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Tromba marina... y la vuelta que da (+ Video)

El avistamiento en los últimos días de nubes en forma de embudo, originadas sobre el mar en tres puntos diferentes de la costa norte, ha puesto pelos de punta en varias zonas del país. Aunque los especialistas aseguran que no hay por qué alarmarse, el susto y la preocupación pueden ser entendibles. JR «sopla» con vientos que cuentan y esclarecen

Autores:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández
Luis Hernández Serrano
Liudmila Peña Herrera
Raúl Oliva Leyva

Léster Enrique Hernández Barrera hubiera dado hasta lo imposible por haber podido ver —¡y grabar!— aquel gigantesco «tubo de nubes» que el pasado viernes conectó por unos breves minutos el cielo con el mar. Pero no pudo.

De haberlo logrado, hubiese llegado el martes siguiente —trabaja siete días seguidos— al sitio donde vive (el 13 de Cañada Honda, en el municipio holguinero de Banes) con la noticia de que había presenciado —¡y grabado!— una tromba marina.

Hubiera visto cómo los ojos de Léster Manuel se abrían mucho cuando le enseñara la imagen de una nube inmensa soplando su furia contra el mar. El niño de seis años no saldría del asombro, y él estaría feliz por haberle explicado a su hijo todo lo que sabe, gracias a su trabajo como observador meteorológico en la estación de Cabo Lucrecia, sobre estos fenómenos.

Pero él estaba demasiado lejos. Tuvo que conformarse con explicarle a JR que desde la estación, a casi 30 kilómetros del origen de la tromba, era imposible observarla.

«En el momento en que dicen que se avistó —al filo del mediodía— lo único que notamos fue nubosidad, pues la séptima parte del cielo estaba cubierta de potentes cúmulos congestus, caracterizados por un desarrollo vertical con grandes protuberancias; además de estratocúmulos. Todo eso era propio del frente frío que se encontraba en el territorio holguinero. Por eso no nos imaginamos nada. Unas dos horas después, durante el parte, cuando llamamos al Centro Provincial de Meteorología para reportar 16 mm de precipitaciones, aire del noroeste de 11 km/h y mar con fuerza 2 (con olas de 0,2 a 0,5 metros de altura), nos enteramos de la tromba», relata el observador. 

¡Tromba a la vista!

Lo que tanto le hubiese gustado apreciar al joven de 32 años horrorizó a Yeni Nogueira, informática del periódico ¡ahora!, quien había ido a celebrar su cumpleaños 34 a la playa y se encontraba al mediodía del pasado viernes 22 hospedada en el hotel Brisas Guardalavaca.

La muchacha estaba en la arena, disfrutando de un mediodía nublado, especial para quien no quiere dorarse mucho la piel, pero sin ninguna señal de alarma. De pronto, vio cómo un trabajador del hotel comenzó a gesticular y a alertar a los turistas para que salieran del agua.

«Solo había un poco de llovizna, nada más. Cuando miré al cielo me asusté muchísimo porque, aunque estaba lejos, creí que aquello vendría hacia nosotros. Yo estaba loca por entrar corriendo al hotel. Jamás había visto algo así. Fue bien rápido. Creo que en unos 15 minutos ya había desaparecido. No volvimos al agua porque el mar quedó muy picado, con olas fuertes, muy peligroso para bañarnos», dice esta muchacha que, al principio, creyó que se trataba de un tornado como el que en enero azotara La Habana.  

Maikel Sánchez Sánchez estaba trabajando en el punto náutico del hotel Brisas Guardalavaca cuando comenzó a formarse el «embudo» en el cielo. Cuenta que rápidamente tomaron las medidas previstas, pusieron los medios a buen recaudo y llamaron al puesto de mando para cancelar las actividades.

«Los salvavidas sacaron a las personas del agua en un segundo», narra sin nerviosismo alguno. «Los turistas se pusieron a tomar fotos, y preguntaban si podía hacer daño en tierra, pero les explicamos que no», dice él con certeza.

—¿Y a ti no te impresionó? —preguntamos.

—Claro que sí, pero ya había visto por televisión cómo se forman esos fenómenos. Cuando vi que de la nube grande salió una puntica así, para abajo, empecé a grabarlo todo. No me cogió de susto. La naturaleza es impredecible y solo hay que tomar las medidas necesarias para evitar daños, porque las trombas marinas se forman en el mar, y no hay peligro cuando estamos en tierra —responde Maikel y nos muestra el video de ocho minutos que logró filmar con la cámara de su celular desde que comenzó a formarse la tromba hasta que se desvaneció.

En el preciso instante en que «aquello» comenzaba a divisarse, Zaida Cruz, de 50 años, se encontraba en el tercer piso de uno de los edificios de la comunidad de Guardalavaca. Cuando lo vio, imaginó lo peor. Los nervios se apoderaron de ella y solo atinó a recurrir a unos rezos antiguos que le había enseñado su madre para protegerse de ese tipo de eventos:

«La flor que le parió/ la ostia consagrada/ la cruz en que murió/ Amén, Jesús», decía la mujer con toda su fe puesta en función de vencer a la naturaleza, y hacía gestos como cortando la nube con el dedo índice, exactamente del modo en que lo había aprendido de su progenitora.

Para Evergisto García Pérez el acontecimiento no resultó una novedad. A sus 87 años mucho han visto sus ojos, y es la segunda vez que es testigo de este rejuego de la naturaleza. La anterior fue hace tiempo, mientras él y su hermano pescaban pargo a 270 brazas. 

«Aquella vez nos sorprendió la nube de momento, y le dije a mi hermano que no íbamos a sacar la cala, porque nos servía de fondeadero, pero todo pasó rápido, y seguimos pescando como si nada», rememora con facilidad, para luego empezar a reírse con el recuerdo de la imagen de su hermana este viernes, cuando llegó corriendo a la casa, despavorida, diciendo que «por ahí venía un tornado, acabando».

Pero Evergisto sabía que era una tromba marina, pues la había observado formarse «allá por Los Cayuelos, buscando la zona de Boca de Samá y Yaguajay, no frente a Guardalavaca, como han dicho por ahí. Además, no había casi aire, solo un viento del nordeste, y al poco rato, todo se quedó tranquilito. Eso no es de asustarse. A mí un ciclón me llevó una casa de a viaje, y tuve que hacerla otra vez. A eso sí hay que tenerle miedo, pero a esto no».

 

En el litoral norte de Holguín se pudo divisar la tromba desde diferentes lugares.

Solo que el miedo es difícil de educar. Y para quien nunca ha tenido delante un fenómeno de esta naturaleza, no es tan sencillo asimilar las pruebas del tiempo. Bien lo sabe Mayda González Álvarez, quien estaba lavando, pendiente de las nubes para que la ropa no se le mojara si llovía, cuando los ojos se le clavaron en lo alto: «Vi el cielo dividido, la parte más clara abajo y la fuerte arriba, y de esta salió un cono laaaargo, como un rabo de nube. Le avisé a mi vecina y, cuando ella lo vio, salió corriendo», rememora la mujer, residente en Los Cayuelos.

Ella se apresuró entonces a llamar a su esposo y juntos vieron cómo aquello se disipó poco a poco. «La verdad es que era una cosa extraña y aterradora, y sentí temor, mucho temor. Creía que si tocaba la tierra podía formarse un tornado. Luego vi en la televisión lo que era: una tromba marina», dice y respira aliviada.

No pocos fueron los que, al divisar el largo brazo que se extendía desde la nube gigante hasta el mar, como en un grito desaforado, sintieron pánico y lo asociaron con un tornado. Otros tantos, se sintieron asombrados y movidos por la curiosidad.

Al igual que en el litoral banense, en otros sitios de la geografía nacional, como la costa norte de Mayabeque, y Cayo Coco, en Ciego de Ávila, ha llamado la atención estos fenómenos atmosféricos, todos asociados al frente frío que ha transitado por buena parte de Cuba.

Asombros en la Vía Blanca

Al filo del mediodía del pasado jueves se armó un sobresalto inusual en Santa Cruz del Norte. Todo parecía tranquilo. Una tarde soleada se vivía en ese hermoso litoral que va pellizcando la Vía Blanca en su ruta hacia Matanzas, cuando se divisaron de improviso aquellos destellos a lo lejos.

«Caballero, miren pa’ allá, ¿Qué será eso, Dios mío?», «¿Qué cosa más rara?», comentaron algunos, mientras las pupilas parecían dilatarse buscando encontrar más detalles de los que podían captar con una simple mirada. El suceso fue breve, apenas duró unos minutos, pero hubo choferes que  hasta detuvieron sus carros para cerciorarse bien de lo que pasaba y no seguir... por si acaso.

A través de Facebook, Henry Delgado Manzor, meteorólogo del aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero, comentó que en un principio los especialistas pensaron que todo había quedado en la altura. Pero gracias a fotografías y videos de aficionados se pudo comprobar que al menos una de las dos nubes llegó a tocar el mar.

El joven meteorólogo matancero Henry Delgado Manzor publicó en su perfil en Facebook imágenes que evidencian lo acontecido la semana que concluye.

Un día antes de lo percibido en Mayabeque, aproximadamente a las 5:40 p.m. del miércoles 21, Felipe Matos Pupo, meteorólogo de la estación de Cayo Coco, en Ciego de Ávila, abrió grande los ojos desde el pedraplén que une este lugar con Turiguanó, para identificar bien lo que ya era un fenómeno en disipación. «La tromba había comenzado hacía ya un rato, lo que vi fueron los últimos cuatro minutos, gracias a que una  colega que iba conmigo en el ómnibus en que viajaba me llamó ante su sorpresa.

«Yo por lo que observé no podía asegurar en un inicio que llegó al mar, pero posteriormente aparecieron fotos de un bañista que, desde Cayo Guillermo, dejó constancia gráfica del impacto del fenómeno con el agua», revela Felipe. 

Un viajero que iba por la Vía Blanca dejó constancia gráfica de lo avistado al norte de Mayabeque.

Muy comunes, nada de atípicas

El joven meteorólogo Elier Pila Fariñas es preciso en su explicación: «la tromba es el remolino que desciende de la nube, y si esa nube en forma de embudo que se origina sobre el mar toca la superficie del agua, entonces estamos en presencia de una tromba marina. Por su parte, el tornado es una tromba que toca tierra. Si esa nube de embudo no toca ni tierra ni mar, se llama tromba en altura, o rabo de nube, como popularmente se le conoce».

De acuerdo con información proporcionada a JR por Jorge Félix Hernández Capote, especialista principal del Grupo de Pronósticos Meteorológicos para las provincias de Artemisa y Mayabeque, las trombas observadas el 21 de marzo tuvieron una duración aproximada de unos cinco minutos, y fueron apreciadas desde la cabecera municipal de Santa Cruz del Norte, hasta la localidad de Puerto Escondido, en los límites con el territorio de Matanzas.

«Estos fenómenos se desarrollaron en una zona de chubascos que se desplazaba hacia el sudeste con una velocidad cercana a los 22,2 km/h, que se aproximó a la costa norte de Mayabeque. En esta región, el flujo de viento cambia de medio, es decir, del agua hacia tierra, y también se ve perturbado por la orografía de la zona.

«Tales factores favorecen la posibilidad de que el flujo de viento rote, lo que en meteorología se conoce como vorticidad, y, como consecuencia, es posible que se generen estos eventos en las áreas costeras en Cuba», explicó el especialista.

«Las trombas marinas no son fenómenos meteorológicos atípicos, sino bastante comunes, abunda Alis Varela de la Rosa, especialista del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología. «En Cuba, concretamente, donde más se han reportado es en el Cabo de San Antonio, Pinar del Río, en la bahía de Matanzas y en la bahía de La Habana».

Comenta Alis que las trombas tienen lugar casi siempre en horas de la tarde, «porque para formarse necesitan calor para que haya condensación. Realmente son muchos los mecanismos que tienen que combinarse o concurrir para que se forme una tromba   marina. Por esa razón es tan difícil pronosticar esos fenómenos meteorológicos. Ni siquiera se logra eso en los países más desarrollados del mundo».

La especialista puntualiza que «aunque pueden ocurrir trombas marinas y tornados en cualquier época del año, son más frecuentes en los meses que van de marzo a septiembre».

Cabe apuntar, además, que, según los entendidos en el tema, las trombas no tornádicas, como las que se avistaron en los últimos días, no están asociadas a las tormentas del tipo supercelda, y en el archipiélago cubano son mucho más comunes que las tornádicas, o sea, aquellas que pueden llegar a tocar el mar y llegar hasta la tierra, como ocurrió en Playa Caimito, en el sur de Mayabeque, en julio de 2016.

En general, las trombas no tornádicas se forman en la base de grandes nubes, y su severidad rara vez excede el tipo EF-0 (menos de 105 km/h) en la escala de Fujita Mejorada, de un máximo de 5.

¿Furor en las redes?, ¡Prudencia, por favor!

No hay por qué disparar los nervios ni armar demasiado aspaviento, aseguran los especialistas, más allá de que sea entendible el susto y la preocupación después de lo ocurrido el pasado 27 de enero en La Habana.

«Como fenómenos de este tipo se pueden formar durante todo el año y a todo lo largo del país, siempre debemos estar preparados. Hay que ir educando a la población mucho más sobre estos asuntos. La gente sabe mucho de ciclones, pero bastante poco de tornados y trombas marinas», reflexiona Delgado Manzor.

Si bien hace falta andar despojados de pánico, las experiencias de eventos anteriores han de ayudarnos a tomar conciencia de cómo debemos estar alertas, qué precauciones han de tenerse en cuenta, y qué se puede hacer o no.

Al ser las trombas más frecuentes en el verano y producirse cerca de las costas, los pescadores y los bañistas de nuestras playas han de estar siempre alertas.

Para ilustrar la importancia de ser cuidadosos, Pila Fariñas nos remonta a lo sucedido en Playa Caimito, donde varias trombas ocasionaron heridos, derrumbes parciales y totales de viviendas y otros perjuicios en instituciones y en el medio ambiente.

Y mucho de los daños fueron resultado de la desinformación y la negligencia de los pobladores de la zona. Hubo personas que, en medio del fenómeno, salieron a tirar fotos y tomar videos, algo que debe evitarse porque es muy peligroso. Debemos estar sin miedo, pero preparados ante cualquier contingencia, pues las trombas marinas, «aunque sean de baja intensidad, puedan moverse rápido y poner en peligro la vida», concluye Elier.

En tiempos de celulares y datos móviles, los usuarios de las redes tienden a reportar los hechos más insospechados cada vez con más instantaneidad, lo  que multiplica la gestión de informar, ahora con mayor fuerza en manos de la ciudadanía. Si husmeamos en algunos perfiles en Facebook, como el del meteorólogo matancero Henry Delgado Manzor, podemos reconstruir todo lo sucedido la última semana. Los internautas graban, reproducen, publican, comparten, opinan, ripostan, añaden y construyen los hechos a su manera.

Todo ello siempre es saludable y se agradece, pues gracias a una labor de apenas horas logramos aunar las voces, tanta anecdóticas como especializadas, que conforman este trabajo. Pero arrojar evidencias sobre el estado atmosférico implica rigor y seriedad, nos han ratificado desde cada uno de los chats que abrimos para el diálogo, o en cada llamada telefónica, los meteorólogos consultados. La prudencia tiene que ser también como una tromba, una tromba marina que «sople» fuerte para cuidar la vida y, parafraseando una vieja canción, saber las vueltas que podemos dar.

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