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Campesino hasta los huesos

Ni las recurrentes cirugías han logrado separar a Rodolfo Almeida Rodríguez del trabajo agrícola, en el que dirige a un grupo de jóvenes para los que el campo ha sido el más importante vínculo laboral

Autor:

Laura Brunet Portela

AGUADA DE PASAJEROS, Cienfuegos.—La primera vez que Rodolfo Almeida Rodríguez entró a un salón de operaciones fue en 1992. Le costó un trozo del cartílago de la oreja izquierda, donde permanece el corte triangular que se ganó aquel día.A ese paso ya van ocho intervenciones quirúrgicas,la últimatuvo lugar en junio de 2019.

En la frente, la nariz, el mentón y por todo el rostro le surcan cicatrices casi imperceptibles. Cuenta este guajiro que es una dermatitis basal, que el Sol le está prohibido, pero no aparta pie de las 33 hectáreas de la finca Casimba, en la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Sergio González, en Real Campiña.

—¿Qué le dice el médico cada vez que usted tiene que regresar a la consulta?

—Imagínate… Que si hasta cuándo voy a estar trabajando bajo el Sol, que si no pienso descansar un poco. Pero qué voy a hacer, yo nací pegado a la tierra, aquí mismo en Casimba. A mí no hay quien me siente en la casa a ver la hierba crecer.

Rodolfo viste de manga larga y pantalón, salpicado por el rojo característico del suelo de esta zona, al norte de Cienfuegos. Sobre la cabeza un enorme sobrero alón calado hasta las orejas.Considera que así se cuida, que con esa especie de coraza está protegido.«Ya me está saliendo otra ñañarita por aquí», comenta y señala una pequeña mancha oscura sobre la sien blanquecina.

Y los jóvenes, ¿no confía en ellos para entregar la batuta?

—«Sí confío; aquí trabajan muchos hombres y mujeres jóvenes que han dado el paso al frente, pero vista hace fe, y el ojo del amo engorda al caballo», dijo, y con en esa cadena de aforismosdescubreque todavía queda por hacer para que las nuevas generaciones tengan la confianza que merecen.

—¿Está el relevo asegurado?

—Sí. Mi hijo es el sustituto. Él es como yo, nació aquí y todo lo que ha visto en su vida tiene que ver con el trabajo en el campo. Ahora mismo trabaja en la finca y además labra 17 hectáreas que le fueron entregadas en usufructo dedicadas a la caña.

«En la finca también cultivamos caña, así como arroz, boniato, frijoles, hasta melones;este año recogimos mil quintales», enumeró el guajiro, quien expresó que las siembras se realizan bajo los preceptos de la agroecología, abonadas con estiércol animal. Tales productos, con bajos niveles de aditivos químicos,abastecen a los asentamientos cercanos a la CCS y a dos consejos populares de la ciudad de Cienfuegos.

En Casimba no hay tierras ociosas; cada pedacito que puede brindar frutos ha sido sembrado, y aunque todavía emplean métodos antiguos de agricultura, hay estabilidad en el rendimiento.

«Desde hace dos años tenemos guardado en la casaun sistema de riego, de los de mariposita, pero no hemos podido instalarlo. Primero era que si la corriente, que si hay que hacer un proyecto… Ya vino la Empresa Eléctrica, midieron, hicieron de todo, pero de eso hace ya bastante y seguimos con la instalación monofásica. Así las turbinas se paran todo el tiempo, no sirve.

«El riego se hace por desnivel, a guataca. Trancas un surco, abres el otro y así vas moviendo el agua por todo el campo. Lleva mucho tiempo, la mayor parte del día la pasamos en eso, sin necesidad», asegura Rodolfo.

Aunque las condiciones de trabajo y disponibilidad de medios no son los ideales,en Casimba no se detiene una jornada. Tampoco habrá pausacuando Rodolfovuelva a vestir bata verde para otra disección en su rostro, porque con certeza regresará al salón de operaciones.

Entoncesserá la muchachada que lo acompaña la que cuidará de las producciones. De la estirpe de Rodolfo,este campesino obstinado, que no cree en enfermedades ni regaños médicos, son los hombres y mujeres de los campos cubanos.

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