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¿Cómo asumes quedarte en casa? (II)

Postergar proyectos, sentir frustración por lo irrealizable, coordinar usos del espacio común en el hogar, alternar prioridades, concentrarse en el presente… La actual pandemia impone desafíos desde lo emocional

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Esta nueva dinámica de vida que ha condicionado la COVID-19 acarrea no solo las preocupaciones relacionadas con el cuidado de nuestra salud y la de nuestros allegados. Ha implicado, sobre todo, nuevas maneras de afrontar la vida desde lo sicológico, entendiendo además que no todas las personas asumimos la misma realidad de igual manera.

Bodas, eventos culturales programados, investigaciones en etapas de aplicación, viajes, labores de restauración o construcción… han sido muchos los proyectos postergados a partir de esta nueva manera de vivir a la que hemos tenido que acostumbrarnos. Irremediablemente, esa postergación de los sueños y proyectos provocan frustración.

Desde el espacio Un momento con Patricia, transmitido a través de la página institucional en Facebook del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), la doctora Patricia Arés Muzio incita a valorar entonces la tolerancia ante esas frustraciones.

«Ahora puede que nos sobre tiempo para muchas cosas pero no se puede emplear en aquellas en las que estábamos antes de que la vida diera este giro. Las prioridades han cambiado y por ello hay que desarrollar la tolerancia a las frustraciones. No es tarea de un día para otro, lleva entrenamiento, incluso en dependencia de la actitud de los padres, los hijos serán más o menos tolerantes.

«Si son muy complacientes, por ejemplo, puede que las reacciones de sus hijos ante la imposibilidad de obtener algo en la vida en un momento dado sean, justamente, las más “explosivas”. Ahora es importante lograr un manejo del tiempo y de las emociones negativas que nos produce la no satisfacción inmediata de un sueño. Manejar el tiempo según lo que podemos hacer, y aceptar que este no es el momento para determinados planes pero puede serlo para otros», señala.

La especialista insiste que la tolerancia a la frustración tiene dos cualidades importantes: la flexibilidad y la paciencia. «Cuando irrumpe una nueva realidad, tenemos que dejar de ser rígidos y no atarnos obsesivamente a lo que debemos dejar atrás. Es una postura sana que nos lleva a navegar las grandes olas de las tempestades de la vida. Lleva entrenamiento, implica ciertos desapegos momentáneos para aceptar que debemos dejar determinados proyectos en pausa, lo que no implica abandonarlos del todo.

«El cultivo de la paciencia también es vital. Todo tiene un tiempo, cada cosa a su tiempo. Si este es el reto que tenemos por delante, este es el que hay que enfrentar. En este momento existen muchos proyectos interrumpidos pero no hay moratoria para seguir acariciando lo que está en pausa. Los proyectos no se detienen en nuestras mentes, tal vez ahora podamos organizar mejor las ideas y luego, cuando las condiciones lo permitan, echarlos a andar», apunta.

Amor en campo minado

Arés Muzio comenta que la realidad actual nos ha colocado en una situación diferente en relación con nuestros vínculos afectivos y relaciones interpersonales, teniendo en cuenta que muchos de nuestros seres queridos han quedado fuera de nuestro alcance, sin poder besarlos, abrazarlos, tener contacto con ellos.

«No es nuevo para los cubanos lidiar con los sentimientos hacia personas lejanas, y la tecnología ha suplido esas ausencias en ocasiones. El cierre de las fronteras provoca incertidumbres y ansiedades. Vivimos en convivencia intergeneracional, y no siempre se vive con quien se quiere vivir. Ahora estamos más cerca de nosotros mismos, pues los espacios y los contactos con otros están restringidos. Tenemos que ser una buena compañía para nosotros mismos. Sugiero revisar, reparar, analizar nuestras relaciones interpersonales con la carencia del lenguaje extracorporal.

«La proximidad y la distancia tienen otros valores. Acercar a los que están distantes de cualquier manera es lo mejor. Cantarles, leerles, comentarles un libro… se trata de acariciarnos con las palabras. Y con quienes estamos cerca, (como dice la sicología “demasiado juntos, mal asunto”), debemos aprender a manejar esa cercanía sin invadir los espacios.

«La familia es un espacio de negociación permanente, no basta con el amor entre sus miembros. Es importante poner en vigor estrategias que permitan llevar las dinámicas cotidianas en la actualidad, cuando se “sobrecarga” el ambiente familiar», agrega.

La especialista señala que «cada uno debe aceptar al otro, sus preferencias y necesidades. Días de silencio deben alternarse con días de música, repartir las tareas del hogar y flexibilizar los roles… La pandemia pasará, volveremos a la vida pero lo que seamos capaces de hacer y conquistar hoy será favorable o no para el futuro, en la medida en que no coloquemos tantas “bombas” en nuestro entorno».

En uno de los audiovisuales pertenecientes del espacio, la Doctora en Sicología habla de «amarrar la mente al momento presente», a la vez que insiste en que no debemos angustiarnos en el futuro, sino concentrarnos en el aquí y en el ahora.

«Cuando la vida nos sitúa en momentos difíciles para controlar, efectos colaterales emergen. Es necesario identificarlos para no complicar nuestra realidad. El cuerpo se pone en situación de alarma, da síntomas. El pensamiento se acelera, rumiamos ideas que nos agobian y deprimen… La incertidumbre nos inunda y las emociones negativas se multiplican.

«Amarrar la mente al presente quiere decir que no podemos darle rienda suelta a todas las sensaciones corporales ye mociones y concentrar la mente en una actividad. Tratar de vivir en el aquí, en el ahora, concentrarnos plenamente en lo que hacemos ahora y dejar lo negativo a un lado…Los vientos de mañana soplaran mañana… Tener metas en el horizonte a corto plazo favorece que tengamos un estado emocional más equilibrado. Un tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tiempo», destaca.

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