Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cumplir años, cumplir el deber

Tras laborar los primeros 14 días de la pandemia en Isla de la Juventud, joven galeno celebrará su cumpleaños el 1ro. de Mayo desde la cuarentena

Autor:

Roberto Díaz Martorell

 

Nueva Gerona, Isla de la Juventud.— Para un trabajador cualquiera, cumplir año el 1ro. de Mayo es una oportunidad para festejar en grande, no solo con la familia, sino también con todo el pueblo que asiste a los tradicionales desfiles populares en Cuba; pero si además llegas a esa fecha con el deber cumplido como médico frente a la COVID-19, el privilegio es mayor.


 Ese es el caso de Lixander Rodríguez Milanés, clínico y Especialista de Primer Grado en Medicina Interna, quien en esta ocasión celebrará el Día Internacional de los Trabajadores y su onomástico junto a colegas que permanecen en cuarentena tras laborar los primeros 14 días de la pandemia en el hospital Héroes del Baire, en Isla de la Juventud.


 «Aquí estaremos juntos, dando vivas a la Revolución, a Cuba, a la salud cubana, y cuando llegue a mi casa lo celebraré con mi familia y amigos nuevamente. Voy a extrañar el desfile, como no, porque desde que tengo uso de razón siempre mi cumple y el desfile los celebro al mismo tiempo», dijo.


 «Ya he pasado otros cumpleaños de guardia en el hospital porque se han requerido mis servicios como clínico ese día, pero esta vez tiene un significado especial, ya que los trabajadores de la salud hemos estado en primera fila desde el inicio de la pandemia en el país.


 «Esta experiencia es algo que te marca como ser humano y como profesional. Siento mucho orgullo de ser parte de esa primera tropa y es algo que transmitiré a mis hijos, para que les sirva de ejemplo en el futuro», expresó.


 Recuerda el galeno que a los clínicos los convocaron desde el principio para tratar a pacientes que pudieran llegar con sintomatología asociada a la COVID-19: «En Isla de la Juventud fuimos privilegiados por ser de los últimos territorios en confirmar casos positivos, pero desde que apareció la epidemia en Cuba comenzó también nuestra preparación.


 «Ya habíamos designado la sala donde recibiríamos a los pacientes; incluso antes de que se confirmaran casos ya tratábamos a pacientes con infecciones respiratorias agudas (IRA) como de alto riesgo.

«Todo este tiempo fuimos un equipo muy unido, aprendimos sobre las medidas sanitarias extremas para estos casos de conjunto con las enfermeras y el personal de laboratorio y de microbiología, que era donde se extraían las muestras para hacer la confirmación de los pacientes.


 «Cuando llegaron los primeros casos positivos en el municipio, la decisión de estar ahí en el frente de batalla fue unánime. Fuimos a las casas, recogimos algunas cosas y estuvimos listos para afrontar esos primeros 14 días trabajando las 24 horas en el hospital.


«Al principio eran pocos casos y el trabajo era menos tenso. Al pasar los días los pacientes aumentaron, se incrementó el estrés, la estancia en sala se hizo más prolongada y por tanto creció el riesgo de contagio; entonces adoptamos medidas internas de protección más severas.


 «Los pocos momentos de descanso hablábamos entre nosotros, nos aconsejábamos, compartíamos opiniones profesionales; y aprovechábamos el tiempo también para leer, sobre todo información sobre el nuevo coronavirus; en el mundo todos los días se publicaba algo nuevo: que si las vacunas, que si un nuevo tratamiento estaba en prueba….


«Los momentos más emocionantes eran todos los días a las 9:00 de la noche, porque nos asomábamos al balcón del cuarto piso del hospital y los vecinos del edificio frente a la institución nos regalaban sus aplausos y vivas a Cuba y a la salud cubana, y eso nos llenaba de aliento y fuerza.


 «Ya estamos a punto de culminar el período de cuarentena en el hotelito de la CTC, en Nueva Gerona, donde nos sentimos como en casa. Las atenciones de Jorge Luis Más, administrador del restaurante El Abra, y sus muchachos son exquisitas, nos atienden como a familia; siempre tienen alguna iniciativa bajo la manga para que nos sintamos bien y lo logran. Les agradecemos mucho.


 «Desde que llegamos aquí fue un verdadero descanso, pero aun alejados de la zona roja, en nuestro pensamiento están los que ahora asumen el compromiso y deber de atender a los pacientes; nos comunicamos con ellos con frecuencia para conocer su estado de ánimo y compartir experiencias. Sabemos que están muy estresados a partir del incremento de los casos en el territorio.


 «Siempre mantuve comunicación con la familia; hablábamos todos los días, cada vez que tenía un respiro. Siempre recibía mensajes de mi mamá, de mi novia, de mis hijos. El varón, que tiene ocho años, todos los días pregunta cuándo voy, cuándo puede verme…

«¡Imagínate que llevo 24 días sin poder abrazarlos! Ese momento del reencuentro no quiero ni imaginarlo, porque solo de pensar cómo será se me hace un nudo en la garganta. Va a ser difícil… No sé si podré aguantar las lágrimas y sé que la voz no me va a salir».

 

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