Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

A la COVID-19 no se le regala nada

Encuentro con el primer colectivo de profesionales de la Salud que reta al nuevo coronavirus en el Centro de aislamiento de Matanzas

Autor:

Hugo García

MATANZAS.— Vestidos con batas y sobrebatas de color verde, guantes sanitarios, máscaras, gorros y tapabocas: Así nos encontramos al primer colectivo de profesionales de la Salud que reta al nuevo coronavirus en el Centro de aislamiento de esta ciudad.

Esos implementos son cambiados numerosas veces al día, cada vez que se acercan a los tres pacientes confirmados de portar el nuevo coronavirus hospitalizados en este lugar, para proteger la salud de todos.

En la zona roja, como se conoce a la sala donde están aislados estos tres casos, labora el doctor Renier García Ibañez, residente en Medicina Interna, tres enfermeros jóvenes (Salvador Lavielle, Ángel Campos y Leonel Rivero) y la empleada de servicios generales Gladis Zequeira, quienes cumplen con todas las medidas sanitarias y orientaciones propias para estos casos. No temen, confiesan, pero tampoco regalan nada.

De visita en el Hospital Clínico Quirúrgico Docente Mario Muñoz Monroy, convertido en Centro de aislamiento para casos sospechosos y confirmados de la COVID-19 procedentes de Cienfuegos y Matanzas, comprobamos el rigor de las medidas de bioseguridad y sanitarias que se exigen en estos procederes.

El doctor Juan Carlos Martín Tirado, director del hospital y especialista en Segundo grado en Ortopedia, explica que esa institución diseñó una estrategia y la aplica rigurosamente, no solo porque de ello depende la seguridad de los trabajadores que participan en el proceso, sino  además porque así evitarán la propagación de la enfermedad desde esta institución.

«No existen brechas porque se capacita constantemente al personal», insiste, y comenta que el principal reto es brindar una atención de calidad a cada paciente para que tengan una recuperación adecuada.

Animador animado

Con solo 23 años, este animador de un hotel de Varadero, quien reside en Cárdenas, fue confirmado recientemente. Al conversar telefónicamente con JR trasmite mucho optimismo y confianza en la medicina cubana, que es muy buena, recalca, y los médicos y enfermeros que le atienden son agradables y profesionales.

«Empezó como un catarro común, algo normal. Por eso digo a las personas con problemas respiratorios que se cuiden mucho, acudan al médico y además tomen las medidas higiénicas y de todo tipo para evitar la propagación», advierte. 

«Hoy me siento muy extraño. Cuando me dieron la noticia pensé que me caería el mundo encima, sin embargo es el séptimo día después de diagnosticado y me siento normal. Quisiera ver a mi familia porque hace rato no la veo y darle animo a mis compañeros de trabajo», sostiene.

Su esposa se encontraba en una de las salas de sospechosos del mismo cento y este martes fue confirmada como positiva. Ahora comparten cubículo mientras esperan la evolución de ambos.

 

Soy una mujer fuerte

Otra de las pacientes confirmadas contó a este diario que aún no siente ningún síntoma. «Me siento muy bien», afirmó:

«Desde que entré a Cuba el 12 de marzo, procedente de Guyana, estuve todo el tiempo en mi casa. El 13 y el 14 me sentí un poco mal y me dio un poco de catarro, por lo que acudí rápidamente al médico en Cárdenas, desde donde me remitieron para este Centro. Luego ese malestar se me quitó y hasta ahora me he sentido bien.

«Aquí no tengo quejas sobre nada, las atenciones son súper.

Estoy sola en una sala y los enfermeros me atienden constantemente. Todo está perfecto en este centro, desde donde mantengo buena comunicación con mi familia, que está aislada también», precisa.

«El momento más duro fue cuando me diagnosticaron, pero como fui mejorando cada día hasta me parece mentira que haya sido positiva, porque aquí atentida me siento bien», refiere la joven.

«Quisiera salir pronto para ver a mis hijos y familia. Ellos me dan fuerzas y estoy segura que lo lograré porque aquí cada cinco minutos me están viendo, me preguntan cómo estoy y son muchas las atenciones con nosotros.

«Me distraigo con el teléfono, camino un poquito y luego me siento otro rato. En general paso el día tranquila, pero me quedan siete días de cuarentena.

«Pienso que todos los cubanos deberían estar en sus casas con tranquilidad.  Les pido que se cuiden y tomen medidas extremas para evitar el contagio, y que sus hijos no salgan a las calles hasta que pase esta tormenta», dice, y agradece al personal médico que arriesga sus vidas por preservar las de ellos.

«He pasado por una batalla que nunca pensé que pasaría, pero sin flaquear nunca, porque me considero una mujer fuerte a mis 36 años de edad», resume.

Brindamos salud

El doctor García Ibáñez lleva siete días en la zona roja junto a los casos confirmados y se siente orgulloso de cumplir esta tarea: «Sí sentimos calor con todo los medios de protección encima, pero tenemos que examinar a los pacientes, aun cuando se mantienen asintomáticos, con buen estado general. El seguimiento es estricto durante estos primeros 14 días», dice, y patentiza que este ha sido su mayor desafío como médico, una experiencia que lo hace crecer.

«Emocionalmente se encuentran bien. Tienen comunicación con su familia vía internet y dentro de las posibilidades les brindamos lo que quieran comer», cuenta el médico.

«Entramos constantemente a los cubículos e interactuamos con ellos, pero como están en aislamiento a veces se sienten solos, de manera que les ofrecemos algo de música y conversamos.

«Es verdad que estamos en constante riesgo, pero alguien tiene que dar el paso al frente en este momento crucial. Ahora es cuando más disciplina debemos tener en este trabajo y cuidarnos como una familia. Aquí me llaman de muchos lugares y mi familia igual, siempre está atenta y pidiéndome que me cuide. Aquí nos hemos sentido como en casa y seguimos brindando salud y salvando vidas.

«Mis padres siempre me han apoyado en todo. Ellos saben que estoy donde me necesiten, y mi esposa, que también es doctora, atiende los casos sospechosos en este hospital. Con ella sí mantengo estrecha comunicación», relata.

Reto para la medicina cubana

A sus 24 años, el técnico en Enfermería Leonel Rivero Martín solo atina a decirnos que está «sin miedo y guapeando». Su propósito es que los pacientes se sientan como en familia cuando se les suministran medicamentos y alimentos, para que conserven la tranquilidad.

El doctor Yunier Arocha Molina, especialista de Segundo grado en Medicina Interna y jefe del Centro de medios diagnósticos, confima que las personas están calmadas, cooperativas y organizadas. La mayoría son respetuosos, independientemente del miedo que pueden sentir, mientras otros se muestran ansiosos con los resultados de los test, algo inevitable.

«En Angola enfrenté la malaria y hasta estuve enfermo en la sala de Terapia intensiva por esa enfermedad, pero enfrentar una pandemia como esta ha sido mi mayor desafío», declara.

«Ya teníamos experiencia con el H1N1, pero la magnitud de esta epidemia ha sido mayor, tanto por el alcance de la transmisión como por el enfoque mediático. Por eso hemos creado grupos multidisciplinarios liderados por especialistas de Medicina Interna», consigna Arocha Molina.

La doctora Adania Martínez Rodríguez, especialista de Higiene y Epidemiología, especifica que toda persona con un proceso respiratorio que cause duda es ingresada, porque una de las medidas más importantes de nuestro país es minimizar el riesgo.

«Tenemos un área en la que recibimos al paciente y un grupo de médicos clasifican su estado de salud en dependencia de si viajó al extranjero o estuvo en contacto con personas de otros países», precisa, y se declara optimista, «pues antes hemos tenido epidemias como el dengue y el cólera y hemos sabido salir adelante», ratifica esta epidemióloga.

La doctora Mebercy Viamontes González, especialista en primer grado de Medicina Interna y jefa del Servicio de Medicina en el hospital Mario Muñoz Monroy, resalta que están organizados y que mantienen la ecuanimidad.

«Hemos tenido pacientes que han llegado un poco estresados. Recuerdo en particular a un extranjero que no tenía comunicación con su familia y cuando se le explicó que lo iban a comunicar quedó muy agradecido, gritaba “¡Viva Cuba!”», rememora Viamontes González.

«Pienso que si cumplimos con todas las medidas y nos protegemos, podamos limitar la expansión de la enfermedad», amplía ella. Sin ocultar su preocupación, añade sentirse animada: «Creo que entre todos podremos lograr que en Cuba no se comporte la epidemia como en otras naciones y que los cubanos tengamos capacidad y compromiso para limitar la transmisión».

 De derecha a izquierda: Gladys Zequira, Angel Campos, Salvador Lavielle, Reinier  García y Leonel Rivero.Foto: Hugo García.

 

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