Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Plácido fue decimista-repentista

Una de las facetas menos conocidas del poeta cubano es su talento para la improvisación de décimas

Autor:

Luis Hernández Serrano

El poeta criollo Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) fue un formidable repentista improvisador de décimas y lo demostró, por ejemplo, cuando le pusieron algunos pies forzados difíciles como este: «Besar la cruz es pecado».

En una ocasión convirtió un ridículo y por demás un tema grotesco y burlón, en algo agradable, pues la Marquesa de Arcos se tragó un mosquito cuando veía una obra de teatro y las burlas cundieron. Ahí entró a jugar su maestría improvisadora y expresó:

Estaba revoloteando / por el ambiente exquisito / muerto de sed un mosquito, / jugo de flores buscando. / Halló tu boca y pensando / que era un lirio o un clavel: / Introduciéndose en él, / porque allí el placer le encanta, / murió en tu dulce garganta / como en un vaso de miel.

Pero no se quedó a ese nivel estético y ético el recordado poeta. Le pusieron este otro pie forzado, mucho más complejo aún, «La campanilla de qué», para que hiciera una nueva espinela, y Plácido, en una demostración de arqueología versificadora, enseguida concibió esta décima antológica:

Un cáliz y una patena / y una campanilla quiero / y auguro, señor platero, / que ha de ser cosa muy buena. / Por la paga no os dé pena, / que yo la satisfaré. / Los primeros que nombré / han de ser de oro muy fino, / y ahora no determino / la campanilla de qué.

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