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La Superliga Europea, el fin de la meritocracia

La aparición de un nuevo torneo elitista incendiado el panorama del fútbol europeo

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Este fin de semana las portadas de los diarios dedicados al deporte se han apartado un poco de los goles, los cambios de puestos en las ligas, las promociones o los posibles descensos. La creación de una competición llamada Superliga amenaza los cimientos de esa disciplina más de seis décadas después de que surgieran las primeras lides continentales.

El formato del nuevo torneo es bastante simple, pues se establece que en él participen solamente 20 equipos. De momento, hay 12 fijos: los españoles Real Madrid, Barcelona y Atlético, los ingleses Liverpool, Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal y Tottenham, y finalmente la tríada italiana formada por Inter, Milán y Juventus. Además de esta docena, se espera que se sumen otros tres inamovibles, más cinco que clasificarán cada temporada en base a los resultados de la anterior, cosa que aún no ha quedado del todo clara.

El calendario de la lid iniciará en agosto próximo con la fase de grupos, que quedará dividida en dos llaves con diez integrantes, los cuales disputarán —entre semanas y sin afectar las justas locales— choques de ida y vuelta (que deben ser 18 en total) durante esa fase.

Luego, los tres primeros de cada apartado avanzarán directamente a cuartos de final, mientras que los ocupantes de la cuarta y quinta plazas se medirán en un playoff para definir los dos restantes boletos a las rondas de eliminación directa.

Entre los organizadores de esta idea, destaca sobre todo Florentino Pérez, presidente del Real Madrid que a la vez será el líder fundador de la organización. También en la lista aparecen otros nombres como el de Andrea Agnelli Juventus) o Joel Glazer (Man. United), quienes junto a varios de los «peces gordos» de las finanzas, como el banco JP Morgan, esperan llenarse (aún más) los bolsillos con los frutos que saquen de la Superliga.

En términos de ingresos, se estima que los fundadores (12+3 por determinar) se repartan más de 3.5 billones de euros entre los participantes de cada edición, de forma que seis de ellos se lleven 350 millones, 225 para otros cuatro, 112.5 para dos de ellos y 100 destinados a los restantes tres clubes. Por si fuera poco, en concepto de derechos de transmisión se estima que ingresen hasta 4 billones, lo cual se expresa en que cada uno de los 20 participantes se lleve, como mínimo, 60 millones de euros y que el campeón sume hasta 250, cifra que duplica el premio que ahora mismo otorga la Liga de Campeones.  

Ante el revuelo causado por Florentino y sus colegas, las federaciones y los representantes de los torneos nacionales de España, Inglaterra e Italia han pronunciado su desacuerd, mientras que la UEFA, liderada por el esloveno Alexander Ceferin, se ha pronunciado duramente contra el certamen y lo que este significa.

«Los clubes afectados no podrán participar en ninguna otra competición a nivel nacional, europeo o mundial, y sus jugadores podrían verse privados de la oportunidad de representar a sus selecciones nacionales» fueron las palabras que se usaron en el comunicado emitido este domingo, en donde también tildaron de «cínico» el proyecto.

Por su parte, la FIFA expresó su descontento con la Superliga, a la que llamó «separatista y cerrada», conceptos totalmente opuestos a la inclusión, solidaridad y equidad económica que se intenta promulgar actualmente (aunque no siempre se logre).

Jugadores, aficionados y figuras de otros ámbitos también han expuesto su negativa.

Leyendas como Gary Neville, Luis Figo o  usaron palabras «absoluta vergüenza» y «pura codicia» para decir lo que piensa del torneo y de los encargados de cada club.

Emanuel Macron, presidente de Francia, celebró la negativa de los planteles de su país de ser parte del plan, uno que según él pone en riesgo ideales como el de la solidaridad y la meritocracia deportiva.

En Anfield, estadio del Liverpool, los fans han dejado claro que no apoyan la Superliga, al punto de renegar de su amado club por haberse unido a ella.

Desde el otro extremo, los cabecillas del novedoso evento han dicho que esperan llegar a un acuerdo con la UEFA y la FIFA, de forma que todos terminen por obtener algún beneficio, incluido el fútbol en sí.

Como es imposible ahora mismo saber cómo terminará esta historia, habrá que esperar y ver el desarrollo de los acontecimientos a lo largo de las siguientes semanas, unas que pudieran venir cargadas de más malas noticias para los amantes del deporte tal y como lo conocemos hasta ahora. No obstante, sí podemos dar nuestra opinión.

Si tomamos como punto de partida una mirada estrictamente deportiva, podríamos pensar que en un final, resultará que la Superliga dará a los aficionados el «regalo» que habían estado esperando durante tanto tiempo. Verán jugar con más frecuencia a algunas de las más importantes escuadras del planeta y esa es razón para celebrar. ¿O no?

Sin embargo, el incremento de partidos de alto voltaje podría ser un arma de doble filo, pues si ya hoy los cracks se quejan de sus constantes compromisos en ligas, copas nacionales y demás competiciones, cómo lidiarán con los 23 choques (18 eliminatorios y cinco de eliminación directa, en caso de que lleguen hasta la final) que proponen Florentino y compañía.

Tengamos en cuenta que la Champions propone seis enfrentamientos en la etapa preliminar y luego otros siete en caso de avanzar hasta el duelo definitivo, con lo cual la Superliga supondría un «extra» de al menos 12 encuentros. Y es que puede parecer que nos vamos por las ramas, pero últimamente han sido recurrentes las quejas de algunas estrellas como el alemán Toni Kroos acerca del abultado calendario que no sólo incluye los compromisos de clubes sino un notable número de partidos de selecciones que en caso de los mas solicitados significa entre 50 y 60 apariciones por temporada.

Luego, en términos económicos, claramente la Superliga supera lo que ofrece la Orejona, con todo y el prestigio que precede a esta última. Por tanto, es perfectamente entendible que cualquier directivo y hasta los atletas piensen en ella como una alternativa favorable para sus cuentas bancarias. Así todo, se sabe bien que por mucho que el capital esté hoy metido hasta la médula del deporte, sigue existiendo en su interior un espíritu romántico que no entiende de dinero.

De ahí que muchos se insulten al saber que sólo unos pocos «elegidos» podrán estar en este recién nacido torneo. ¿Qué sentido tendrá entonces disputar los campeonatos liguero o las copas, si al final habrá algunos asegurados entre la élite, mientras que los otros, hagan lo que hagan, estarán condenados a ser parte de una «casta» inferior del balompié primermundista?

Equipos históricos como Bayern de Múnich, Borussia Dortmund, Ajax, Porto, Benfica, Olympique de Marsella y hasta el Sevilla, todos campeones continentales en alguna ocasión, perderían sus motivaciones primordiales, tanto como sucedería con merengues, blaugranas o red devils, separados como estarían todos ellos por una cortina de euros que convertiría —e incluso imposibilitaría— sus disputas deportivas por una cuestión de quién tiene más y no de quién da lo mejor sobre la cancha. Sí, por supuesto que esto último no es algo nuevo, pero el desbalance que surgiría como consecuencia de la Superliga es uno que jamás se ha visto hasta ahora.  

¿Volverá a sonar el glorioso himno de la Champions como antes, si finalmente todo esto termina por crear un cisma en el balompié europeo? ¿Regresarán los legendarios clubes al sitio que los convirtió en lo que son hoy?

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