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¿Las motorinas de la discordia?

Aunque todavía distantes de la vida de muchos cubanos, las motos eléctricas se han convertido en populares, porque para aquellos que pueden adquirirlas resultan un medio de transporte fácil de conducir y mantener. Sin embargo, ya engrosan las tristes estadísticas de los accidentes de tránsito

Autores:

Nelson García Santos
Yuniel Labacena Romero

Al sonoro nombre de motorinas le agregaron ahora el apellido de «silenciosas». Vaya usted a saber quién se lo puso, pero ya suena en la tribuna de la calle. Les llegó el apelativo, acuñado por esa proverbial sutileza popular, para expresar con exactitud en una palabra, casi siempre mordaz, determinada característica de algo tangible.

«Lo de “silenciosas” les pega muy bien, porque como son eléctricas no hacen ruido y, en un descuido, las tienes arriba», dice Rosbel Jiménez, quien a sus seis décadas desanda las enrevesadas calles villaclareñas, repletas de carretones, bicitaxis, camiones y hasta patinetas.

Claro, él está consciente también de que las motorinas, como el resto de los vehículos, no son las peligrosas, sino quienes empuñan los timones. En última instancia, todo depende de la conducta responsable que deben asumir los choferes.

Las también llamadas motos eléctricas han tenido un auge importante en el país por ser un efectivo medio de transporte local y, consecuentemente, han incrementado la circulación de vehículos en las vías. Algunas ya estaban en Cuba, otras llegaron cuando la Empresa Industrial Ángel Villarreal Bravo, de Santa Clara, comenzó a ensamblarlas y luego muchas han sido traídas del exterior.

Según conoció este diario, se estima que en Cuba existen 210 000 ciclomotores que poseen tanto personas naturales como jurídicas. En esa suma, están las ensambladas en el país, las importadas con la puesta en vigor del Decreto. No. 320 del Consejo de Ministros, de diciembre de 2013, y las que había antes de esta legislación.

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos se han convertido en populares, porque, en contraste con otros, resultan el medio más asequible de adquirir y mantener para garantizar la añorada independencia de la movilidad. Y, como era de esperar, comenzaron a engrosar también las tristes estadísticas de los accidentes de tránsito.

Con o sin licencia

Las motorinas o bicicletas eléctricas son legalmente ciclomotores y están definidas en la Ley 109 Código de Seguridad Vial. En esa norma jurídica,  están delimitadas como el vehículo de al menos dos ruedas con motor térmico de cilindrada inferior a 50 centímetros cúbicos o con motor eléctrico de potencia no superior a mil watts y una velocidad máxima por construcción de hasta 50 kilómetros por hora.

Entonces, para circular en ellas, hay que tener una licencia de conducción como han dicho las autoridades de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Ese documento autoriza a su titular a conducir vehículos de motor, según las categorías que en este se señalen. Ninguna persona puede hacerlo sin tener licencia o permiso de conducción o de aprendizaje correspondiente.

«En el caso de los ciclomotores, la ley establece que se debe tener la licencia Categoría A (motocicletas y otros vehículos de motor similares), o la subcategoría A-1 (destinada propiamente a los ciclomotores). Esta subcategoría, incluso, tiene la ventaja de que se les puede otorgar a las personas a partir de los 16 años de edad, mientras la otra es a partir de los 18.

En consonancia con lo anterior, el pasado año, por ejemplo, se les otorgó la licencia A-1 a 13 343 personas en el país, y en lo que va de 2019 a otros 5 900. La Habana es la provincia que mayores cifras tiene en ambos casos. Y, según nos cuenta Mercedes Alonso Martínez, quien vive en el municipio capitalino de Diez de Octubre y tiene esta licencia, eso le da mayor seguridad y legalidad.

«Compré mi motorina a una persona que se dedica a importar estos vehículos desde España. La considero muy económica porque no tengo que comprar gasolina. Siempre uso el casco como medio de protección y cumplo las leyes del tránsito».

Igualmente, el joven Anga Laria, quien reside en Playa, asegura haber adquirido su ciclomotor a través de un familiar que vive fuera del país. «La uso para ir a mi centro de trabajo y, de vez en cuando, para pasear. Hasta ahora no he tenido ningún problema, solo que le puse un adorno donde debe ir la identificación y las autoridades me mandaron a quitarlo».

Varios entrevistados comentaron que el mercado de donde se traen las motorinas es muy variado —Panamá, Ecuador, España...—,  al igual que los modelos y precios, los cuales pueden oscilar en Cuba por quienes las importan entre 2 000 o 3 000 CUC. Otros opinan que en  ocasiones se les hace difícil obtener las piezas de repuesto, sobre todo las baterías y las gomas.

Además del Decreto No. 320, la Resolución No. 143, de mayo de 2013, de la Aduana General de la República de Cuba (AGR), permitió la importación de las motos eléctricas, siempre que estas cumplan las características definidas en el Código de Seguridad Vial. El valor en aduanas de este equipo es de 200.00 pesos.

Según el sitio web de la AGR, para la entrada de estos medios «es importante la presentación del manual contentivo de los datos técnicos del ciclomotor que se importa, pues en ocasiones los velocímetros que traen muestran velocidades máximas superiores a las que el ciclomotor puede realmente alcanzar de acuerdo con sus características técnicas de fábrica».

Violaciones en la vía

El reloj de la estación marcaba las 10:30 de la mañana. Habían transcurrido dos horas desde el accidente y Carlos solo pensaba en la reacción de sus padres cuando se enteraran de la noticia: el adolescente, mientras manejaba la moto eléctrica que ellos le regalaron para ir a la escuela, chocó contra un árbol. Por fortuna, esa vez llevaba puesto el casco que su madre tanto le pide utilizar y que él, casi siempre, deja en casa.

Al igual que Carlos, muchos choferes de las tan populares motorinas transitan por nuestras calles y violan las medidas de protección establecidas en la Ley 109. Entonces, esos vehículos son los más endebles en el enjambre del tráfico, pues obviamente carecen de una carrocería protectora del conductor.

Bien lo sabe Jorge Enrique, que lleva muchos años sobre una. «En estas hay que estar siempre alerta por lo que puede sobrevenir de súbito, incluso un desperfecto técnico en el mejor de los casos. No se puede conducir a la ligera, más  cuando uno lleva poco tiempo manejándolas, aunque sea un medio que no tiene velocidades», apunta.

Como él, otros entrevistados aducen que los conductores de motorinas llevan muy poco tiempo con la licencia de conducción, lo que supone poca experiencia y  escasas habilidades prácticas. En tal sentido, la mayor Basilia García Agüero, primer oficial de tránsito en Villa Clara, quien lleva una vida consagrada a la prevención de los accidentes, apunta que eso no es justificación.

Toda persona que aprueba una licencia tuvo que pasar primero la escuela de educación vial y después en el examen demostrar destreza en la conducción y conocimiento sobre las regulaciones del tránsito, afirma. También reconoce que muchos de los sucesos ocurren por no atender al debido control del vehículo y transgredir las señales del tránsito. «Los hay que hasta utilizan el celular cuando van en marcha», precisa.

Lógicamente, el tiempo desarrolla las habilidades y va afianzando la maestría de los conductores, pero para llegar sin contratiempos a ese punto se requiere empezar por cumplir a rajatabla las regulaciones del tránsito.

En relación con ello, se supo que los ciclomotores tienen actualmente una alta incidencia en los accidentes de tránsito que ocurren en el país. Existe una tendencia a manejarlos sin licencia, lo que no está permitido, y esto es rigurosamente enfrentado por las fuerzas policiales.

En los primeros cuatro meses transcurridos de este 2019 han participado en 207 siniestros, que han causado diez fallecidos y 121 lesionados. Generalmente, los ciclomotores son los responsables de la mitad de los accidentes en los que intervienen, además son de los medios que más indisciplinas viales cometen.

La contravención de mayor registro es la de conducir sin licencia este tipo de vehículos. Algunos choferes tienen licencia de otras categorías (auto, camión...), y violan la ley, pues se creen que con esas ya pueden manejarlas y, a los efectos legales, no es así.

Un ciudadano —quien no quiso revelar su identidad— reconoció no tener licencia de tipo A1 para manejar el ciclomotor. No obstante, asegura estar capacitado para conducir, pues posee de auto. «A mí me la trajeron de Ecuador. He corrido con suerte, hasta ahora ninguna autoridad me ha parado», apuntó.

En lo que va de año se han identificado 5 784 conductores de ciclomotores sin licencia. Cuando la policía los detecta, en la primera ocasión se les impone una multa. En la segunda, se les aplica otra multa y se les advierte que si vuelven a incurrir en la violación, se les va a detener el medio por un período de hasta un año. Si durante este tiempo o con posterioridad a la sanción, vuelven a incurrir en la contravención, es posible que se decomise el medio.

Las multas pueden ser de  menor, mediana o mayor peligrosidad, en dependencia de las infracciones.

Otras indisciplinas que cometen los choferes es circular sin el casco, no portar la licencia, el exceso de pasajeros, no detenerse en la señal de Pare, el adelantamiento indebido, así como circular en sentido contrario.

Por estas causas, según conoció este diario, ya en lo que va de año se han impuesto 21 221 multas a choferes, 7 000 más que en 2018. Y, de acuerdo con las autoridades de la PNR, el objetivo no es sancionar, sino garantizar ahora y siempre la seguridad en la vía y disminuir los accidentes de tránsito.

Chapas... ¿para qué?

Hasta ahora no existen mecanismos para inscribir los ciclomotores en el Registro Nacional de Vehículos del Ministerio del Interior. Pero al igual que ha sucedido con otros procesos,  en los cuales lo legislativo se ha ajustado a las exigencias de cada contexto,  hoy se proyectan acciones en este sentido.

Precisamente, eso es algo que reclamaban varios entrevistados por Juventud Rebelde. «Creo que deben reforzarse las medidas de seguridad y de control con este medio de transporte, que no tiene ni chapa», nos decía Hilda Gómez, en una parada cerca de la Terminal de Ómnibus Nacionales. «¿Viste? —nos dice señalando hacia una motorina—, hay gente que anda como loca en esos aparatos y siempre quieren adelantar».

Mario Díaz destacó que es muy preocupante la actitud de muchos motoristas en las esquinas, semáforos o en momentos en que el tráfico se detiene, pues introducen las motorinas, y también las motos, entre dos vehículos en circulación para avanzar hacia el frente.

«Es esos momentos corren el riesgo de que choferes que no esperan que avance una bicicleta eléctrica por la izquierda se bajen o abran las puertas. Y ahí está el accidente. Además, los conductores muchas veces cuando introducen las motos entre dos carriles en una misma circulación no respetan las distancias que deben existir entre los vehículos», nos dice el hombre con la experiencia que le ha dado la vida cotidiana.

Otro criterio lo aportó Juana González. «Con estas  motos te quitas de arriba la compradera de gasolina, la cambiadera de aceite y la dejas cargando antes de dormir, y al otro día puedes caminar hasta 50 kilómetros con confianza. Por eso, dice, algunos hemos tratado de adquirirlas, aunque son  caras».

Muchos fueron los que se preguntaron qué se iba a resolver con ponerles matrícula a los ciclomotores; cuando en abril del pasado año se hizo ese anuncio y se publicó en este diario. La medida está en correspondencia con el ordenamiento vehicular en el país.

La asignación de chapas permitirá una serie de bondades y beneficios que hoy poseen los vehículos inscritos en el país, como es el caso de realizar un proceso de traspaso o compraventa, ajustado a lo normado, o ante cualquier circunstancia que requiera su identificación.

Actualmente se avanza en la documentación legal para las inscripciones y en la evaluación de los costos económicos. Se puntualiza que cuando se vaya a realizar el proceso la población será informada oportunamente.

No hay dudas de que nuestras calles se han inundado de motorinas, y que estas llegaron para quedarse y mejorar —en algo— la transportación de pasajeros. En cualquier esquina uno ve Águilas, Pumas, Tiburones o Coyotes, que, en dos ruedas, circulan entre autos, camiones y ómnibus…, y urgen también de seguridad vial.

Con dificultad, pero sigue produciendo

La Empresa Industrial Ángel Villarreal Bravo, de Santa Clara, está a punto de completar en el actual año el ensamblaje de 550 motos destinadas a la venta en el comercio electrónico y para las empresas que financiaron la importación de los componentes, reveló Eliel Pérez Pérez, director de la entidad.

Actualmente, por problemas de financiamiento, la entidad afronta una baja drástica en la producción de bicicletas eléctricas de varios modelos, incluido el triciclo de carga. Las motos ensambladas en esta empresa poseen características similares a las importadas hoy por muchas personas; por lo tanto, tienen una buena aceptación en el mercado, al punto de que la demanda ha estado por encima de la cantidad fabricada.

En los momentos de mejor bonanza, como en 2017, llegaron a dejar listas más de 5 000, precisó David Rodríguez, director de Negocios y Ventas de la entidad villaclareña, que en aquel año contaba solo con una línea de ensamblaje y ahora posee otras dos, y están a la espera de resolver la situación del financiamiento para seguir incrementado su producción.

Mujeres al timón

Una mirada a las motorinas que circulan revela un detalle  no visto antes en las calles cubanas: la gran cantidad de mujeres que las conducen. Y no solo jóvenes, también personas mayores. La respuesta a ese fenómeno está en lo cómodo que resulta manejarlas, la facilidad para manipularlas a mano y el hecho de no tener que montarlas a horcajadas.

—¿Cómo te va con la bici eléctrica?

—¡Encantada! —responde Isabel, como una de las tantas mujeres que conducen estos medios. La vida se me ha hecho más fácil desde que la tengo. ¡Oiga, y cómo están las guaguas! 

Cuando indagamos desde cuándo tiene licencia responde que hace tres meses y suelta de inmediato:

—Esto es facilito de manejar, aunque el otro día pasé un sustico.

—¿Qué ocurrió?

—Solté el cloche muy rápido, al tiempo que aceleré mucho y por un tilín no choqué con una pared que tenía al frente. ¿Sabes?, al principio sentía presión al andar entre tantos carros en calles céntricas, pero ya me acostumbré. Eso sí, tengo mucho más cuidado con las señales de tránsito cuando salgo del área que conozco perfectamente.

Las motos eléctricas han tenido un auge importante en el país por ser un efectivo medio de transporte local.

El exceso de pasajeros, que viola lo establecido, es una de las principales infracciones que cometen los choferes de motorinas.

Fotos: Abel Rojas Barallobre

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