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Mercado de Cuatro Caminos: Pero sigue siendo el Rey… (+ Fotos)

Después de más de un lustro de profunda y esmerada restauración, el Mercado de Cuatro Caminos reabrirá sus puertas cercano al 16 de noviembre, en saludo a la fecha de fundación de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, con el orgullo de continuar como el «único» en toda la ciudad

 

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Cuatro vías, cuatro caminos: Monte, Cristina, Matadero y Arroyo, conducen a uno de los puntos más queridos de La Habana, el antiguo Mercado General de Abastos y Consumo, justo allí donde convergen tres municipios capitalinos: Centro Habana, Cerro y La Habana Vieja. Llamado el «único», hace casi cien años, habrá que dejarle su popular nombre porque de seguro no se encontrará uno similar que le pueda hacer competencia en toda esta ciudad cinco veces centenaria.

Después de más de un lustro de extensa restauración, el Mercado de Cuatro Caminos, cercano al 16 de noviembre, fecha de fundación de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, reabrirá sus puertas con el propósito de recobrar esa vitalidad que tanto echaron de menos los capitalinos.

Cuentan quienes lo vivieron, que aquella superficie de poco más de 11 000 metros cuadrados era siempre un hervidero de gente, que jamás descansaba. Alrededor de un patio central se distribuían los puestos de venta en esta edificación de estilo ecléctico, con sus cuatro fachadas que permitían el acceso al interior.

Sus arcos principales, coronados por dos enormes cuernos de la abundancia, anunciaban que sus dos plantas habían surgido para que en estas se produjera una verdadera revolución del comercio. Así fue desde que el Ayuntamiento de La Habana se lo concediera a Alfredo Hornedo y Suárez, quien lo operó durante tres décadas tras encargarse de levantarlo.

Al igual que el Capitolio Nacional, el Malecón, el Morro, Coppelia, la Universidad de La Habana, la Plaza de la Revolución, el Hotel Nacional o La Rampa…, el Mercado de Cuatro Caminos constituye un símbolo entrañable para la Ciudad de las columnas, como la retratara Alejo Carpentier.

Víctima del período especial, se vio obligado a cerrar definitivamente por el alto grado de deterioro que mostraba su inmueble de poderoso sostén. Hubo un momento en que su preocupante estado constructivo solo permitía que se utilizara una pequeña porción para la venta de productos agropecuarios, pues desde mucho antes a la segunda planta, que antaño ofrecía servicios gastronómicos, se le había limitado el acceso.

De vuelta la vida

Fue en 2013 cuando el equipo de inversiones de la sociedad mercantil Corporación Cimex S.A. asumió el costo de la recuperación, con el propósito de encargarse de su posterior manejo. Explica Dolores Díaz Álvarez, inversionista principal de la obra, que la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas (ENIA), del Ministerio de la Construcción, desempeñó un papel fundamental en dictaminar el estado estructural del inmueble, a partir de lo cual salió el difícil proyecto que le tocó guiar.

«El proceso inversionista ha sido complejo, por las características de esta edificación, con grado de protección 2 desde el punto de vista de patrimonio, que debíamos recuperar y que se hallaba en un nivel de deterioro tremendo. Para nosotros lo más importante era respetar sus valores históricos y arquitectónicos.

«Empezamos por eliminar todas las transformaciones indebidas que existían, y nos enfrascamos en las fachadas, los cuatro accesos originales y en las antiguas escaleras de mármol. Al mismo tiempo, nos ocupamos de lograr que esa tradición se combinara con modernidad, pues, por ejemplo, el mercado ya rehabilitado se gestionará con una plataforma inteligente que controlará el clima y la electricidad, suministrada por paneles solares en casi un 60 por ciento.

Foto: Rolando Pujol 

«De ese modo nos propusimos salvar, por ejemplo, los pisos de granito de la planta baja, se fundieron 6 500 metros cuadrados y se mantuvo el color blanco en todas las áreas interiores, y el gris en los portales, como era originalmente. Las escaleras también se reprodujeron para que fueran idénticas a las que antes existieron… Estamos hablando de un edificio cuya construcción concluyó en 1920, es decir, que cumplirá cien años.

«El trabajo partió de esa investigación de la ENIA: se encontraron afectaciones estructurales severas en columnas, entrepisos, vigas… y todo eso condujo a un proceso de regeneración, que fue la parte más complicada de la inversión. Después comenzamos con las tareas relacionadas con la arquitectura para conformar los locales y las funciones que iba a asumir cada piso, entre otras».

Foto: Rolando Pujol 

Según explicó Díaz Álvarez a Juventud Rebelde, en 2014 se realizaron los estudios necesarios y luego se colocaron las vallas para acometer las labores de restauración. «Muchas personas tenían incertidumbre: “¿En verdad están trabajando? ¿Se demoran mucho?”, preguntaban. Pero lo principal, desde el inicio, era llevar adelante un dictamen serio, hecho a conciencia. En diciembre de 2016 fue que comenzamos con un poquito de fuerza de trabajo, y en abril de 2017 se contrató toda la que se requería para la regeneración del mercado, con la perspectiva de que se pudiera inaugurar para el aniversario 500 de la ciudad».

Esperado regalo de cumpleaños

Unos 550 trabajadores se insertarán en las dos plantas, para realizar diferentes funciones. Justamente la mayoría de ellos se entregaron en cuerpo y alma para devolverle el esplendor a cada uno de los 18 826 metros cuadrados construidos que posee esta obra gigantesca, entre portales, áreas de venta, patio interior y andenes. 

Foto: Rolando Pujol 

De regreso a sus antiguas funciones, en la primera planta del ahora impresionante Cuatro Caminos se ubicará un mercado del tipo que distingue a la cadena Cimex: una licorería, una cafetería, cárnicos, La casita del lácteo, así como los almacenes, cajeros automáticos y espacios para el servicio de cuentapropistas.

Fotos: Rolando Pujol 

Todo lo relacionado con los productos agropecuarios se concentrará en la fachada de la calle Matadero y parte de Cristina (es ese también el espacio de las flores y de los talleres para el arreglo de equipos electrodomésticos), donde se dispondrá un mobiliario funcional, que posibilite no solo realzar la imagen de las viandas y hortalizas que se ofertarán, sino que además facilite la limpieza y que se mantengan frescos.

En el segundo nivel podrán hallarse las tiendas Panamericana, donde se comercializarán equipos de computación, elementos decorativos, productos del hogar, iluminación, ferretería… Asimismo habrá algunas oficinas, un phofotoservice para venta de artículos fotográficos, un «rápido» (gastronomía) y estará a disposición de los usuarios la empresa Western Union, entre otras opciones.

En diferentes puntos del edificio se habilitarán guardabolsos, burós de información, servicios sanitarios y áreas de interacción social y de descanso, entre muchas otras prestaciones, que buscan conseguir la satisfacción plena de los clientes. De esa manera el popular Mercado de Cuatro Caminos recibirá su centenario, en 2020, lleno otra vez de esa nueva vida que le han insuflado estas celebraciones por cinco siglos de una Habana que lo extrañaba desesperadamente.

Fotos: Rolando Pujol 

Atravesando la calle

No solo el Mercado Único o Mercado de Cuatro Caminos es el proyecto de gran envergadura que se acomete en esa zona de La Habana donde inician o finalizan varios municipios, según se mire. Solo se necesita atravesar la calle Cristina para adentrarse en el Museo del Ferrocarril de Cuba, el guardián de una colección de antiguas locomotoras de vapor en desuso, que son para envidiar, y que ya pueden ser admiradas, y hasta montadas si quisieras imaginarte como el conductor de estas máquinas de la época en que, allá por 1837, Cuba clasificó como el séptimo país del mundo (primero de Iberoamérica) en explotar el camino de hierro.

La instalación, que ahora sirve de sede a este interesante museo, es la única sobreviviente de las tres grandes estaciones ferroviarias que existieron en La Habana en el siglo XIX. Nombrada Cristina, se erigió primero en madera, antes de experimentar importantes modificaciones hasta llegar a nuestros días en que, como parte de su objeto social, contará con tecnología moderna y con una sala científico-técnica para consulta y lectura, además de un área destinada al ferromodelismo, junto a un espacio representativo del centro de operaciones de un jefe de estación, a la usanza de los primeros años del siglo XX.

Monumento Nacional desde el 1ro. de julio de 2012, el Museo del Ferrocarril de Cuba se integró a la valiosa red de instituciones de la Oficina del Historiador de La Habana.

Foto: Rolando Pujol 

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