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Los cuatreros de la Casa Blanca (III)

Ambos de origen cubano, Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone son los maraqueros del peligroso show anticubano y antivenezolano —con producción trumpiana—, que se desarrolla desde Washington con el propósito expreso de derrocar dos revoluciones, ahogando a dos pueblos

Autor:

Juana Carrasco Martín

VENEZUELA va «a entrar en un período de sufrimiento que ninguna nación ha confrontado en la historia moderna».  Lo dijo  el senador republicano por la Florida, Marco Rubio,  más o menos al mediodía del 7 de marzo. Cinco horas después el país bolivariano quedaba completamente a oscuras, paraban todos los servicios habidos y por haber, empresas, fábricas, industria del petróleo y petroquímicas, bombeo de agua y mucho más, eran los efectos del sabotaje eléctrico, era una operación de guerra para lograr el levantamiento del pueblo contra el gobierno de Nicolás Maduro.

A sabiendas de lo que iba a ocurrir —dicen que emocionado por la situación y lo que ella pronosticaba—,  redondeaba lo que había declarado en una audiencia sobre Venezuela del Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado, con un tuit que incluso subía a su cuenta en Twitter antes de que el ministro de Comunicación venezolano, Jorge Rodríguez, informara del alcance del ataque al sistema eléctrico: «los generadores de respaldo han fallado». De manera que dejaba explícito su proximidad extrema con quienes habían realizado el ataque.

El senador Marco Rubio y  Mauricio Claver-Carone, nombrado  en agosto de 2018 asesor en Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental del presidente Donald Trump son los cuatreros de «origen cubano», aunque ninguno nació en Cuba.

Marco Antonio Rubio nació en Miami, como segundo hijo de los inmigrantes cubanos Mario Rubio y Oria García, quienes llegaron a Estados Unidos en 1956, así que ni siquiera conocieron la Revolución. Mauricio Claver-Carone, de padre español y madre cubana, nació en Miami y se crió en España y en Orlando, Florida.

Este par jamás se ha sentado en el malecón habanero, así que nada tienen que añorar sentimentalmente. lo que buscan es mangonear en el gran negocio de recuperar las propiedades nacionalizadas a los estadounidenses que eran dueños de mucho más que la mitad de Cuba. Ellos serían, genéticamente, los maraqueros tropicales de la gran producción y conspiración trumpiana.

Las credenciales del Rubio

Abogado de formación profesional, se inició temprano en la política estadounidense como integrante del ala conservadora del Partido Republicano con el auspicio de la mafia anticubana de la política miamense, Ileana Ros-Lethinen y los hermanitos Díaz-Balart. En 2000, como representante, y en 2010, ya como Senador, se convirtió en el favorito del ultraconservador Movimiento Tea Party —a tal punto que aspiró a la candidatura republicana para la presidencia, pero fue derrotado en las primarias de su propio estado floridano por Donald Trump—, y es uno de los senadores que forra de dólares la Asociación Nacional del Rifle para sus campañas electorales (3.303.355 dólares) con el puesto número seis en una lista de diez, por tanto es uno de los mayores defensores de la tenencia de armas en manos de civiles.

Marañero por excelencia, cuando aspiraba al Senado se vio envuelto en una investigación porque podría haber usado la tarjeta de crédito de American Express del Partido Republicano para fines personales —como más de cien mil dólares en gastos que incluían compras del grocery y boletos de avión para su esposa— lo que justificó diciendo que eran para «legítimos propósitos políticos». Salió ileso.

En cuanto a sus posiciones confesionales ha demostrado ser un camaleón: católico-mormón-bautista-católico, indiscutiblemente un recorrido zigzagueante que en algunos momentos estuvo motivado, al parecer, por conveniencias de su carrera política, más que por actos de fe.

Lo que sí ha tenido claro es su historial anticubano y antivenezolano, su alineamiento con las guerras estadounidenses en el cercano y Medio Oriente y con causas del más acérrimo conservadurismo.

Con el resurgimiento de la Doctrina Monroe para el hemisferio, por obra y gracia del «enviado de Dios» Donald Trump, los politiqueros de la Florida se pusieron las botas y buscaron fortalecer el equipo con un cheque en blanco para la intervención estadounidense en la región, que han considerado su traspatio desde su mismo inicio como nación.

Aunque Trump no puede quitarle el «mérito» a Barack Obama de los esfuerzos para eliminar al chavismo con el desconocimiento de la victoria electoral de Nicolás Maduro en 2013 y el declarar a la Venezuela Bolivariana «una extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos» en 2015, un sambenito que han ido renovando año tras año, los cuatreros de la Casa Blanca se lanzaron abiertamente al golpe de Estado —infructuoso— y a poner sobre la mesa todos los medios posibles para alcanzar su fin, aunque ello signifique una intervención militar y el inicio de una sangrienta guerra en la región latinoamericana y caribeña.

Marco Rubio se ha erigido en uno de los protagonistas principales. Como decimos en Cuba, robó cámara en Cúcuta el día de la «ayuda humanitaria»; no hay jornada en que no emita una declaración que exacerbe el acoso económico y político; está entre los punteros en la invención de mentiras (fake news) y ha llevado al extremo la obsesión de derrotar a dos pueblos dignos. Concretamente, el Rubio forma parte del dream team de los Hijos Predilectos del imperio.

Su repugnante «batalla» en Twitter contra Maduro hizo que el periodista Michael Tracey dijera: «la página de Marco Rubio se está convirtiendo en la cuenta de un bot maníaco, paranoico, que exige cambios de régimen. Probablemente sería investigado por las autoridades de Twitter si no fuera un senador de EE. UU.». Son tantos sus mensajes de odio contra Venezuela y Cuba que tendríamos que utilizar mucho más que una página de nuestro diario para darlos a conocer. De él es la patraña de los médicos cubanos como agentes de la seguridad en el gobierno de Nicolás Maduro.

Pero del lobo, un pelo para dejar en evidencia su mediocre arrogancia y su odio supino. Este es un tuit de Marco Rubio:

Mauricio Claver-Carone

«Si alguien puede impulsar una política más rigurosa y decidida, es Mauricio. Él tiene inteligencia política. Tiene su propia credibilidad política. Tiene la confianza de la administración. Tiene la cabeza bien atornillada con respecto a la raíz de los problemas importantes en este hemisferio». tamaño espaldarazo para Mauricio Claver-Carone provino de Roger Noriega, y tamaño elogio expone las entrañas de Carone.

Noriega se merece con creces un capitulo en Los Cuatreros de la Casa Blanca, pues su dossier lo identifica como uno de los arquitectos de la reaccionaria e injerencista política de EE. UU. hacia América Latina durante las administraciones republicanas de Ronald Reagan, y los Bush, padre e hijo. Fue embajador en la Organización de los Estados Americanos (OEA) con el segundo Bush, y asistente para las Américas del Secretario de Estado. Además, Roger Noriega fue redactor principal de la Ley Helms-Burton. Este padrino habla de quien es el ahijado…

Hasta su nuevo nombramiento, en el que  Claver-Carone se hará cargo de coordinar los enfoques hacia Latinoamérica entre la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el del Tesoro y otros organismos del gobierno, fue Director interino de la representación de EE. UU. ante el Fondo Monetario Internacional y también trabajó en el departamento del Tesoro.

Claver-Carone se ha esmerado muchísimo en su propio currículo por lo que se le describe como el hacedor de la estrategia estadounidense de línea dura contra Venezuela, la que efectivamente se fortaleció con su presencia en el equipo a partir de agosto pasado.

Favoreció la creación del engendro «interino» Juan Guaidó, las agresiones económicas cada vez más severas y criminales que —en una entrevista exclusiva con el Grupo de Diarios de América (GDA), todos del más rancio conservadurismo y representantes de las oligarquías de la región— describió como un «cerco humanitario» para doblegar a Venezuela, y en la cual reiteró que todas las opciones estaban sobre la mesa, describiendo la coyuntura de irreversible y que solo concluirá con la salida de Maduro.

Es artífice también del estrechamiento, más aún, de las relaciones de Estados Unidos con algunos gobiernos vecinos de Venezuela —Colombia y Brasil— para la causa común antibolivariana por lo que llama a Iván Duque y a Jair Bolsonaro «aliados claves de EE. UU. en este tema».

El periodista indagó con Carone: «El mundo entiende que cuando ustedes dicen que “todas las opciones están sobre la mesa” es porque también están considerando una salida militar a esta encrucijada. ¿Es así?», y la respuesta no se hizo esperar: «Eso es lo que ha dicho el Presidente (Trump) y la frase habla por sí sola. No ayuda entrar en situaciones hipotéticas. Esto es un ejercicio que hacemos con seriedad todos los días y estamos listos para responder ante cualquier circunstancia».

En cuanto a Cuba, es uno de los funcionarios que apoyan la fallida política del bloqueo, tanto desde los cargos que ha ocupado en la burocracia washingtoniana como entre períodos en que escribió el blog, Capital Hill Cubans, encabezó el Comité de Acción Política (PAC) US-Cuba Democracy, con sede en Washington y reemplazante de la contrarrevolucionaria Fundación Nacional Cubano Americana que fundó Mas Canosa, y de Cuba Democracy Advocates, una organización —dice que sin fines de lucro— que promueve la «democracia» y los «derechos humanos» en Cuba.

Mauricio Claver-Carone es uno de quienes considera que «Los días del socialismo del siglo XXl están contados»…

Eso habría que verlo, compay.

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