Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La «sesentona» que aman los jóvenes

Hurgar por estos días en libros, periódicos y hasta en los recuerdos familiares y de conocidos nos confirma que nuestra Revolución, en su concepción como obra colectiva, ha sido también —como nos ha dicho el General de Ejército Raúl Castro Ruz— obra del sacrificio de todos los jóvenes

Autor:

Yuniel Labacena Romero

«La juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar a los pueblos vírgenes,

y no estarse pegada a las faldas de la ciudad como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno».

José Martí

 

Yo no había nacido aquel Primero de Enero de 1959 cuando Fidel anunció al mundo el triunfo del Ejército Rebelde sobre las fuerzas de la dictadura: «Al fin hemos llegado a Santiago. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado»; sin embargo, con los años fui aprendiendo a descubrir esa certeza con ojos y oídos de quien ha tenido el privilegio de formarse en la Revolución.

Hurgar por estos días en libros, periódicos y hasta en los recuerdos familiares y de conocidos nos confirma que nuestra Revolución, en su concepción como obra colectiva, imposible de construir sin la participación real y consciente del pueblo, ha sido también —como nos ha dicho el General de Ejército Raúl Castro Ruz— obra del sacrificio de todos los jóvenes en todas las épocas que les han tocado vivir y luchar.

Las nuevas generaciones, seguidores de nuestras mejores tradiciones de lucha, hemos acompañado decididamente estos años difíciles, de carencias y de supervivencia frente a la voracidad y los infructuosos intentos de los enemigos para destruir la Revolución por todas las vías. Y lo hemos hecho porque ser joven es, en principio, ser fuertes, valientes y generosos, tres virtudes que permiten crear y hacer crecer cualquier ideal en el mundo.

Si la Revolución se ha levantado durante estas seis décadas sobre no pocos    obstáculos es porque ha contado siempre con sus niños, adolescentes y jóvenes, y porque sabemos que una Revolución es irreversible cuando es capaz de preparar su continuidad, aprende de los errores, rectifica el rumbo y se mantiene apegada a su historia y sus principios. Son esas las ideas que nos han conducido hasta aquí, y nos ha hecho una generación agradecida.

Fue precisamente Fidel quien nos inculcó como nadie la necesidad de ser auténticos y revolucionarios, no por imitación, sino por el real significado de esa palabra. «¿Qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento».

Hoy más que nunca Cuba precisa de sus nuevas generaciones: de su ímpetu, entusiasmo, voluntad, talento, emprendimiento, capacidad, altruismo, entrega, de su amor a la Patria, de su espíritu revolucionario por naturaleza y tan ajeno a los dogmas, el conformismo y la inercia. Necesita, incluso, de su rebeldía, terquedad, impaciencia e irreverencia. Necesita que esta siga siendo una obra de jóvenes. Otro es el momento histórico, otras las tareas; pero el objetivo sigue siendo el mismo: vivir en Revolución.

 

 

 

 

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