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Atrapada por la museología

Claudia Estrada Valiente comparte sus experiencias como especialista del Parque Histórico Militar Morro-Cabaña

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

A los 16 años Claudia Estrada Valiente supo que quería dedicarse a enseñar e investigar sobre Historia. A los 18 ya estudiaba la licenciatura de esa especialidad en la Universidad de La Habana. Luego el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña le abrió sus portones.

Y allí —entre sorprendentes vistas y objetos que son testigos de un período transcendental para nuestro devenir como nación—, levó las anclas de sus aspiraciones profesionales y acabó cautivada por la museología.

¿Cuánto le sirven y se complementan una y otra? ¿En qué medida representa un reto ser museóloga? ¿Quedó la historia en un plano inferior en su vida? Claudia responde y a cada paso se le nota cómoda, con ganas de seguir aprendiendo y feliz de estar en el colectivo del Complejo de Museos Histórico-Militares.

«Estos tres años han sido una etapa de crecer, de aprendizaje, de completar y perfeccionar mi formación, de romper los obstáculos iniciales que me interpuso la Museología, como, por ejemplo, hacer un guion con demasiadas tablas y tecnicismos o pintar un cañón y participar del proceso de conservación de una pieza museable.

«Considero que se deberían ofrecer las herramientas de la Museología para los que cursan la carrera de Historia, pues contribuiría a completar la visión del egresado y a reforzar los conocimientos para un posible perfil asociado a nuestra rama», dice la muchacha de 26 años que, junto a otras cinco, conforma la hornada de jóvenes dedicadas a actualizar las muestras expositivas y la información de valor histórico que atesora la institución.

Las dinámicas tecnológicas han supuesto un cambio en las concepciones analógicas de mostrar los tesoros que guardan los museos. Ahora es más factible no solo incorporar el texto, las fotos y el objeto, sino también interactuar con las percepciones sensoriales de los visitantes, emplear tablets para difundir información, ofrecerles audios y música de la época, videos en animación 3D, modelaciones de combates y embarcaciones… regalarles un encuentro cabal con los hechos que delinearon el pasado de nuestra humanidad. De esa renovación en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña se encarga el equipo de museólogas al que se integra Claudia.

No han sido pocos los proyectos de investigación para revitalizar las expociciones del museo, que en los  últimos tiempos ha emprendido la joven. Así se le puede ver enfrascada en un estudio sobre la Capilla de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, la redacción de una monografía sobre el sitio y la profundización de una etapa histórica que le fascina: el encuentro entre dos culturas, la aborigen y la española.

Otras líneas investigativas ocupan su tiempo, como la historia del tabaco, la introducción de la caña de azúcar y el establecimiento de las siete villas. En todas ha recibido el apoyo del Gabinete de Arqueología y de profesores titulares vinculados a la temática de fortificaciones.

«La museología no es labor fácil por la gran cantidad de información que se debe manejar y dosificar para los diversos públicos que nos visitan, y también porque debemos tener un conocimiento, al menos básico, de la museografía, que es el diseño, la arquitectura y distribución de una sala y sus muestras expositivas. En el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, un símbolo de La Habana, he descubierto cuánto valor y sentido histórico y social pueden tener un edicto, una gruta, un traje o una cañonera».

Para Claudia, admiradora fiel del verbo y la sapiencia de Eusebio Leal, y de los valores éticos y morales de Martí y Gómez, conocer la historia con hondura permite entender los procesos y fenómenos que se suscitan en el presente.

«Hay quien cree, erróneamente, que el historiador vive del pasado, que la historia es lo que fue, que no se sigue haciendo todos los días. Sin conocerla, sería imposible la comprensión de cómo llegamos hasta aquí y de porqué es uno u otro el sendero que desandamos».

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