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Prodanco y el empeño por la belleza

En las muchas Cuba, tejidas con el esfuerzo y el coraje de todas sus hijas e hijos batalladores, se les va de frente en función de crecer y desarrollarnos. Un joven trabajador por cuenta propia no deja de lado sus anhelos en el país que sobreviene

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

Daniel Abner Ramírez Rodríguez (29 años) es de esos «poco cuerdos» que persigue sus sueños sin reparos. Basta que se enamore de una idea y comienza a trastocar, para bien, lo que yace a su paso.

Su primer amor fue la actuación. Quizá quiso ser como un Salvador Wood en El Brigadista o como un Manuel Porto en Cuando el agua regresa a la tierra. Probó suerte en radionovelas y dramatizados de la CMHW, en Santa Clara, inspirado por su abuelo, el destacado locutor Ramírez Cal. Luego su natal Camajuaní le «quedó chiquito» y vino a La Habana —aunque jamás se desapega «del terruño», como le dice—. Teatro El Público fue su espacio durante un tiempo, hasta que lo atrapó la pintura.

Su obstinada misión de transformar el entorno, y sus deseos de ver una ciudad resplandeciente, llena de colores, fue lo que lo llevó a convertir una nave antaño destejada, silenciosa y lóbrega en una minindustria para la fabricación de pinturas. Desde hace ocho meses ese lugar es el cuartel de Prodanco.

Daniel Abner fundó su propio negocio de fabricación de pinturas hace ocho meses, con pandemia y crisis económica por el medio. Fotos: Abel Rojas Barallobre

Quizá fue su vocación por el arte lo que desató «el bichito». Ya era miembro de la Asociación de Artesanos y Artistas de Cuba cuando decidió iniciar su camino por cuenta propia y abrirse al mercado de las tonalidades y los colores. Hasta ahora le enorgullece que instituciones de Salud Pública en la capital, como el Hospital Obstétrico Ginecológico Ramón González Coro y el Policlínico Docente Robert Manuel Zulueta Cayol —por solo citar algunos— luzcan su marca.

También lo llena de satisfacción haber aportado pequeñas donaciones para embellecer escuelas, círculos infantiles y comunidades, apoyando el trabajo barrial del proyecto A Cuba hay que quererla. Incluso tiene el «sueño bonito» de hacer temperas para niñas y niños, porque cree que son quienes pueden matizar la alegría.

Acercar sus producciones al pueblo siempre fue su meta. Por ello abrió la primera tienda Casa de los Colores, cerca de Cuatro Caminos (Matadero, esquina Lindero), para comercializar pinturas de esmalte, de aceite,
vinílicas, acrílicas, emulsionadas y ferroprotectoras para interiores, exteriores y fachadas; y para superficies de concreto, madera y metal.

Es su minuciosa búsqueda de la calidad lo que los distingue. Con 46 empresas en la cartera de clientes, una cifra nada despreciable, van logrando posicionarse en las fachadas de inmuebles construidos por la Oficina del Historiador de La Habana, Copextel, Correos de Cuba, Labiofam, el Icaic y entidades de la aviación, entre otras.

«El proceso productivo es arduo y extenso. Todos los días trabajamos para ofertar entre 8 000 y diez mil litros», apunta Daniel Ramírez, director. «Estamos brindando una contribución al país en un momento en que las empresas estatales dedicadas a la pintura han debido parar, porque es un tiempo duro para todos. Intentamos suplir la demanda de la población y las entidades con esfuerzo, arresto y poniéndole corazón a lo que hacemos», sentencia el joven.

Su ingeniero jefe, Sandy Martínez Romero (de 43 años), el cerebro tras las exitosas formulaciones, es un convencido de que «estamos haciendo una pintura para que todos ganen. Es decir, que el cliente compre hoy y siempre». Él, que posee amplia experiencia luego de trabajar a la cabeza de los procesos tecnológicos por más de diez años en una unidad de la Empresa Vitral, afirma que la clave está en balancear los insumos nacionales con los importados para que no resulte tan costoso el producto y tenga aceptación.

«Antes de la posibilidad de importar, los del sector no estatal estábamos limitados a producir con baja calidad porque no teníamos las materias primas. Más del 90 por ciento, en el caso de la pintura, no se obtiene en el país», detalla Martínez Romero, quien además valora la posibilidad de ese mecanismo como un gran impulso para el ejercicio laboral por cuenta propia.

Los procesos de importación con Maprintel, Quimimport y Consumimport han funcionado sin burocracia y con agilidad, añade Daniel Ramírez. «Casi todos los recursos que utilizamos provienen del exterior, excepto el carbonato y el aguarrás, que nos los facilita
Cupet; los envases los proporciona la Unión de Industrias Militares; y las etiquetas  son diseñadas e impresas por Publicitur».

Pero el afán de emprender más y mejor los sitúan en la realización de pruebas para incorporar materias primas existentes en Cuba como la zeolita, la bentonita nitrificada, el óxido rojo y la cal, y así disminuir gastos.

Si algo agradece Daniel Ramírez es contar con el apoyo y el compromiso de su colectivo laboral. No muestra un solo resultado en singular. Para él todo se trata de hacer un buen equipo y «guapear».

Sus trabajadores ratifican cuán cómodos y estimulados se sienten de laborar en Prodanco, donde, inspirados por la visita de Gerardo Hernández, coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución, ya cultivan calabaza, plátano, tomate, yuca y orégano para el autoabastecimiento.

Solo con empecinamiento y ganas de «echar pa´alante», para recobrar la estética y
dotar de belleza los entornos urbanísticos, se puede bregar contra un contexto económico adverso, agudizado por la aplicación de las medidas coercitivas unilaterales de Washington, un freno para el avance del sector privado en la nación.

«La recuperación de divisas es de las mayores limitantes que causa el bloqueo justo ahora. Las materias primas se nos encarecen, las fichas de costo se tornan un dolor de cabeza. No hay manera de que los artistas ni los cuentapropistas nos podamos desarrollar plenamente, que Cuba pueda avanzar en toda su dimensión si sigue el bloqueo», acentúa Daniel Ramírez.

Aunque suelta jocosamente que irle de frente al cerco del Norte es como un «combate de león pa´mono», él sigue enfrascado en «la pelea». Ya están próximos a concretar sus primeras exportaciones, después que la marca reciba las certificaciones correspondientes.

Con las posibilidades que ha ofrecido el Gobierno de constituir micro, pequeñas y medianas empresas, se muestra optimista: «Vamos avanzando paso a paso, es una oportunidad grande para la mayoría de los que queremos hacer sostenibles nuestros negocios. Esto nos abrirá al mundo».

La mira de Daniel Abner está ahora en conformar una empresa constructora y productora de pinturas y materiales de la construcción. «Queremos hacer losas, tejas, edificar carreteras y puentes, es un proyecto inmenso, pero con mucho ímpetu lo haremos posible».

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