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¡Yunior está vivo!

Apenas unas lesiones en las extremidades, un poco de taquicardia por el estrés y picaduras de insectos, fueron todas las afectaciones de este niño tras extraviarse en el lomerío de San Simón de las Cuchillas durante dos días

Autor:

Dorelys Canivell Canal

Este fin de semana fue un tormento para Viva Elena Rodríguez Hernández. El viernes, su pequeño de 12 años, Yunior Yoel Verde Rodríguez, marchó a cazar pajaritos con un vecino y el hijo de este, pero en un abrir y cerrar de ojos echó a correr y se les perdió de vista. Por mucho que se apuraron no lograron encontrarlo.

La Vega de San José, en el lomerío de San Simón de las Cuchillas, fue el sitio de la aventura. Un paraje muy conocido por todos los sanjuaneros por su cercanía con el poblado. Mas pasó esa noche y la del sábado, y Yunior no aparecía.

Las redes se llenaron de sus fotos y hubo cientos de mensajes de apoyo y aliento, pues Yunior padece de una cardiopatía, además de una enfermedad genética denominada Síndrome de Rusell Silver y una patología conocida como acidosis tubular renal.

Muchas horas sin comer, sin tomar agua, solo en la oscuridad de la noche… Los pensamientos de miles de personas lo acompañaron y otros tantos dejaron el hogar y se fueron a buscarlo a la montaña.

El Cuerpo de Guardabosques, los trabajadores forestales, la brigada de rescate y salvamento, personal de Educación, el Inder, Salud, Comercio, campesinos, monteros, los vecinos, la gente del barrio… Todos en una búsqueda incesante sin pensar en lo peor.

El joven Ismel Labrador Martínez salió temprano de casa con idea de pescar y tirar un vistazo también, porque las noticias mañaneras decían que todavía no habían encontrado a Yunior.

Según contó a la prensa local, estaba en el río en las cercanías de la presa de San Juan y Martínez, cuando escuchó que le llamaban: «Señor, señor».

Tuvo que remar unos 30 metros para poder divisarlo. Yunior le dijo su nombre y que estaba perdido. Ismel se puso hasta nervioso, se apuró y lo descubrió sentado, «engurruñadito», debajo de unas plantas.

Avisó que lo tenía consigo; le dio agua y de comer. En medio de tanta conmoción, Yunior partió el pan a la mitad y le dijo al pescador: «Un pedacito para ti y un pedacito para mí». Después Ismel lo subió a su cámara y remó a través del río hasta llegar a las otras personas.

Yunior está bien. El pueblo salió a la calle a aplaudirlos. A él, por fuerte y valiente, y a Ismel, por dichoso y bueno. En el policlínico le diagnosticaron signos de deshidratación, pero apreciaron buen estado general y estabilidad hemodinámica.

Apenas unas lesiones en las extremidades, un poco de taquicardia por el estrés y picaduras de insectos, aseguraron los médicos.

«Estoy muy feliz de tenerlo en mis brazos y tenerlo vivo. Tengo que agradecer a todos los que ayudaron, los que se preocuparon», dijo la madre.

«Buscaron las fuerzas y medios. No se escatimó ni se perdió tiempo; pero uno siempre piensa más allá. Por eso estamos tan agradecidos», aseguró el padre, Yoel Verde Rodríguez.

«No hay domingo sin amor», reza un viejo refrán. Por eso Yunior está vivo y en familia. Todo el pueblo lo buscó y han sido tantas las muestras de cariño y apoyo que San Juan y Martínez este fin de semana no se sintió solo.

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