Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De la Isla joven a la Patria grande

Cuando la COVID-19 pase y todos los momentos de desesperación sean solo un recuerdo, habrá jóvenes por la vida capaces de guardar en su pecho el orgullo de haber sido más que príncipes, útiles

Autor:

Yudaisis Moreno Benítez

ARTEMISA.— Pasaban los días en la tranquilidad de su Isla de la Juventud como los índices de contagios por la COVID-19 más ínfimos de todo el territorio nacional, mientras muchas provincias cubanas exhibían números escalofriantes. Fue entonces, cuando una convocatoria, les cambió la rutina.

A 140 kilómetros de distancia, en Artemisa, les necesitaban; en tanto, un viaje —de los más temerosos— los ponía en «peligro», justo donde la misión de salvar vidas haría crecerse a la brigada Leonilda Tamayo, integrada por 16 pineros, entre ellos nueve doctores y siete enfermeros, mayoritariamente jóvenes.

El 31 de agosto colegas con rostros indescifrables, muchos de verdeolivo, más cientos de semblantes de niños convalecientes y padres desesperados, les dieron la bienvenida en la Escuela de Ciencias Militares General Antonio Maceo, Orden Antonio Maceo, de Caimito, sin saber siquiera que darían hasta su corazón en aquellos cuarteles alistados como hospital de campaña Elpidio Valdés.

Nunca fueron días fáciles, confiesa Aliettys Gort Batista, a solo un año de recibir su título de graduada como doctora en Medicina, y residente de segundo año de Pediatría en el municipio especial: del otro lado, y por vez primera se alejaba de su familia.

«Ahora regreso más profesional, sensible y preparada, y con el dibujo de Sabina, una niña enferma de COVID-19, a quien, entre otros pequeños, ayudé a salvar del virus, incluso a su mamá dependiente de la agonía que desenlaza la enfermedad».

A su lado, Yanela Diéguez Contino, menciona a Sebastián, su bebé de tres años de edad, que dejó en brazos de su familia. «Me dice "¡Mamá!, yo estoy bien, cuida tú a esos niños para que se curen", y eso me fortalece», cuenta con visible emoción la joven con cuatro años de graduada, y en el último año de la especialidad de Pediatría, quien asume esta como la primera de muchas misiones internacionalistas.

¡Gracias!, fue la palabra más repetida de la brigada al despedirse tras unos 30 días de trabajo; sin embargo, también es la más acogida. Para muchos como el doctor Marlon Arístides Heredia, internacionalista en Venezuela y Brasil, esta tarea es más reconfortante por ayudar a la Patria grande. «Junto a los oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias hemos formado un gran ejército de la Salud Pública», asegura.

De Artemisa se llevan anécdotas de vidas salvadas, sonrisas y dibujos de niños agradecidos, más sensibilidades y compromisos que advierten cuanto han cumplido la misión encomendada. Llegaron cuando la provincia mostraba altos picos pandémicos, y a poco más de un mes de que esta institución militar de las FAR abriera sus puertas como extensión del hospital pediátrico José Ramón Martínez, ubicado en el artemiseño municipio de Guanajay.

Ahora llevan a la isla caribeña, la quinta en extensión del archipiélago de las Antillas Mayores, la condición de Jóvenes por la vida que otorga el Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas; el Sello Conmemorativo Aniversario 65 de la fundación de las FAR, y tal vez lo más duradero para un médico, el agradecimiento por la vida de muchos.

La escuela militar ya cerró las puertas del hospital de campaña que funcionó al servicio de la Salud Pública desde el 12 de julio, con una capacidad de más de 500 camas para niños sospechosos y otros contagiados con el virus, más embarazadas sin complicaciones, con menos de 36 semanas de gestación y en espera de su estudio de PCR.

Entre aquellos parajes de la Antonio Maceo, declarada Monumento Nacional en 2018, y presta para reiniciar el curso escolar, hay un pedazo de la Isla joven, de su gente solidaria, de su personal de la Salud, por quienes deberán volver los aplausos casi extinguidos en Cuba entera. Nadie como ellos, con sus batas de médicos e hidalguías como adarga al brazo, traen al Che hasta este siglo, de ahí el no volverse ni retórico ni convencional que Artemisa les diga un ¡Hasta la victoria siempre!

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