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Una revolución de sangre joven

Aunque las nuevas generaciones de saharauis nacieron y han vivido bajo condiciones extremas, dispersas en campamentos de refugiados, territorios ocupados, o en la diáspora, las une la lucha por la independencia

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

EL alma del pueblo saharaui palpita en sus hijos más nuevos, aquellos que nacieron bajo la colonización de Marruecos, que ya tiene 36 años. Hastiados de tanto saqueo, de la hipocresía de un puñado de potencias compinches del régimen de Rabat —a cambio de no pocos privilegios—, de sueños y vidas truncados, estos jóvenes han llevado la lucha por la independencia de su nación hasta los propios predios del rey Mohammed VI. El costo es muy alto: persecuciones, prisión, torturas, muerte…

Hoy, seis estudiantes saharauis se encuentran en la tenebrosa cárcel de Salé, muy cerca de Rabat, por decir, en una universidad marroquí, que el Sahara Occidental es un pueblo cuya soberanía es usurpada por el régimen de Rabat, en arrogante desprecio a la legalidad internacional y a Naciones Unidas, que reconoce a esa nación como un caso pendiente de descolonización.

En diálogo con JR, Ahmed Lehbib Abdi, secretario general de la Unión de Estudiantes del Saguia El-Hamra y Río de Oro (Uesario), comenta que la situación de estos muchachos es muy grave, pues se les juzgó con falsas acusaciones de «poner en peligro la seguridad pública».

«Están condenados a tres años de prisión. Frecuentemente realizan huelgas de hambre porque las condiciones en las que se encuentran son inhumanas, están privados de visitas y no pueden disfrutar de sus derechos. Están encerrados junto a condenados por tráfico de drogas y homicidios, cuando ellos son prisioneros políticos, porque la causa de su condena es un asunto político», denuncia Ahmed Lehbib Abdi.

Según Abdi, quien también es miembro del secretariado nacional del Frente Polisario, la organización que lidera la lucha del Sahara Occidental, sus compatriotas están obligados a estudiar en universidades marroquíes pues el régimen colonialista «no ha desarrollado ninguna política de Educación en los territorios que ocupa». La intención de Rabat es diluir la identidad de la población saharaui y despojarla de fuerzas juveniles, subraya.

Sin embargo, el tiro les ha salido por la culata, pues estos jóvenes «están exportando la Intifada y el pensamiento revolucionario saharaui a las universidades marroquíes», donde han encontrado el apoyo de sectores progresistas.

La falta de credibilidad en la diplomacia internacional, patentizada en la inoperancia de la Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental (Minurso) para presionar a Marruecos a que respete los derechos humanos, crea desconfianza en la juventud saharaui, que no descarta la idea de la lucha armada.

Aunque la opción actual del Frente Polisario está en la batalla política y diplomática, también están seguros de que si el pueblo saharaui toma las armas nadie lo hará volver atrás. Por eso, la dirección busca el momento propicio para plantear la lucha armada de una forma segura y contundente, afirma este joven de 26 años, convencido de que «quien no tiene Patria no tiene vida».

No son pocas las dificultades que enfrenta la Uesario en la defensa del derecho de los saharauis a la autodeterminación. Entre las más importantes, Lehbib Abdi destaca el bloqueo mediático informativo de lo que sucede en los territorios ocupados. «Todos los hechos ocurren de una forma rápida y a diario se convocan manifestaciones, huelgas y protestas, pero los medios no dan a conocer todas esas actividades en el exterior».

En medio de su incansable lucha política, y en un contexto de extrema escasez de recursos, la Uesario también se encarga de defender los derechos de los jóvenes y niños a una vida digna.

Una de los principales retos, según su secretario general, es encontrar posibilidades de estudio para los jóvenes. Luego de la agresión de Occidente y la Organización del Tratado del Atlántico Norte a Libia, 400 estudiantes saharauis que disfrutaban de becas ofrecidas por el Gobierno de Muammar al-Gaddafi, ahora se encuentran en los campamentos de refugiados, perdida su posibilidad de continuar estudios.

«También un gran número de estudiantes de los territorios ocupados están privados de elegir especialidades vinculadas a conocimientos de política, solo pueden escoger entre lo que a Marruecos le conviene ofertar. Por esta razón, tenemos este año más de 40 estudiantes a los que se les niega la matrícula universitaria».

Ventana a la esperanza

En medio de tantas violaciones a los más elementales derechos humanos, niños y adolescentes de los campos de refugiados cuentan ahora con una escuela, gracias a la solidaridad de Cuba y de Venezuela.

«La escuela es una ventana a la esperanza. Somos un pueblo violado, sin recursos ni posibilidades. Es una oportunidad, un apoyo a las familias, que tendrían que separarse de sus hijos durante años».

Hoy la Isla caribeña vive en el pueblo saharaui. Según Ahmed Lehbib Abdi, los cubanos no solo están en esa escuela, sino también en el hospital… en cada pedazo de vida de ese pueblo. «Es imposible que visites un lugar del Sahara y no encuentres a un egresado de Cuba que no solo da conocimientos académicos, sino que gradúa a revolucionarios, símbolos entre nuestra gente. Cuba está en los corazones saharauis».

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