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La escuela que enaltece

Participan Raúl y Díaz-Canel en la inauguración de la escuela especial Amistad Cuba-Vietnam, en la ciudad de Santiago

 

Autor:

Leticia Martínez Hernández

A Santiago de Cuba le ha nacido una nueva escuela. Justo en el consejo popular Boniato —donde la historia Patria ha sido siempre fecunda— abrió sus puertas de manera oficial un lugar para el amor infinito, en el que más de un centenar de niñas y niños del oriente del país, con limitaciones físico-motoras, estarán bajo el cuidado de personas de bien, que les mostrarán ese mundo en el cual ellos también pueden ser fuertes y salir adelante.

Fueron esos infantes quienes esta mañana, caliente como todas las de esta tierra, dieron la bienvenida en la hermosa escuela Amistad Cuba-Vietnam al Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, General de Ejército Raúl Castro Ruz, y al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, principales impulsores del sueño de Fidel de que todos los niños cubanos estén siempre bien atendidos.

Canciones y poesías, nacidas del arte sencillo y noble de estos pequeños, fueron la mejor demostración del futuro que les depara su nueva escuela; institución que, según expresó la vicepresidenta del Consejo de Estado y presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Santiago, Beatriz Johnson Urrutia, es el resultado de la voluntad política de nuestra Revolución, humanista por esencia.

«La instalación, cuya reparación tuvo un costo de más de 5,7 millones de pesos, con una capacidad para 120 estudiantes desde prescolar hasta noveno grado, abre sus puertas a educandos con limitaciones físico-motoras, de las cinco provincias orientales, para contribuir a su formación integral y a su incorporación activa en la sociedad con diversos niveles de independencia, que recibirán la atención de 131 trabajadores y cuenta con espacios para la docencia, la atención médica y estomatológica, la rehabilitación física, la terapia ocupacional, el desarrollo del deporte, la cultura y la informática, con todo el equipamiento requerido».

De ese inmenso privilegio habló luego Ailin Torres Barrera, con la voz a veces entrecortada: «desde el fondo de mi corazón quiero reconocer a todos los que hicieron el sueño de estos niños realidad. Mi niña padece de una atrofia espinal tipo II, enfermedad que le impide correr, saltar y caminar como otros niños. Pero ella, al igual que los demás, es una guerrera, que hoy muestra grandes avances por el tratamiento fisioterapéutico que recibe día a día».

«Manos de oro» y «corazón gigante» fueron las frases que regaló, desde su alma de madre consagrada, para el equipo que realiza la rehabilitación. Gracias a todos, subrayó, por «regalarnos una escuela a la altura de nuestros hijos».

También la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, con sus ojos de maestra emocionada, dijo que el amanecer de este martes en Santiago tenía un especial fulgor: «porque estamos haciendo realidad, pese a la adversidad económica y la hostilidad histórica del imperio, un sueño de nuestro Comandante».

Fidel, ejemplarmente sensible a las necesidades humanas, fue el de la idea de fundar tres escuelas de este tipo: una que atendiera estas exigencias educativas especiales en el occidente, que es la actual Solidaridad con Panamá; otra con esa noble misión en el centro; y una última en oriente. Todas con la función de acercar estos servicios al lugar de residencia de las familias. Se trata, aseguró la titular, de no renunciar a los sueños y crecernos frente a las dificultades.

Y de ese sueño materializado tuvieron constancia Raúl y Díaz-Canel al recorrer varias de las instalaciones de la escuela que nació en la antigua Villa Elvira —última morada de los esposos Emilio Bacardí Moreau y Elvira Cape Lombard—, pero que creció más allá de sus límites para acoger salones destinados a gimnasio, dormitorios, aulas, laboratorios, puesto médico, teatro, los jardines...

En la sala de rehabilitación, el General de Ejército conversó con las doctoras y los especialistas que hacían ejercicios con los niños, supo de los horarios para estas sesiones, de los equipos que se utilizan, de los grados que cursan los pequeños y sus limitaciones físicas.

Luego visitaron el dormitorio de las niñas. Un lugar bello, no solo por el orden y la limpieza que lo distinguen, sino por la decoración que incluye, por ejemplo, un peluche diferente en cada una de las camitas, una taquilla para ordenar las pertenencias y una sala para ver televisión. Allí Raúl se interesó por cada detalle, comprobó el confort de las camas e indagó, incluso, por las medidas exactas para que las niñas pudieran entrar con sus sillas de ruedas.

El recorrido continuó luego por un laboratorio donde a esa hora de la mañana los pioneros recibían sus habituales clases de Biología. El General de Ejército les hizo preguntas sobre anatomía y les contó anécdotas de cuando era estudiante en el Colegio de Dolores. Los niños, a cambio, le regalaron poesías y mucho cariño, como el que se da a los seres más queridos y entrañables.

A cada momento, Raúl dialogaba sobre el cuidado especial para con estos niños, del amor con que tienen que ser tratados siempre y de la urgencia de continuar mejorándoles su calidad de vida. Habló de buscar vehículos adecuados para transportarlos al hospital y a sus casas, así como de proveerles las prótesis y los tratamientos más avanzados, «ver en el mundo todo lo que se está haciendo hoy», indicó.

A pesar de los problemas, aseguró, tenemos que seguir avanzando poco a poco. Y recordó cómo hace 30 años Fidel fundó la escuela Solidaridad con Panamá, cuando los tiempos eran mucho más duros.

Esa es la voluntad que hace felices a niños de esta escuela como Salet, Yurisleydis y Juan Carlos. Él quiere ser biólogo, me dice desde una silla de ruedas que no le atará nunca las ilusiones. De eso se encargarán también sus maestros y rehabilitadores en la escuela Amistad Cuba-Vietnam, un lugar que enaltece a todo niño cubano.

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