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La COVID-19 se expande y los modelos de prensa tosen

Una de las grandes ventajas con las que Cuba afronta el grave dilema sanitario internacional actual es la credibilidad de su sistema de instituciones y de medios públicos, cada cual con su deber y función bien delimitados

Autor:

Ricardo Ronquillo Bello

En Honduras parecía más una «manada», a la caza de una prensa sensacionalista, que un grupo de periodistas, lo que se abalanzó sobre el que parecía el primer caso de contagio en esa nación por el coronavirus, mientras desde la calle algunos gritaban al personal de salud que matasen al posible enfermo.

Si lo anterior ocurre en un país del tercer mundo, en la Europa primermundista L’Osservatore Romano, considerado como el periódico oficial del Vaticano, tomó una decisión histórica: suspender su edición impresa a partir de este 26 de marzo, y publicar solo en formato digital ante la imposibilidad de seguir imprimiendo sus páginas por la emergencia.

El director de la publicación dijo al periódico italiano Il Messaggero que en la sección de tipografía habrá un solitario técnico de impresión que hará posible la publicación en papel de diez ejemplares, que serán repartidos entre los departamentos más altos de la Curia Romana, incluida la Secretaría de Estado del Vaticano y el Pontífice.

En la colindante Italia la prensa también es alcanzada por el duro resfriado de la pandemia, al punto de que se presagia la caída de más del 40 por ciento de los ingresos para los próximos meses. Ello implicó que las principales asociaciones pidieran al Gobierno medidas urgentes para reducir este impacto y evitar la destrucción de un sector clave en este momento de emergencia sanitaria, seguida de otras no menos emergentes.

Aunque numerosos quioscos abren para garantizar la información, el extendido y famoso aislamiento social, junto a la brutal merma de alrededor de un 80 por ciento de la publicidad, sostén esencial en un tipo de prensa privada y comercial, así como la desaparición de eventos y acciones especiales, provocan fuertes estornudos. No es para menos cuando se dice que el impacto de las crisis en el sector suma 250 millones de euros.

Ello provocó que las cuatro principales asociaciones de editores de prensa y publicaciones periódicas —AEEPP, ARI, CONEQTIA Y ARCE—, en las que confluyen 260 grupos editoriales y más de 60 millones de lectores, se vieran precisados a enviar un documento conjunto al Gobierno en reclamo de medidas que eviten el derrumbe del sector y la desaparición de publicaciones y periódicos.

La fiebre coronavírica que afecta a la prensa también calienta los termómetros en España, donde los propios responsables del sistema reconocen que la situación de los medios de comunicación se vuelve, nada menos, que «ruinosa».

Las asociaciones de editores de prensa y las de radio y televisión privadas lanzaron un grito, según reconocía el diario El País, pues pese a las audiencias disparadas y un fuerte despliegue informativo, la publicidad se ha desplomado como consecuencia del parón de la economía y las medidas de emergencia adoptadas. Y esto amenaza, advierten, con desencadenar un proceso de ajuste más duro incluso que el emprendido tras la crisis de 2008, que implicaría una fuerte destrucción de empleo si no el cierre de cabeceras y emisoras.

Todo lo anterior les obligó a urgir al Gobierno a establecer medidas de apoyo para sostener su actividad, esencial para los ciudadanos, un plan que pasaría por avales y créditos blandos para las empresas de medios, bonificación en las cuotas de Seguridad Social, a cambio de mantener el empleo, y por reforzadas campañas de publicidad institucional.

Es tanto el impacto del virus que Fernando Yarza, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), señaló que «si no se articulan ayudas, va a ser un tsunami y una tragedia para la democracia».

«El sector ya pasó por ajustes muy dolorosos, y hemos llegado hasta aquí muy tocados y sin ayuda. A falta de un modelo asentado de suscripciones digitales, la publicidad sigue siendo la principal línea de ingresos, pero está sufriendo caídas dramáticas… desde que se decretó el estado de alarma».

Antonio Fernández-Galiano, presidente de la Asociación de Medios de Información (AMI), que agrupa a las principales cabeceras de prensa españolas, sentenció que se enfrentan a algo inédito, «el desplome de ingresos cuando tenemos menos capacidad financiera que en la anterior crisis».

La falta de oxígeno es de una gravedad tal, advierten, que la crisis de liquidez puede llevarse al sector por delante. «Lo peor que podría ocurrir es que nos viéramos abocados al cierre, a una feudalización del panorama informativo», vaticinó el Presidente de la AMI.

Con semejante neumonía ahogando a importantes sistemas de prensa privados del mundo, no puede menos que valorarse, en todas sus bendiciones, que Cuba cuente con su sistema público de prensa, que en vez de desplomarse o colapsar ante esta pandemia global lo que hace es ganar en mayor peso, crédito y autoridad ante los ciudadanos, que acuden ahora, como nunca, a sus espacios en todos los soportes, tanto tradicionales como digitales en la búsqueda de información fiable.

El sitio digital Cubadebate, el que más influencia ganó en los últimos años en la red de redes, dio a conocer recientemente que recibió 2 192 858 visitas, todo un récord para la publicación. En siete días el sitio principal de dicho portal recibió tantas visitas como las que tuvieron en el mejor mes del año 2015.

Esa es la tendencia de estos días en todos los medios públicos, que debieron enfrentar, junto a los clásicos y complejos desafíos comunicacionales que un tipo de pandemia como esta implica, las persistentes y malsanas insidias en las redes sociales y sitios contrarrevolucionarios para tratar de desacreditar el esfuerzo de las autoridades y el país todo para evitar la expansión del virus.

Es en situaciones de tanta vulnerabilidad como las que ahora padece la humanidad, requerida de instituciones vigorosas y socialmente sensibles, grandes consensos sociales y sentido profundo de la solidaridad, la intersectorialidad y la colaboración, cuando alcanza su mayor brillo la responsabilidad social del periodismo, el carácter ético de la profesión y su indeclinable vocación de servicio público.

En ese terreno el sistema de prensa público cubano y sus profesionales llevan también una ventaja, pese a las distorsiones y desajustes que se corrigen en base a la nueva Política de Comunicación del Estado y del Gobierno y los preceptos constitucionales que establecen que la información es un bien público y un derecho ciudadano.

No por casualidad, uno de los soportes esenciales del nuevo modelo de prensa que se defiende desde el 10mo. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba es el de un nuevo tipo de relación entre el sistema de instituciones públicas y el sistema de medios públicos, a favor de la transparencia, una palabra tan linda y sanadora como valiosa y estratégica para las instituciones y los medios, lo mismo frente a esta contingencia global que en las más normales de las situaciones.

Una de las grandes ventajas con las que Cuba afronta el grave dilema sanitario internacional actual es la credibilidad de su sistema de instituciones y de medios públicos, cada cual con su deber y función bien delimitados, pero armonizados —cada vez con menos interferencias o mediaciones dañinas—, dentro de una estructura de defensa civil y de enfrentamiento de desastres y graves epidemias con altísimo reconocimiento nacional y mundial.

Buen nasobuco para espantar la tos que está rompiendo ahora mismo los pulmones a muchos sistemas de prensa privados del mundo.

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