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Al cantío de un Gallo

Los Gallos podrán no llegar a la postemporada, pero no puede decirse que han venido a la segunda fase a servir de manjar a los rivales

Autor:

Norland Rosendo

Horas antes de solicitar los refuerzos, un grupo de colegas comentábamos que había equipos que necesitaban el doble de lo que podían pedir. Uno era Sancti Spíritus. En aquel diálogo durante el viaje hasta Ciego de Ávila, sede del fin de semana de las Estrellas, los Gallos no estaban en los pronósticos para la postemporada. Había consenso en que ellos y los Cachorros ocuparían los últimos lugares de la segunda fase.

Pasado el primer tercio, los dirigidos por José Raúl Delgado se han burlado de quienes les endilgaron tempranamente el papel de «cogegolpes», y lo mismo en su valla que en patio ajeno han salido a gestionarse un cupo para la semifinal con la hidalguía de quien cree más en sí mismo que en lo que le calculan otros.

A los dos conjuntos de mejor saldo en los últimos diez juegos, les ganaron la subserie. A los Tigres les pasaron la escoba y a Las Tunas no solo le cortaron una racha de siete éxitos, sino que le sacaron dos triunfos seguidos en la pasada subserie y los bajaron, de momento, de la nube en la que estaban.

Concluido el primer tercio, los Gallos comparten con Villa Clara y Ciego de Ávila los puestos del dos al cuatro y nadie, en su sano juicio, se atreve ahora a descartarlos.

Todo apunta a que entre ese trío e Industriales, separado a dos partidos de ellos, estarán los acompañantes de los Leñadores para la postemporada. No es que estos tengan el pasaje asegurado, pero la ventaja que exhiben les permite caer en un slump, lógico y predecible, y no comprometer tanto su puesto en la vanguardia.

Los espirituanos tienen un ángel inspirador en Frederich Cepeda. El bateador que más bases por bolas ha recibido en nuestros campeonatos (1561)  y el tercero en boletos intencionales (236) —mejor transferirlo que recibir un jonrón, dicen muchos—, hala como un tren y empuja como Hércules.

Pese a que perdieron por problemas de salud sin vestir nunca el uniforme a Guillermo Avilés, un refuerzo que hubiese integrado una brutal triada de zurdos con Cepeda y Yunier Mendoza, la alineación de los espirituanos ha logrado adaptarse a las exigencias de un tramo competitivo de mayor calidad.

Su pitcheo, cuya rotación se fortaleció con Alberto Bicet y Yariel Rodríguez —entre ambos suman tres triunfos—, incorporó al bullpen a José Ángel García para apuntalar a Yuniesky Duardo, quien ha salvado nueve juegos en la campaña en igual cantidad de oportunidades, lo que habla de su eficiencia como taponero.

Afortunadamente, la afición colma el parque José Antonio Huelga, y eso es un aliciente para un elenco que llevaba años fuera de los planos estelares y busca en la actual temporada saldar parte de las deudas acumuladas; algunas vienen de los tiempos en que su nómina era más poderosa, pero flaqueaba sobremanera en época de play off.

Los Gallos podrán no llegar a la postemporada, pero es de locos repetir que han venido a la segunda fase a servir de manjar a los rivales.

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