Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Juventudes por el diálogo y la participación

El Movimiento Estudiantil Cristiano de Cuba trabajan por lograr una nación más justa y revolucionaria

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Buscar maneras para aunar a los jóvenes que integran las organizaciones cristianas en el país, desde sus diversidades y cosmovisiones, ha sido el principal camino del Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) de Cuba, quienes de la mano de instituciones religiosas y asociaciones fraternales trabajan por lograr una nación más justa y revolucionaria.

Así lo considera Jorge González Núñez, presidente del MEC, para quien esta manera de dialogar y hacer teología desde una experiencia cristiana, juvenil y ecuménica, puede aportar de manera relevante en los procesos actuales de cambio en los que se encuentra el país.

«En nuestras organizaciones militamos desde múltiples identidades, sin dejar de ser jóvenes revolucionarios, implicados en el trabajo en comunidades y en el apoyo a todos los procesos que necesiten de la unidad de cubanas y cubanos», señaló.

El hecho de colocar a las juventudes en espacios de decisión demuestra la voluntad de la dirección del país de contar con este sector e incluir sus iniciativas y puntos de vista sobre lo que vivimos hoy. Por eso desde el MEC se intenciona sobremanera la formación de sus miembros, el acercamiento a la teología no solo desde los saberes académicos, sino también desde sus experiencias de vida.

«Hemos trabajado asuntos sobre la racialidad y la no discriminación, también el tema de género y el reconocimiento de la igualdad de oportunidades para todas las personas, entre otros que aportan a la construcción de una sociedad mejor», agrega el joven, quien —siguiendo el llamado del Presidente cubano— propone dialogar con todos los sectores sociales.

Ser útiles y conscientes

A las juventudes cristianas también las marcan algunos estereotipos, como aquellos que dicen que solo se vinculan a las actividades de las iglesias, dejando de reconocer el amplio trabajo que desarrollan. En ese sentido a Wiliam Ferrer Entenza, ser miembro del MEC le ha posibilitado no enclaustrarse en su mundo religioso, sino salir a aportar su granito de arena para ponerle corazón a Cuba.

«Aquí he aprendido a ser un mejor joven revolucionario, de izquierda, a comprender y escuchar lo que tienen que decir las otras personas, para construir puentes y no muros, siempre teniendo en cuenta el análisis del contexto», puntualiza.

Sobre esa participación de los jóvenes cristianos como parte de nuestro sistema humanista e inclusivo, se reflexionó recientemente en Dialogando sobre jóvenes, el espacio que cada mes coordina el Centro de Estudios Sobre Juventud. Allí se conjugaron distintas experiencias, como las que se han llevado a cabo durante la actual situación epidemiológica.

Celia Elena Águila Acosta, coordinadora del MEC en La Habana, explicó que en este tiempo de pandemia se han visto inmersos en la ayuda solidaria, en la
elaboración y repartición de alimentos, también como voluntarios en centros de aislamiento y en la recogida de donaciones para provincias necesitadas. «Esto nos llena de orgullo: saber que muchas personas se han beneficiado con nuestras acciones y que hemos podido ser útiles cuando más ha sido necesario».

Una comunicación emancipatoria

Desde estas organizaciones se ha potenciado ampliamente la comunicación como vía para construir espacios emancipatorios y mostrar las verdades de la Mayor de las Antillas, para hacer frente a las campañas de desinformación y deslegitimación que tanto daño hacen al país.

Por ello en el Consejo de Iglesias de Cuba, al decir de Edel Rivero Bolaños, oficial de Comunicaciones en esta institución, se trata de «potenciar el proceso más allá del producto, pues los procesos comunicativos deben atender a los valores y los derechos humanos de cubanas y cubanos.

Señaló que se ha apostado por una comunicación dialógica, que priorice sentido y no sea solamente una forma para transmitir información, sino que retroalimente, que permita a todas las personas ser protagonistas y creadoras de los contenidos a los que se exponen.

«La comunicación debe ser vista como una herramienta para la participación, para la transformación social, que permita la construcción colectiva de ideas y conocimientos, y sobre todo que tribute a un país más inclusivo y justo», consideró.

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