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Las palabras resueltas del joven Vladimir

Antes de llegar al momento de ser elegido delegado directo al 11no. Congreso de la UJC por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, Vladimir Hernández Meneses sufrió la amarga experiencia de verse descartado de ser militante de la organización en la secundaria; sin embargo, años después le realizaron el proceso con todas las de la ley

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— Deja brotar el caudal que atesora su memoria sin sacar cuentas si le puede gustar a alguien o no. Y el tiempo transcurrido, desde su adolescencia, le ha afianzado ese don de persona franca que defiende sus juicios.

Suele recordar el joven Vladimir Hernández Meneses un hecho triste de su vida de estudiante de secundaria, que tuvo su final en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, donde fue elegido delegado directo al 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Antes de llegar a este momento actual, para él inolvidable, sufrió la amarga experiencia de verse descartado de ser militante en la secundaria, porque le dijeron que había demasiados propuestos, y en el preuniversitario, aún con aquella desilusión a cuestas, le consultaron si deseaba ingresar a la UJC, y su respuesta fue un rotundo no.

Ahora, con voz pausada, reflexiona qué lo motivó a actuar así, porque en la primera ocasión no se tuvieron en cuenta los méritos de cada cual a la hora de aminorar propuestas, y pensó que venían, por segunda vez, con más de lo mismo.

Tiempo después, mientras cursaba el 2do. año de la carrera universitaria, le realizaron el proceso, con todas las de la ley, y le otorgaron la militancia de la que se siente orgulloso, más allá de que pudo serlo mucho antes, confiesa.

Vladimir, secretario de la UJC de la Facultad de Educación Infantil, suele contar esa anécdota cada vez que en una asamblea se analiza el polémico tema de que, muchas veces, ingresan a la organización jóvenes que carecen de los requisitos idóneos.

¿Mantienes ese criterio?, le pregunto. Calla momentáneamente y su rostro de golpe parece que se apaga, señal inequívoca de que está cavilando, pero de súbito retumban sus palabras con el «no mantengo ese concepto». ¿Sabes?, con el paso del tiempo razoné que resulta mejor sumar que apartar. Si entran sin la requerida ejemplaridad, entonces le corresponde a su comité de base encaminarlos para lograr esa virtud.

—¿Qué le falta a la UJC?

—Su funcionamiento interno no resulta todo lo eficaz que debía ser, mientras hacia afuera hay militantes que tampoco asumen un protagonismo de vanguardia, hay que revertir esa situación. La organización también necesita perfeccionar desde la base sus códigos de comunicación con la utilización de patrones atractivos.

«Además, tiene que plantearse transformar los modos de conducta de muchos jóvenes y reforzar la formación de valores, más ahora con esta situación difícil que atraviesa el país por el recrudecimiento del bloqueo yanqui».

—¿Cómo actuar?

—Ante esa circunstancia la juventud tiene que ser abanderada de hacer las cosas lo mejor posible donde trabaja o estudia, incluso en la comunidad. Debemos actuar con esa misma fuerza telúrica con que siempre defendemos los principios y las conquistas alcanzadas en estos 61 años de Revolución.

—¿Qué esperas del Congreso?

—Es un reto para quienes vamos a estar representando a la UJC y también, ¡cómo no!, a todos los jóvenes. Y la armazón concebida para esta cita nos permitirá pensar en esa Cuba del futuro, apegada al legado de Fidel, y acordar modos para afincar aún más nuestros horizontes.

«De hecho, en las asambleas de los comités de base y en las municipales trascendió, cristalinamente, que analizamos con mayor ímpetu las insuficiencias que los logros, signo evidente del interés de la militancia de resguardar su prestigio, y sabemos cómo desterrar esas sombras».

—¿Cuál es su visión de la Universidad?

—Hasta donde sé casi nada es perfecto. Es un baluarte en el aporte científico y en la formación de profesionales. Cuenta con aval reconocidísimo. Me siento orgulloso de haber estudiado allí y ejercer ahora como profesor.

—¿Ninguna sombrita?

—La Universidad debe tener oídos para todos los criterios de los jóvenes y que siga siendo y vaya más al pueblo. Aquí, en la Universidad Central, en realidad se oyen a los militantes, contamos con espacios para plantear los problemas, y nuestra palabra se tiene muy en consideración. Quizá haga falta que los profesores se involucren más todavía en el apoyo a las organizaciones estudiantiles.

—¿De tus dos amores profesionales, cuál prefieres?

—Con los dos me siento bien. Como profesor a tiempo completo de la Facultad de Educación Infantil de la sede pedagógica Félix Varela y haciendo locución en la Emisora CMHW. Compagino bien esas dos pasiones a las que llegué por vocación.

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