Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Marcha de prensa

Los periodistas cubanos están en forma, no solo para reportar los juegos

Autor:

Norland Rosendo

TOKIO.― Después de tres días de aislamiento, al fin salimos. Fuimos al centro de prensa, pero más que todo a experimentar cómo es el transporte de los Juegos. El viaje de ida, perfecto. La catedral de los periodistas es majestuosa, como todo aquí. Futurista, al mejor estilo japonés, tanto que si tu móvil no soporta la 5G (5G only, así dice el cartelito) no lo puedes conectar a la wifi. Los nuestros, ya se imaginarán...

Pero ese no es el asunto de hoy. Otro día les contaré más de la sala de prensa, donde acompañan el café con unos exquisitos dulces de chocolate. Resulta que al regreso, nos indicaron mal la ruta. 

Llegamos a un punto y en un perfecto japonés el chofer nos dijo: aquí es su parada, y nosotros en un impecable espanglish que no, que no era esa. Él trancó sus manos sobre el volante. Cumplimos. Nos recibió una amable voluntaria, que nos llevó hasta un hotel que… sí, era de la misma cadena, pero no el nuestro; y estábamos a seis kilómetros de nuestro destino.

Había dos opciones, hacer la travesía a la inversa para tomar el ómnibus correcto o, guiados por un GPS, caminar. Dos optaron por la primera y cinco nos fuimos a una olímpica marcha que nos llevó a conocer Tokio por dentro.

Atravesamos callejuelas y grandes avenidas, dimos para alante y para atrás; nos vimos perdidos y nos rencontramos. Sudamos y reímos. De los Juegos, ni un anuncio.

Pedimos ayuda a una señora que nos apuntó para la parada del transporte público, pero cuando le dijimos que a pie, abrió los ojos como par de toronjas.

Estuvimos a poco de pedir botella en bicicleta. Transitan por las aceras, nada de la calle. Parecen carritos locos en medio de la gente que camina. 

Vimos, algo muy inusual, basura tirada en una bocacalle. Es tan raro que hasta fotos hicimos, y yo que cargué tantos kilómetros con dos pesadas envolturas de caramelo en la mochila. Dicen, y no es cuento, que si te ven tirando algo donde no es, te multan, y hay cámaras en todos lados.

Casi hora y media después, y cayendo la noche ya, al fin, la imponente montaña rusa del Tokyo Dome, ubicada a pocas cuadras de nuestro hotel. Celebramos a lo cubano. Parecíamos marcianos para la gente. Sudábamos. Quisimos correr, pero el embullo no pasó de la conjugación quimérica del verbo querer.

Ya tenemos nuestro propio récord. Ningún otro periodista ha caminado tanto, ni lo va a hacer sabiendo que los termómetros rondan por esta época los 40 grados centígrados. Quizá sea hasta una marca para el libro de los Guinness, porque Carlos González Rego, el decano del grupo de aventureros, no recuerda una marcha así en sus andares olímpicos.

¿Y el otro grupo? En bus, pero llegó después.  

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.