me gustaría que me ayude a entender por qué siento estas cosas. ¡Ah!, un dato adicional: con mi novio he llegado al orgasmo una sola vez y con mi amigo las dos veces que estuvimos me sentí tan bien que quisiera experimentarlo de nuevo. Tengo 24 años.

Lo que te sucede muestra cómo no siempre coincide lo que creemos de nosotros mismos con nuestro verdadero ser.

Según crees, la tranquilidad de tu amigo te aburre y la locura de este novio casado te excita. Sin embargo, en la práctica tu camarada ha logrado llevarte al clímax cada vez que ha tenido la oportunidad, dejándote deseosa de una próxima vez para disfrutar eso que tu novio no te proporciona a pesar de su loca invención.

Es oportuno que te cuestiones tus ideas. ¿No te gusta esa tranquilidad promotora de placer erótico? ¿Es realmente excitante la inquietud de aquel con quien solo una vez llegaste al clímax?

Evidentemente no eres incapaz de sentir orgasmo, pero sí existen condiciones en que tu cuerpo es más receptivo al placer. Entonces, es preciso descubrir aquello que lo pone en tal estado, pues es justamente lo que demanda para su disfrute.

Muchas veces desestima- mos los múltiples mensajes que nuestro cuerpo nos da. Los dolores de cabeza, la fatiga, el relajamiento y la excitación son, entre tantos otros, sus modos de advertir sobre nuestro bienestar o malestar.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista

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