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Juventud en Cuba continúa su Congreso

Ninguno sobrepasa los 30 años de edad, pero ya han sorteado obstáculos, ciertas incomprensiones y otras pruebas que les ha deparado la vida. Por suerte, los cuatro multiplicaron sus relojes y han salido airosos en esos retos tremendos, pues como millones a lo largo de Cuba, son continuadores de un sueño hermoso de nación y patria

Autores:

Osviel Castro Medel
Nelson García Santos
Yudaisis Moreno Benítez

Aunque viven distantes entre sí, tienen historias que se entroncan porque han decidido entrar en fuegos que otros han rehuido. Ninguno de los cuatro sobrepasa los 30 años de edad, pero ya todos han sorteado obstáculos, ciertas incomprensiones y otras pruebas que les ha deparado la vida. Por suerte, los cuatro multiplicaron sus relojes y han salido airosos en esos retos tremendos.

Yanisleydis Valdés Pérez, por ejemplo, con 27 abriles, ha tenido que «deshacerse» para atender a sus dos pequeños, dar consultas «a una población cercana a los mil habitantes» en el área de salud Adrián Sansariq, de la capital artemiseña, y ocupar responsabilidades en el comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Para esta doctora, a punto de reincorporarse al trabajo después de la licencia de maternidad, siempre se encuentra el tiempo para obrar bien cuando rigen el deseo de cumplir y los valores «formados desde la cuna».

Graduada en 2016, ella se sumó hace poco a las filas del Partido, un acontecimiento que insufló su pecho porque, según refiere, «demuestra que confiaron en mí y eso es muy lindo».

Un orgullo parecido vive la periodista granmense Leipzig Vázquez García, quien desde hace tres meses ingresó a esa organización de vanguardia, aunque sabe que tal afiliación no puede ser «de boca».

«Por estos días se ha hablado mucho de ser continuidad, pero eso no puede convertirse en un eslogan, tampoco en palabras vacías, es un modo de hacer», dice esta muchacha que ha asumido la jefatura del grupo de Información en la emisora provincial CMKX, Radio Bayamo; es decir, dirige a 19 colegas, muchos de ellos veteranos en labores reporteriles.

Leipzig se lamenta de que algunos no vean en este ingreso un motivo de saludable vanagloria, «como en los tiempos de mi mamá», quien es, casualmente, la corresponsal radial en el municipio de Río Cauto.

«No todos los jóvenes que son militantes de la Juventud quieren pasar al Partido; cuando se dan esos casos resulta preciso preguntarse por qué, en qué fallamos», agrega ella, quien tuvo el aval de dirigir durante años el comité de base de la UJC en la planta.

Esta periodista residente hoy en Bayamo también es madre de una pequeña de cuatro años, por lo que su agenda siempre está apretada; mas reconoce que «el tiempo aparece».

Por esa misma cuerda de pensamiento anda otro artemiseño, el ingeniero en Ciencias Informáticas Yudel López Pérez, quien, contentísimo, recibió su carné del Partido en una fecha tan gloriosa como el 26 de julio.

«Tengo 28 años de edad y cuando estaba ingresando en las filas pensaba, con estremecimiento, en las decenas de jóvenes de la provincia que con edades menores a la mía salieron a batirse con la muerte el 26 de julio de 1953 en el histórico asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes», sentencia este muchacho que tiene bajo su responsabilidad la conectividad y los planes de uso y desarrollo de las Tecnologías de la Información en el Grupo Empresarial Artemisa, al cual se subordinan 14 empresas.

Como si eso fuera poco es el secretario de su sección sindical, un cargo espinoso y gratificante, no siempre «apetecido».

A cientos de kilómetros de ese sitio, en el cardiocentro Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, otra historia, la de Adrián Fuentenegra Pérez, entra casi por el mismo aro de las anteriores. Él, especialista en Informática en esa prestigiosa institución, también late orondo por ser militante del Partido, una condición con la cual a veces algunos no actúan en consecuencia, según sus palabras.

«En una sociedad como la nuestra el Partido debe ser, ante todo, un ejemplo de moral y actitud consecuente con esas virtudes sembradas por la Revolución», dice este muchacho de 30 años.

Para él la militancia hay que mostrarla en la actuación cotidiana y resuelta, «nunca a medias, porque la simulación desacredita» a la organización. Eso mismo sucede cuando un integrante del Partido incurre en malos tratos, sobre todo en sectores vinculados con la atención a la población.

En su criterio, el Partido debe desempeñar un papel esencial en la educación de los jóvenes, «pues a veces hay personas que no son capaces de hacerlo de la mejor manera».

Asimismo, cree que se deben aprovechar las reuniones y otros espacios como plataformas para combatir vicios. Esas oportunidades tendrían que servir, también, para conocer las preocupaciones de los más nuevos, sus desvelos y utopías.

Espejos

Sus historias completas no caben aquí. Estas sirven de espejos para otros pinos nuevos que viven los rigores y complejidades, pero también la gloria de estos tiempos. Los cuatro son emprendedores, optimistas, incansables, críticos, buscadores de la virtud y enamorados de la vida.

Saben que coexisten en una sociedad que está lejos de la perfección, pero coinciden en que las buenas actitudes ayudan a mejorarla. Ellos, como millones a lo largo de Cuba, son continuadores de un sueño hermoso de nación y patria.

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