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Las voces vivas del continente

Este jueves Adalberto Álvarez, Edesio Alejandro y César «Pupy» Pedroso se convertirán en Embajadores Culturales, y Juan Carlos García del Vallín recibirá la distinción Excelencia de la Radio, reconocimientos que entrega el Instituto Latino de la Música por iniciativa de sus presidentes, Matías Romero Solano y Daniel Martín Subiaut

Autor:

Juan Manuel Montoto Pascual

Matías Romero Solano (México) y Daniel Martín Subiaut (Estados Unidos), ambos presidentes del Instituto Latino de la Música, reconocerán este jueves a los maestros Adalberto Álvarez, Edesio Alejandro y César «Pupy» Pedroso como Embajadores Culturales, en el Centro Cultural El Sauce; ocasión en que se le otorgará la distinción Excelencia de la Radio a Juan Carlos García del Vallín, director del programa Juventud 2000.

En estos tiempos, quisieron Romero y Martín relanzar nuevamente al Instituto Latino de la Música, el mismo que décadas atrás había tenido una historia ilustre en cuanto a la salvaguarda y defensa del patrimonio cultural de nuestros pueblos, cuando se propusieron encontrar un nombre que distinguiera el trabajo que realizaban.

«Cuando a través de un amigo en común conocí a Matías Romero, él me dijo que necesitábamos un nombre para nuestro proyecto y a mí el que me venía a la cabeza constantemente era Instituto Latino de la Música, consciente de que esta institución había logrado mantenerse en la memoria colectiva de los artistas y del pueblo. Lo más interesante es que llevé a cabo una búsqueda en Internet pero no aparecía ninguna información», cuenta a Juventud Rebelde Daniel, joven cantante y compositor.

«Según varias fuentes que consultamos, en los años 20 del pasado siglo, y sobre todo en los 30, en la época de oro de la radio en nuestro continente, el Instituto Latino de la Música tuvo una importancia fundamental porque consiguió descubrir el talento dentro de nuestra gente, en los pueblos, incluso en los barrios más humildes, y lo hizo lo mismo con cantores, que con artistas, humoristas..., porque no solo se interesaba por la música, sino también por el mundo del entretenimiento en general, es decir, por todo lo ocurre en un escenario.  Desde sus comienzos su principal razón era mostrar lo mejor del ser humano».

Señala Daniel que lamentablemente al tiempo que se desarrollaba la industria de la música, las instituciones sociales fueron quedándose en un segundo plano. La delantera la ocuparon las corporaciones, empresas y disqueras, «y entonces la visión social que tuvo esa entidad se perdió, sin embargo, creíamos que era hora de que volviera a recuperar su misión.

«Por suerte, cuando fuimos al Registro de Propiedad para comprobar si el nombre estaba disponible, encontramos que allí aguardaba por nosotros. Lo vimos como una bendición, una oportunidad de levantar una empresa importante que no solo se fije en el artista que cuenta con el apoyo de una disquera, sino también en aquel que tiene un sueño y esa pasión interior por defender nuestros valores culturales latinoamericanos.

«En un tiempo en que los artistas intentan llevar los sonidos foráneos al español es esencial que no dejemos de apostar por los nuestros, los más autóctonos. Cuando caminas por Colombia encuentras decenas de géneros musicales, lo mismo pasa en Cuba y otras naciones. Son muchos los géneros que se están perdiendo y la causa no es que sean malas, sino que falta promoción.

«Por tal motivo nosotros estamos moviendo y creando un equilibrio entre lo que le interesa al pueblo —que a fin de cuentas busca lo que conoce— y aquello que no conoce, pero que podría hacerlo sentir orgulloso de su herencia, de sus raíces. Estamos claros de que todo lo que se olvida se pierde…

«Entonces lo que en la actualidad mueve al Instituto Latino de la Música, al igual que antaño, es una cuestión netamente cultural: por una parte rescatar los valores artísticos de siempre, y por la otra propiciar que el artista más desprotegido encuentre mayores posibilidades de exponerse y poder vivir dignamente de su arte. Somos la nueva generación del Instituto Latino de la Música que ya tiene casi un siglo de historia; nos sentimos muy orgullosos y comprometidos con llevarlo adelante».

—¿Por qué la selección de estos tres artistas cubanos?

—Son leyendas vivas, y no únicamente de Cuba, sino que pertenecen a todo el continente. Ellos tres han sido nuestros primeros elegidos como Embajadores Culturales del Instituto Latino de la Música, pero hemos proyectado que sigan sus pasos otros músicos, e incluso realizadores de la radio y la televisión, de países como México, Colombia, Panamá, Puerto Rico, Perú, Argentina, Guatemala y Estados Unidos. En su momento se develarán sus nombres. Todo ha comenzado este año con el relanzamiento del Instituto.

«Ha sido increíble la repercusión internacional que ha tenido la nota que publicó Juventud Rebelde, y eso significa que no nos equivocamos en la elección. En el caso del realizador Juan Carlos García del Vallín la selección fue más compleja, porque realmente él no está delante de las cámaras, no es una figura tan pública. Recibimos muchas propuestas y quedaron diez finalistas de nueve naciones, pero el cubano, con 31 años de carrera, consiguió la votación de los ocho miembros del consejo directivo. Y qué bueno, porque ya que veníamos a la Isla podíamos entregarle personalmente el reconocimiento como Excelencia en la Radio.

«Sabemos que no son pocos los que se merecen este premio. No queremos trabajar solo con los que conocemos. Estamos listos para escuchar propuestas a través de nuestra página web: institutolatinodelamusica.com. Se pueden comunicar con nosotros y enviarnos sus currículos, los que pondremos sobre la mesa. Estamos aquí para hacer justicia y reconocer a quienes se lo merezcan. Como dijo Martí: Honrar, honra».

La música en toda su magnitud

El mexicano Matías Romero Solano, también cantante y compositor, comenzó tocando su guitarra desde muy pequeño y sin conocer a grandes artistas como Atahualpa Yupanqui, ya cantaba sus canciones. «Recibí muchas influencias desde muy niño de la música cubana, argentina, colombiana… De ahí surgió ese sueño de alguna vez tener la posibilidad de poder promocionar la música latinoamericana en toda su magnitud, y todo llega en su momento preciso.

«Conocí a Daniel, quien tenía esas mismas ideas y nos entendimos muy bien. Todo ser humano tiene un poeta y un artista dentro, solo hay que irlo a despertar al lugar donde esté para que el mundo lo conozca. Estoy muy feliz con este proyecto. Lo emprendemos con amor y mucha buena energía».

—¿Cómo han ido organizando al Instituto en la actualidad?

—Al Instituto Latino de la Música ya pertenecen muchos artistas. En México, por ejemplo, tenemos 12 estados conectados, cada uno con sus artistas, costumbres y tradiciones. Hemos  trabajado en Puebla y en Oaxaca, donde el artista local se presenta junto al que es famoso, más conocido, y eso le encanta al pueblo, que uno tenga en cuenta a su gente.

«El Instituto también posee su propia editora, llamada Editora Musical de las Estrellas, en la que estos artistas podrán registrar sus canciones y recibir lo justo por ellas.

«Estamos organizando giras y festivales, al estilo de: “el Instituto Latino de la Música presenta...”, porque contamos con jazzistas, roqueros, folcloristas, boleristas, soneros y música cristiana... Creemos que todavía son muchas las potencialidades que ofrece la música, sobre todo si aprovechan los conocimientos que nos han dejado los fracasos del pasado, que hoy pueden servir para cumplir nuestros sueños».

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