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Trump y una decisión deshonesta contra la OMS

Duras críticas señalan al presidente de Estados Unidos como un ser diabólico que prioriza intereses políticos ante la terrible pandemia y le cierra fondos a la Organización Mundial de la Salud, decisión que le responsabilizara de muertes por Covid-19

Autor:

Redacción Internacional

Crimen contra la humanidad, un acto de vandalismo internacional, una acción diabólica que costara vidas, son algunos de los epítetos que diversas autoridades políticas o científicas han utilizado para calificar la decisión del presidente Donald Trump de retirar el financiamiento que Estados Unidos destinaba a la Organización Mundial de la Salud. 

No es para menos, esta medida irracional y soberbia tiene el agravante que lo ha hecho en medio de la pandemia del SARS-CoV-2, causante de la mortal Covid-19 que ya ha contagiado a más de dos millones de personas y por lo menos 130,528  muertes a nivel global, cuando se necesita la mayor cooperación internacional para enfrentarla.

El director de la Organización Mundial de la Salud, el reconocido experto en inmunología de las enfermedades infecciosas de origen etíope Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, hizo un nuevo llamado a la unidad contra la «amenaza común» del nuevo coronavirus tras el anuncio del mandatario estadounidense, en una declaración en la cual reafirmó los principios de la OMS fundada en ideales constitucionales de «proteger y promover la salud de los pueblos del mundo».

Los Estados Unidos de América han sido un amigo de larga data y generoso de la OMS y esperamos que siga siéndolo, dijo Ghebreyesus, quien lamentó la decisión cuando, «con el apoyo de la población y el gobierno de los Estados Unidos, la OMS trabaja para mejorar la salud de las personas más pobres y vulnerables del mundo».

El director de la OMS reconoció que sin duda se identificarán áreas a mejorar y habrá lecciones para que todos aprendamos, pero el enfoque ahora era la lucha contra el virus, concluyendo que «desde el principio, la OMS ha estado luchando contra la pandemia con cada gramo de nuestra alma y nuestro espíritu. Seguiremos haciéndolo hasta el final».

Una opinión en el diario británico The Guardian consideró la decisión «una parodia del nacionalismo autodestructivo» de Donald Trump cuando existe una emergencia de salud global sin precedentes, por lo que suspender las contribuciones a la OMS es «un acto extraordinario de abdicación moral y vandalismo internacional» cuando se está en la primera fase de la crisis, los países intentan contener la ola inicial de brotes internos, y la OMS es la única organización en el mundo con la red y los conocimientos especializados para llevar a cabo eficazmente esta tarea que requiere conocimientos especializados y recursos, especialmente en los países empobrecidos del Sur Mundial.

Hay casi una percepción unánime de que la conducta del mandatario estadounidense está siendo impulsada por sus mezquinos problemas políticos internos —lo que se traduce en renovarse a toda costa en la Casa Blanca en las próximas elecciones de noviembre—, y que su propia ineptitud para abordar la crisis —a la que restó importancia en un inicio y despreció las recomendaciones de sus propios expertos—, le ha llevado a buscar la culpa en otros, un proceder habitual en el jefe de la Casa Blanca, y en este caso, pone en el banquillo a la OMS y a China.

Richard Horton, redactor jefe de la revista médica Lancet, escribió que la decisión de Trump fue «un crimen contra la humanidad… Todo científico, cada trabajador de la salud, cada ciudadano debe resistirse y rebelarse contra esta terrible traición a la solidaridad global», dijo.

Por su parte, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, apunto que «no era el momento» de recortar la financiación o cuestionar errores.

El Dr. Nahid Bhadelia, médico de enfermedades infecciosas y profesor asociado de la escuela de medicina de la Universidad de Boston, dijo que el recorte fue «un desastre absoluto. La OMS es un socio técnico mundial, la plataforma a través de la cual los países soberanos comparten datos/tecnología, nuestros ojos sobre el alcance mundial de esta pandemia».

Anteriormente, Josep Borrell, jefe de política exterior de la Unión Europea, dijo que no había justificación para la decisión de Trump; el ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, Simon Coveney, lo llamó «indefendible», mientras que su homólogo en Irán, Javad Zarif, dijo que el mundo finalmente estaba aprendiendo lo que su país ya sabía sobre Estados Unidos: «Mata a la gente».

Lo terrible es que Donald Trump está utilizando la pandemia como un trampolín electoral, en momentos en que su ya evidente rival, el ex vicepresidente Joe Biden tiene prácticamente detenida la campana dado el aislamiento social que requiere la pandemia. Una conversación telefónica de apenas 15 minutos entre ambos, el pasado 7 de abril, no arrojó ningún resultado respecto a la pandemia.

Sin embargo, una conferencia de prensa diaria sitúa a Trump en primer plano y bien se aprovecha de ello, por lo que ese juego de buscar culpable en otro lado se produjo en medio de críticas sostenidas por su falta de preparación para la epidemia, que ha infectado a más de 600 000 personas y ha matado a más de 25 000 personas dentro de EE. UU., el país más contagiado del mundo.

El colmo del oportunismo llegó con el anuncio de que los cheques de socorro de 1 200 dólares que deben amparar a 70 millones de personas en Estados Unidos según lo aprobado por el Congreso a requerimiento presidencial, podrían retrasarse por varios días porque Trump quería que su nombre se imprimiera en ellos, lo que el Departamento del Tesoro aprobó e informó, convirtiendo los billetes en millones de pasquines electorales que le llegaran a los votantes estadounidenses, ahora con la percepción de que es un donativo de Trump y no una decisión de los poderes políticos estadounidenses.

Los bonos del Tesoro, hasta ahora, carecen de cualquier matiz partidista, pero cuando los estadounidenses reciban este, por primera  vez, en el lado izquierdo del cheque estará inscrito: El presidente Donald J. Trump.

Para el resto del mundo, el residente de la Casa Blanca prefiere ser el protagonista de las peores noticias y cierra puertas a la esperanza, en definitiva la falta de recursos para la OMS se sentirá en esos lugares oscuros de Asia, África y  América Latina.

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