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Los dos Chávez

¿Quién fue el ídolo beisbolero del mejor amigo de Cuba? Un accidente aéreo terminó con la vida y efímera, pero triunfante, carrera del joven lanzador venezolano Néstor Isaías «el Látigo» Chávez

 

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Una decisión fue consecuencia de otra. El Carajito de Sabaneta terminó Presidente de los pobres y de todos los venezolanos. Chávez ingresó en la Academia Militar «porque quería ser pelotero profesional». Abandonó la idea; sin embargo, nunca se apartó del home plate. Eligió ir tras los sueños de El Libertador y dio también para Comandante.

Visitó la tumba de su ídolo, Néstor Isaías «el Látigo» Chávez (fallecido en un accidente aéreo el 16 de marzo de 1969), a quien dedicó palabras de cadete: «Perdón, perdón (…) ya no voy a seguir ese camino. Ahora soy soldado». No pocos de los que han visto documentales o leído materiales, en los que Hugo se refiere al otro Chávez, indagan en por qué tanta admiración.

«El Látigo», cuando le faltaban pocos meses para apagar 22 velitas, viajaba en un avión que se estrelló en un caserío cercano al aeropuerto de Grano de Oro, en Maracaibo, estado de Zulia. 

Al adolescente de Barinas que le siguió los pasos «magallaneros» por la revista Sport Gráfico y un radiecito de pilas, y después pintó su rostro, colocó el dibujo al lado de la cama e ideó una oración, el mundo se le vino encima.

Pitcher derecho de control, inteligencia en sus envíos y muy espigado, Néstor Isaías alcanzó notoriedad defendiendo a los Navegantes de Magallanes en la liga profesional de su país. El 9 de septiembre de 1967 resultó el venezolano número 15 en ascender a las Grandes Ligas estadounidenses, al representar a los Gigantes de San Francisco contra los Cachorros de Chicago, durante una entrada.

El Novato del Año en la temporada venezolana 1964-1965 logró 44 victorias en Ligas Menores y 19 en su efímera presencia de cinco campañas en Venezuela. Recetó 247 ponches en campeonatos invernales, además de doblegar, en rol de relevista, a los Phillies de Filadelfia, tres semanas después de su debut en la Gran Carpa.

Aunque su sobrenombre se originó a partir de la fuerza de su brazo, arrastraba problemas en el codo, los cuales le imposibilitaron continuar en 1968 con los Gigantes, quienes lo destinaron a categoría Triple A. Todo esto agravado por 113 capítulos de actuación en la temporada de su país. Se operó y logró recuperarse. Quiso regresar a las Mayores, pero la tragedia del año siguiente lo impidió.

Algunas publicaciones, a raíz del desenlace fatal, manifestaban que pudo haber ganado hasta 15 pleitos por justas en Grandes Ligas, y lo comparaban, en buena medida por la manera de levantar la pierna al tirar, con Juan Marichal, monticulista dominicano miembro del Salón de la Fama de Cooperstown y quien más triunfos acumuló en la década de los 60 en la meca del béisbol mundial.

Su última aparición ocurrió el 11 de febrero de 1968, en un partido en que se anotó el éxito, enfundado en el uniforme de su patria, frente a una selección puertorriqueña, en la cual figuraba, en su despedida de territorio venezolano, el gran Roberto Clemente.

Como mismo los aficionados de las primeras series nacionales madrugaban en los estadios para ver a Manuel Alarcón contra Industriales, mandando a cerrar la Trocha, en Venezuela las concurrencias crecían al anunciarse al nacido en Chacao, estado de Miranda, de abridor ante los Leones de Caracas (principales contrarios de los Navegantes) o cualquier otro representativo.

El relato de la noche, en que el Comandante Presidente celebró el «escón» de ponches del Látigo» —con las bases llenas— a una toletería «melenuda» bastante fiera, está registrado en el libro Cuentos del arañero.

El Látigo Chávez estuvo en aquel juego de noviembre de 1999, en el Latinoamericano, porque su alumno, ya mandatario bolivariano, le hizo quedar bien lanzándoles a veteranos de la Isla y miembros de la escuadra cubana campeona panamericana de Winnipeg ‘99, dirigidos por nuestro Comandante en Jefe.

Inspirado en su ídolo, Hugo Rafael mostró sus dotes como jugador de béisbol aquella noche: toleró tres carreras en seis episodios, le conectó hit impulsor a José Ariel Contreras y se dio el gusto de amistar aún más a Cuba y Venezuela.

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