Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Caracas es una fiesta

No hay mejor ciudad que esta para arropar el parto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. En ocasiones parece dormida; pero que por dentro siempre bulle con emoción

Autor:

René Tamayo León

CARACAS.— Qué lugar mejor que esta ciudad para acoger el parto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Caracas es lugar alto. De salto en salto —embotellamiento mediante—, algunas de sus autopistas se abren paso al primer millar de altitud; la Cota Mil, como prefieren decir aquí.

En Caracas las montañas mandan. Y el alma también. Siempre ha sido pináculo de «Nuestramérica». Esa que en ocasiones parece dormida; pero que por dentro siempre bulle con emoción. Simiente de aquel Grande de América que unos llaman Bolívar; otros, Libertador. Tierra de ese gigante al que unos le dicen Hugo; los demás, Redentor.

Caracas es pesebre y cureña. Cuna cálida y majestuosa. Leve en la sencillez de sus varones; exuberante en la belleza de sus mujeres.

Inclaudicable en sus derechos, siempre está lista a reclamar su hidalguía; esa, la más profunda que se preña y baja de los cerros. Caracas es espada a la mano y cañones también. Furiosa para reclamar sus derechos, lánguida para ofrecer sus amores.

Ciudad de torres sin oropeles, ha de vivirse a la altura de los ojos, al paso acostumbrado de sus mayores o la alegría fundadora de su juventud.

Desde sus edificios de 70 o cien metros de altura bulle como mole de concreto, ajena a la perspectiva y también a la suntuosidad; emana, empero, esa calidez exclusiva que baja desde los vientos del Caribe y sube por las corrientes del Sur.

En Caracas confluyen brisas únicas, heraldas de los misterios de un Nuevo Mundo que pocos conocen, excepto por los que hayamos nacido por aquí, sitio naciente en el Río Bravo, poniente en  la Patagonia.

¿Habrá mejor lugar que esta ciudad para arropar el parto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños? Creo que no.

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