Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una fecha y una historia

Autor:

Juan Morales Agüero

Fue en las sesiones del Primer Congreso de la Internacional Socialista, celebrado en París, Francia, en 1889, donde se aprobó por unanimidad organizar cada Primero de Mayo en los países adscriptos un gran desfile de masas en el cual los trabajadores emplazaran a los poderes públicos acerca de su obligación legal de reducir a ocho horas la jornada laboral.

Aunque joven aún, la clase obrera cubana respondió al llamado. Así, el 1ro. de mayo de 1890, el Círculo de Trabajadores de La Habana convocó a más de 3000 personas para un desfile que comenzó en la Plaza de Marte y recorrió las calles Reina, Galiano, San Rafael y Consulado. La marcha terminó con un mitin de denuncia a la explotación a que eran sometidos los obreros.

Las autoridades coloniales no toleraron aquella manifestación e implantaron en La Habana una suerte de estado de guerra. Las fuerzas policiales tomaron las vías y el lugar donde se dio el acto de clausura. Tiempo después, el capitán general español, Emilio Polavieja prohibió los desfiles, medida que estuvo en vigor hasta 1902, al instaurarse la República mediatizada.

En lo adelante, el proletariado criollo le hizo honor a la fecha en variados contextos. En 1925 marchó la víspera de la asunción a la presidencia de la República del sátrapa Gerardo Machado. Fue solo meses antes de crearse la Confederación Nacional Obrera de Cuba, primera central sindical de la Isla, y el Partido Comunista de Cuba, el primero de corte marxista-leninista.

Aquella vez hubo un gran desfile, en el que participaron Carlos Baliño, Julio Antonio Mella y el líder obrero Alfredo López. En el mitin conclusivo, Mella llamó a Machado «el Mussolini tropical» y convocó a luchar contra su dictadura.

La fundación en 1939 de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) promovió una etapa de celebraciones del Primero de Mayo de gran masividad y combatividad. Pero en 1947, Eusebio Mujal y su camarilla divisionista tomaron las riendas de la organización y las honras proletarias decayeron. Solo un líder como Lázaro Peña consiguió mantener con vida la conmemoración.

El triunfo de la Revolución trajo aliento a los desfiles por el Día Internacional de los trabajadores. Las marchas superaron con creces el millón de participantes, y las calles y avenidas de todas las ciudades cubanas se llenaron de colorido con iniciativas, lemas, carteles, pancartas y consignas. ¡Nadie quedaba en casa!

En los años 1994 y 1995 los desfiles se suspendieron para no incurrir en gastos a causa de la depresión económica derivada del desplome del campo socialista. Fueron reiniciados en 1996 con las marchas del pueblo combatiente. Entre el 2000 y el 2004 los asumieron las tribunas abiertas que, a imagen y semejanza de las anteriores, desbordaron la Plaza de la Revolución.

En vísperas de una nueva celebración del Primero de Mayo, y en circunstancias atípicas motivadas por la irrupción en el país de la COVID-19, el pueblo no dejará de enaltecer  con compromiso y alegría la fecha. Desde el aislamiento social impuesto por las medidas sanitarias, recurrirá a su originalidad y a su fantasía para que un momento tan trascendental no pase por alto.

Además, los cubanos tenemos un motivo adicional para celebrarlo. Hace 20 años que el Comandante en Jefe, Fidel Castro, hizo público en la Plaza de todos los cubanos su concepto de Revolución. Algunas ideas que enunció cobran hoy gran trascendencia: «Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás y no violar principios éticos…».

Tras esas reflexiones marcha hoy el pueblo de Cuba.

 

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